Una civilización asaltada por epidemias animales

Por Teresa Antequera Cerverón No sólo la opinión publica norteamericana, sino también los gobiernos de otros países están alarmados ante los numerosos casos de contagio y muerte por peste porcina. Una infección que pronto empezará a atemorizar a medio ...

1 de mayo de 2009 (10:11 CET)
Por Teresa Antequera Cerverón
No sólo la opinión publica norteamericana, sino también los gobiernos de otros países están alarmados ante los numerosos casos de contagio y muerte por peste porcina. Una infección que pronto empezará a atemorizar a medio ...

No sólo la opinión publica norteamericana, sino también los gobiernos de otros países están alarmados ante los numerosos casos de contagio y muerte por peste porcina. Una infección que pronto empezará a atemorizar a medio mundo en la medida en que los controles sanitarios no se cumplan estrictamente en los aeropuertos. Aunque no deberíamos mirar con temor únicamente a México, a Estados Unidos o a los países mas afectados; sin ir más lejos hace tan sólo un año aparecieron varios focos de "Lengua Azul" en explotaciones del sur de España, sembrando un justificado miedo nacional. Además, aunque no parezca relevante para los medios de comunicación, en la actualidad siguen produciéndose muertes, también en España, por la llamada enfermedad de las vacas locas.

Un observador atento habrá notado que cada vez son más cortos los espacios en los que llega al ser humano un peligro verdaderamente serio procedente del reino animal. Los brotes de Gripe Aviar surgidos hace unos años en algunos países de Asia, pusieron en alerta a medio mundo al tratarse de una enfermedad que podía pasar al hombre trasmitida porlas aves, a las que las fronteras no les resulta un obstáculo.

También hace solo unos años, la epidemia de EEB, llamada enfermedad de las vacas locas, fue realmente sólo la punta del iceberg. Quien dejó de comer carne de vacuno, descubrió que tampoco era seguro comer carne de cerdo, porque hubo rebaños enteros que fueron drogados con antibióticos al ser potenciales portadores de la peste porcina. Más tarde se infectaron los hocicos y las pezuñas de las ovejas y de los cerdos, era la fiebre aftosa.Así fueron quedando únicamente las aves de corral, las que más tarde pusieron en jaque a los servicios sanitarios de medio mundo por el peligro de contagio de la más peligrosa cepa. Quien quiso "cambiar de tren", tomando carne de pescado, descubrió que los peces del Mar del Norte y del Báltico estaban contaminados con dioxina. Las carpas y truchas de las piscifactorías son alimentadas con sus congéneres del Mar del Norte y del Báltico transformados en harina de pescado.

A pesar de que cada vez se investiga y se reflexiona más exhaustivamente para saber de dónde vienen todas estas enfermedades, si de la alimentación a base de cadáveres, de los insecticidas, de los antibióticos o del estrés que reina en los establos de cría intensiva, lo cierto es que las enfermedades y epidemias animales suceden con cada vez más rapidez. ¿No será que el reino animal se rebela ante tanto abuso? La humanidad debería reflexionar sopesando la posibilidad, cada vez más contrastada, de que vamos por un camino equivocado en nuestra relación con la Madre Tierra y con las demás especies que viven en el planeta. No es casualidad que el ser humano esté siendo en el último decenio asaltado por una cadena de epidemias de origen animal, los que son explotados y masacrados cruelmente únicamente para nuestro beneficio.

Sin embargo, se vislumbra un nuevo tiempo, en el que disminuirá la matanza de animales, para un día desaparecer por completo, lo que ya profetizó el genio universal Leonardo da Vinci, diciendo: "Llegará un día en que los hombres serán juzgados por la muerte de un animal como hoy se juzga el asesinato de un hombre. Llegará el tiempo en el que comer carne será condenado como hoy se condena el comerse a nuestros semejantes, es decir, el canibalismo". El maltratado mundo animal obliga ahora a la humanidad a dar este cambio. Cada persona puede contribuir a ello en beneficio de su propia salud, y también por respeto al derecho de los animales a su propia vida.

*Teresa Antequera Cerverón, miembro de Vida Universal

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