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Dos empresarias de moda lanzaroteña nadan a contracorriente contra gigantes textiles como Shein o Inditex

María y Visi, fundadoras de las marcas Alava Brand y Macaronesia, cuentan las ventajas y desventajas de su moda slow fashion en la isla

Taller donde se confeccionan las prendas de la marca lanzaroteña Macaronesia

¿Sabes cuántas camisetas tienes? ¿Están hechas de materiales ecológicos o reciclados? ¿Cuando compras piensas en si el proceso de fabricación ha sido justo?

Estas son algunas de las preguntas que sí se plantean a diario las empresarias lanzaroteñas Visi y María, fundadoras de las marcas de moda Macaronesia y Alava Brand.

Ambas buscan apostar por un tipo de venta más sostenible y justa denominada moda slow fashion, alejada de las producciones en masa y que busca dar un valor añadido con la calidad de sus prendas.

 

Slow fashion “moda lenta” versus fast fashion “moda rápida”

“El slow fashion apuesta por un tipo de consumo enfocado a una compra meditada, con diseños más versátiles de calidad que perduran en el tiempo, siempre desde el punto de vista de la sostenibilidad y reciclaje”, explica María González, fundadora, junto con Cristina Limousin, de Alava Brand, una pequeña marca de ropa de Lanzarote.

“Es un comercio justo, donde se producen menos prendas, pero de mayor calidad”, cuenta Visi González, fundadora de la marca de moda de baño lanzaroteña Macaronesia. “Mi marca se enmarca en este contexto porque, además, estamos en consonancia con el medio ambiente, no utilizamos embalajes de plástico, reciclamos los materiales e incluso sublimamos el merchandising con tintas naturales”. 

Desfile de Macaronesia en el Tenerife Fashion Beach Costa Adeje

Por su parte, el fast fashion busca producir en masa para un público masivo a través de sus numerosas colecciones de ropa, que siguen las últimas tendencias. Además, las prendas tienden a ser fabricadas de forma acelerada y a muy bajo costo, generando un gran impacto medioambiental.

Sin ir más lejos, una camiseta básica de unos 200 gramos de algodón, puede llegar a necesitar hasta 2.000 litros de agua para su confección, según cálculos de la Water Footprint Network, por lo que este tipo de producción tiende a dejar una huella hídrica aún más notable.

 

La obsesión insaciable por comprar, ¿incentivada por las gigantes textiles?

Sin embargo, las emprendedoras sitúan al consumidor como una parte indispensable del puzle que luche contra el impacto climático del sector. 

“Los consumidores tenemos mucho poder, si empieza a demandar y a apostar por marcas slow fashion, la cosa cambiará”, apunta María. “No digo que no compres en Zara, porque es muy difícil, pero quizás que no sea tu único sitio de compra, al final es un proceso interno”.

Colección de la marca de moda lanzaroteña Alava Brand.

“Tenemos un problema de concienciación”, afirma Visi. “Estamos obsesionados y acostumbrados a comprarnos un montón de ropa sin necesidad, no hay más que ver el revuelo que ha causado la llegada de Primark a Lanzarote”. 

No obstante, no quita culpa a los negocios en sí por “incentivar esa compra compulsiva con sus nuevas colecciones”.

“Lo nuevo es lo que nos llama y está todo colocado estratégicamente para llamar la atención del consumidor y que compre”, sostiene. “Las marcas slow fashion, como la mía, tendemos a hacer prendas más atemporales, que no necesariamente van en consonancia con las tendencias de ese año”, es decir, “no pasan de moda”.

Ambas empresarias creen que la clave está en la “educación del consumidor”, de manera que este aprenda a “valorar más la mano de obra y el origen del producto, porque quizás no necesitas comprarte tres camisetas cada tres meses”.

 

Costes más altos y tallas más reducidas, el precio a pagar por una mayor calidad

Sin embargo, no todo el mundo valora o no puede acceder a este tipo de moda más lenta y justa. En los últimos días, se han podido leer mensajes en Twitter defendiendo la moda fast fashion con la premisa de que cuenta con precios más accesibles y con una amplia gama de tallas, que va más allá de la XL.

"Si cierra Shein la verdad que yo no sé dónde me voy a vestir, porque en el resto de tiendas no me entra nada", comentaba una usuaria de la red social.

Por su parte, el negocio de Visi confirma esta realidad y admite que, a pesar del aprovechamiento de las telas durante el proceso de producción, tienden a ser unidades muy limitadas, en número y en tallas.

“No suelo sobrepasar las seis unidades por talla en prendas con colores lisos, y cuando se trata de bañadores estampados, hay trikinis de los que solo hay una S y una M, muy exclusivos”, cuenta la fundadora de Macaronesia.

Además, añade que los precios de empresas como la suya pueden limitar a algunos sectores de la población porque no todos pueden “permitirse pagar” lo que cuestan las prendas. “Al final todos acabamos comprando en los grandes textiles porque tienen precios más baratos”, admite.

Bañador de Macaronesia.
 

María coincide e insiste en que “el problema en España es que el consumidor tiene muy marcado el precio Inditex”. “Algunas amigas me dicen “yo por esa camisa (que cuesta 170) pagaría 70 euros”, pero es que si la rebajo a ese precio, pierdo dinero”, añade. 

“Cómo luchas o cómo haces entender a la gente que no es que te esté vendiendo algo a este precio porque quiera, es porque es lo que cuesta”, justifica la fundadora de Alava Brand. “Queremos hacer entender esto a la gente, hacemos prácticamente todo nosotras y el precio es el precio si queremos mantener la calidad”.

El debate en redes sociales surgió a raíz de un bulo que apuntaba al cierre de Shein, tras la aprobación del “Pacto Verde Europeo”, una medida que pretende acabar, de forma progresiva, con el modelo contaminante de los negocios fast fashion como este gigante textil.

 

El problema de los envíos en Lanzarote sube los precios

Cabe destacar que para marcas como Macaronesia y Alava Brand, situadas en un pequeño trozo de tierra en mitad del atlántico, el camino se complica. A pesar de contar con un equipo muy reducido, con producciones modestas que se asemejan más a las elaboraciones artesanales, ambas se han visto obligadas a realizar parte del proceso fuera de Lanzarote.

“Macaronesia es una marca canaria al 100%, pero todavía no he conseguido que la producción se haga íntegramente en Lanzarote”, confiesa Visi. “Para mí ya fue un hito poder traer el proceso de sublimación de Barcelona al archipiélago, porque el proceso es muy caro, especialmente los envíos”.

Por su parte, parte de la colección del negocio de María se producía en el País Vasco porque los “gastos eran mucho menores”.

“Partimos de que muchas marcas no envían a Canarias y mucho menos a Lanzarote”, cuenta la fundadora de Alava Brand. “No tiene ningún sentido porque también somos España”.

Cristina y María, de Alava Brand

Además, apunta que las empresas que sí envían lo hacen con unos “costes elevadísimos y siempre llegan tarde”, por no hablar de las aduanas, que llegaron a cobrarle “más de 200 euros” por los envíos de la última colección.

Esto genera que los envíos con Lanzarote se encarezcan hasta “más de un 50%” en comparación con la península. “Es realmente imposible”, insiste María. “Va a llegar el día en que voy a tener que decidir entre ser lo más sostenible y lo más coherente posible o ser un fast fashion”.

“Uno quiere tener un buen precio, pero al final te das cuenta de que o eres un Shein o tienes que gestionarlo así”, añade.

Sin embargo, con su última colección y la ayuda del taller de Oswaldo Machín, han hecho su sueño realidad: traer toda la producción a la isla.

“Al final hacerla en el País Vasco no me dejaba llevar a cabo ciertos procesos de control desde Lanzarote, era un lío”, explica María.

 

El futuro de la moda será sostenible o no será

En definitiva, Tanto Visi como María coinciden en que la moda slow fashion no va a conseguir imponerse frente a gigantes textiles, pero sí creen que estas últimas irán mejorando sus políticas sostenibles con el paso de los años.

“Las grandes empresas se están dando cuenta de que tienen que cambiar, adaptarse a un modelo más ecológico”, explica María. “El fast fashion no va a desaparecer, así que lo ideal es que contaran con una mayor regulación y conviviesen más con negocios como el nuestro”.

Por su parte, la Unión Europea ya ha empezado a tomar medidas al respecto. Concretamente, con su llamado “Pacto Verde” pretenden lograr "un sector más ecológico"y, para ello, proponen una ruta de transición hacia ese modelo sostenible, es decir, los gigantes textiles no van a desaparecer de un día para otro, sino que tendrán un período de adaptación.

En esa línea, Visi insiste en que para que negocios como el suyo sobrevivan a las multinacionales tienen que establecerse regulaciones. “Si regulas a los grandes para que cumplan las normas, subirán los precios y se equipararán con los nuestros”, opina la fundadora de Macaronesia y añade que los negocios pequeños deberían contar con “más rebajas o ayudas fiscales” para subsistir.