Autismo en las aulas

2 de abril de 2018 (18:36 CET)

Hoy 2 de Abril es el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo y es un tema que me llega al alma por motivos personales, por eso decidí abordarlo en esta entrada. Cuando nuestra generación acudía a las aulas convivíamos con alumnado con TEA (Trastorno de Espectro Autista) sin ni siquiera saberlo porque su diagnostico no es fácil y hay diferentes categorías del mismo, pero hoy en día sabemos cuáles son los niños o niñas que lo tienen y comparten la mañana con nuestros hijos.

Según los últimos datos oficiales, se estima que uno de cada 175 niños nace con TEA. En la clase de mi hijo menor hay un niño con autismo y recuerdo los comentarios fuera del aula, de las madres o padres que solemos ser más crueles que nuestros hijos, y siempre por lo mismo: falta de información.

Por eso hoy aprovechando este día escribiré sobre este trastorno y como la educación influye en su tratamiento, pero sobre todo escribiré sobre cómo influye en nuestros hijos convivir a diario con personas especiales. Ya no podemos seguir escudándonos en la desinformación porque tanto los niños que tienen TEA como nuestros hijos tienen derecho a una educación inclusiva, a valorar las diferencias y hacerlas suyas.

Debemos acabar con la discriminación desde la infancia, está claro que en la adultez la aceptación de lo diferente cuesta el doble. Al final lo importante es que nuestros hijos e hijas sean felices, y si ese amigo especial tiene TEA solo puede significar que tu hijo tiene una inteligencia emocional incalculable. ¿Quién soy yo para no aceptar esa relación? Si no la aceptara significaría que soy una persona adulta llena de prejuicios que seguramente forje en mi niñez. No quiero, ni puedo, imaginar que hubiera pasado si desconociera los derroteros del TEA cuando mi hijo me habló sobre su nuevo colega.

El primer hándicap al que se enfrentan los niños autistas es la aceptación por parte de sus padres sobre el diagnóstico ya que muchos prefieren ocultar el trastorno para evitar la discriminación, situación que a la luz de los comentarios sobre el amigo de mi niño (y más sobre su amistad) puedo comprender. El autismo no tiene cura pero sí un tratamiento que pueden contribuir al desarrollo y bienestar del niño. La integración social de un niño con TEA no depende exclusivamente de la educación que reciba, influyen otros factores como: tipo de autismo, grado de afectación y el entorno familiar y social. Deben recibir una educación de calidad, con métodos y terapias adecuadas, y siempre que sea posible en el aula ordinaria para que se integren en un entorno corriente desde su niñez. No podemos olvidar que crecerán y si se educaron en colegios especiales su integración a la realidad será más difícil.

La decisión de la forma de educación de los niños con TEA depende de sus padres, de sus médicos y de sus docentes porque cada niño manifiesta el autismo de una forma diferente y a pesar de no ser una discapacidad del aprendizaje sí que lo afecta. Debemos de una vez normalizar estas situaciones y tomar conciencia social mientras esperamos que la esfera política reaccione y lo incluya en su agenda. Es una realidad que se necesitan recursos especiales para su educación y la falta de voluntad política hace que muchos centros escolares se vean desbordados con la situación e inviten a los padres a llevarse a sus hijos a centros especiales.

El lema escogido para concienciar este año es "Rompamos juntos barreras por el autismo. Hagamos una sociedad accesible". Es una buena noticia que la Gerencia de Servicios Sanitarios de Lanzarote haya incorporado en los centros de salud y consultorios locales de su red de Atención Primaria pictogramas fácilmente identificables en las puertas de las consultas para facilitar la accesibilidad de las personas con TEA. Empezamos a sembrar conciencia pero aún queda un largo camino por recorrer.

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