"Yaiza se muere de pena. Nuestro paisaje está cambiando. Esa combinación entre acción del hombre y naturaleza de la que hemos presumido durante décadas y que parecía que llevábamos en nuestro ADN se está acabando.
Mientras, nuestros gobernantes más preocupados por llenar sus buches con más rapidez si cabe por los duros efectos de la crisis, están atentos, eso sí, para enviar a todas las tropas vigilantes del medio ambiente por si alguno de nuestros abuelos se les ocurre cometer algún atentado ecológico por quemar cuatro sepas de parra.
Esta palmera no es la única víctima de la desidia, en los últimos meses, en Yaiza ya se cuentan por cientos los ejemplares que se han dejado morir. Quizás la protagonista de esta foto no es una cualquiera, murió a la edad de 33, los mismos que estoy a punto de cumplir".