Tiagua, pueblo con alma y memoria viva, dio este jueves al inicio de sus patronales Fiestas en Honor a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en el municipio de Teguise, Lanzarote.
El reloj marcaba las 20.00 horas cuando el Centro Socio Cultural El Molino de Tiagua abría sus puertas para acoger un pregón muy especial, de esos que no se olvidan con facilidad. Las protagonistas de la velada fueron cuatro entrañables vecinas del pueblo, verdaderos pilares de la historia local.
Leocadia Hernández Armas, María Natividad Cabrera Cabrera, María Nieves Parrilla Cabrera y María de la Nieves Guillen Guillen, con edades que oscilan entre los 81 y 96 años.
En una emotiva dinámica intergeneracional, fueron sus propios nietos quienes les entrevistaron, rescatando del recuerdo las vivencias de unas fiestas que, como ellas mismas afirmaban "nada tienen que ver con las de ahora".
En aquellos años, el día grande giraba en torno a la Solemne Eucaristía y la procesión en honor a la Virgen, donde el pueblo entero se vestía de gala: y todo el que podía estrenaba zapatos y vestido nuevo era una norma no escrita, al igual que compartir con la familia y algún allegado una comida especial culminado la jornada por la tarde noche asistiendo a la verbena y disfrutar bailando.
Trabajadoras del campo
Las pregoneras relataron cómo, desde muy jóvenes, trabajan en el campo y en el hogar, aportando su granito de arena a la economía familiar. Recordaban con ternura cómo las banderas colgadas en distintos puntos del pueblo anunciaban la llegada de las fiestas, generando una ilusión que contagiaba cada rincón de Tiagua.
Pero más allá de las anécdotas, las abuelas compartieron un legado de valores con sus nietos y con todo los presentes: el respeto a las personas mayores, la importancia de portarse bien, de disfrutar con responsabilidad y mantener vivas las tradiciones. Valores que ellas heredaron de sus propios padres y que, como bien señalaron, se van desdibujando en el presente.
Con palabras sencillas pero llenas de sabiduría, nos recordaron que aprendieron a leer en el lenguaje del mar, a esperar las mareas y a confiar en la tierra volcánica, dura pero generosa. Han sabido resistir como los jameos resisten al océano: firmes ante el paso del tiempo. Cada arruga en su piel es un surco en la lava, un testimonio de vida y fortaleza.
La emoción fue compartida por los muchos vecinos y familiares que llenaron el aforo del salón social, arropando a las pregoneras con aplausos y sonrisas. Porque este no fue un pregón cualquiera: fue un homenaje vivo a la memoria, a la resiliencia, al amor por el terruño.
Así comienzan las fiestas en Tiagua, con las voces de quienes han sido, y siguen siendo, la raíz de este pueblo.