"El pasado sábado me puse malo en la Isla de La Graciosa, sobre las cinco de la tarde comencé a notar el dolor de garganta y poco a poco el calor invadía mi cuerpo. Acudí a casa de un amigo para pedirle el termómetro, que marcó 37,6 de fiebre. Ante esto, fui al ambulatorio, serían aproximadamente las siete y media de la tarde. En este centro sanitario me tomaron la temperatura, que había ascendido hasta 38,5. El médico me puso una inyección para combatir mi malestar y me mandó reposo absoluto.
Sobre las 11 de la noche volví de nuevo al ambulatorio para ver si me podían dar cobijo, pero no abría nadie, por lo que mi amigo llamó a un número que había en la puerta. Tras mantener una educada conversación con él, informó a mi amigo de que no me puedía quedar allí, que le estábamos faltando al respeto y que me quedara en la calle. Después de este acontecimiento tan vergonzoso fui a la Policía, donde me atendió un guardia que no estaba de servicio. Él no podía hacer nada, pero dijo que no veía normal eso.
Deambulando por ahí en busca de ayuda, también pasé por la farmacia para ver si alguien podía dar la cara por mí para tener un sitio mejor que la calle donde reposar y que me bajará la fiebre.
Ya entrada la media noche Emerlan me atendió, me trataron y me tuvieron allí en una camilla un buen rato hasta que se me bajó la fiebre. Y así fue todo, una historia que se cuenta y no se cree. Yo sólo pido con esto que en la época de fiestas pongan más atención en ese Centro de Salud y atiendan mejor a las personas, que parecen que nos están haciendo un favor. ¿Para que pagamos nosotros los contribuyentes la Seguridad Social?"