La antigua perrera municipal de Yaiza ha sido transformada en un centro de acogida de animales, con el objetivo de dar respuesta al creciente número de abandonos, mejorar la calidad de vida de los perros y ofrecerles un entorno más digno. Entre los cambios más destacados, se ha incrementado la capacidad de albergue, se han rediseñado las jaulas para evitar la convivencia forzada de varios animales y se ha habilitado un espacio abierto, aunque con carencias de sombra y protección ante el clima.
Espacios para el bienestar físico
Uno de los avances más visibles es la incorporación de un circuito de agility, que permite a los perros ejercitarse y mantenerse activos. Este incluye tres vallas para saltar, rampas en forma de “A”, pasarelas, plataformas de pausa y un trampolín. Sin embargo, las sesiones no están supervisadas por profesionales, lo que limita su potencial.
El recinto también cuenta con una piscina con capacidad para refrescar hasta seis perros a la vez, una instalación especialmente útil durante los días más calurosos.
El motor humano que sostiene el refugio
Detrás del funcionamiento del centro está la asociación sin ánimo de lucro Doggys del Sur, que asume la mayor parte del cuidado de los animales. Su presidenta, Katrin Golombeck, lidera un grupo de voluntarios que se encargan de pasear a los perros, trabajar su socialización y supervisar los procesos de adopción.
El equipo cuenta también con Benjamín Machín, único trabajador fijo municipal, y con un segundo empleado contratado temporalmente a través de una ETT o convenio, con contratos de hasta seis meses.
El centro abre sus puertas al público de lunes a viernes, de 08:00 a 14:00 horas. Los fines de semana permanece cerrado por la mañana y el resto del tiempo, también por falta de personal.
El proceso de adopción incluye un periodo de adaptación con la familia interesada, supervisado personalmente por Katrin, quien visita el nuevo hogar para garantizar el bienestar del animal.
Razas estigmatizadas: entre prejuicios y segundas oportunidades
Entre los residentes del centro hay perros con historias complejas, muchas veces marcadas por la desconfianza social hacia determinadas razas. Oksana, una hembra con antecedentes de agresividad, fue devuelta tras morder a una vecina. Sebastián, un pastor alemán hallado sin chip en Las Breñas, solo confía en Benjamín.
Lucas, un pitbull cruzado con bardino, llegó al centro cuando su dueño, un anciano, no pudo seguir atendiéndolo. A pesar de ser leal y protector, llegó a escaparse incluso estando atado. Nano, mezcla de pitbull y bulldog americano, fue incautado por la policía; aunque sus antiguos dueños no tenían licencia ni seguro, el perro es sociable y noble.
El refugio de los podencos y perros de caza
Los podencos y pointers son mayoría. Kali, recogida en Playa Quemada, conserva un carácter salvaje. Fé, una perra de caza de cuatro años y medio, fue rescatada en Uga con una infección grave en una oreja, que obligó a amputarla. También residen Lima y Naya, madre e hija entregadas en 2021 por un operario de limpieza.
Mestizos a la espera de un nombre y un hogar
Algunos perros aún esperan ser clasificados. Es el caso de Pancho y Sancho, hermanos localizados en Papagayo que podrían haber descendido de Femés o Las Breñas siguiendo el olor de algún corral. Ambos disfrutan del agua, aunque Sancho es más tímido.
Luna llegó desde la Península a bordo de un barco. Su dueño intentó, sin éxito, encontrarle hogar a través de redes sociales antes de dejarla en manos de la protectora al llegar a Marina Rubicón.
Nuevos comienzos
El caso más reciente es el de Nube, entregada por su dueño tras un accidente. Ya ha sido adoptada por una familia en Alemania, un final feliz que la asociación espera replicar con muchos más.
Urgencias pendientes: esterilización y acogida temporal
La asociación realiza dos campañas de esterilización al año, financiadas por el Ayuntamiento de Yaiza. Sin embargo, la recuperación postoperatoria, especialmente en hembras, es difícil si deben quedarse solas en el centro. “Es fundamental contar con casas de acogida al menos durante los primeros días”, subraya Katrin.
Además del pienso semanal aportado por el ayuntamiento, el centro necesita mantas, toallas grandes, chuches y voluntarios para paseos. La realidad del abandono continúa creciendo, pero también lo hace el compromiso de quienes luchan por ofrecer a cada animal una segunda oportunidad.