Por más que se haya intentado marear la perdiz en los últimos años, Lanzarote ha sido y será, fundamentalmente, un destino de sol y playa. Sin embargo, en lugar de cuidar los encantos naturales de la isla, lo que se ha hecho desde el inicio del "boom" turístico es retroceder.
Por un lado, apostando por un turismo masivo, a costa de construir hoteles ilegales que hoy han saturado el mercado; pero también abandonado los que deberían ser los pilares de Lanzarote. Y es que resulta incomprensible que, en un destino de sol y playa, que además vive fundamentalmente del turismo, la mayoría de los municipios hayan perdido banderas azules en la última década.
Prácticamente todos, a excepción de Tinajo, tuvieron este galardón en alguna de sus playas. Sin embargo, hoy sólo conserva todas el municipio de Tías, y algunas el de Yaiza. En el resto, han desaparecido por problemas de vertidos y aguas fecales o, simplemente, por no haber invertido en la accesibilidad y los servicios de esas playas, o hasta por no tener la vigilancia adecuada.
A esto, además, podríamos sumar la última cruz de las medusas, que este año han traído un auténtico quebradero de cabeza a Lanzarote. Las plagas empezaron durante el invierno pero, meses después, el verano ya está aquí y no hay ni una solución o propuesta para paliar este problema.
Desde Tías han solicitado reiteradamente que se aborde el asunto por parte del Consorcio de Seguridad y Emergencias, ya que hay otros lugares de España que sufren este problema desde hace años e intentan hacerle frente, por ejemplo, colocando redes para evitar que se acerquen a la costa. Sin embargo en Lanzarote, como de costumbre, no se ha hecho absolutamente nada.
Además, a la desidia que han demostrado durante años las instituciones, dejando que se deterioraran los principales activos de la isla, también hay que sumar lo que sí se ha hecho, pero se ha hecho mal. Y uno de los ejemplos, tal como refleja esta semana un reportaje de La Voz de Lanzarote, se puede encontrar en el Varadero de Puerto del Carmen.
Una zona emblemática para residentes y turistas ha perdido toda su esencia por culpa de las obras que se hicieron en la pasada legislatura, para ampliar y mejorar el puerto de La Tiñosa. El ex alcalde asegura que la obra era necesaria pero, viendo el resultado, parece realmente increíble que no se hubiera podido abordar de otra forma. Y es que lo que antes era un espacio lleno de encanto con vistas al mar, hoy sólo es un recinto rodeado de hormigón, donde los restaurantes critican que han perdido la mayoría de sus clientes.
Desgraciadamente, no es el único caso de proyectos que se han acometido de mala manera en la isla. Pero si es sangrante que eso suceda en cualquier obra, duele aún más cuando se trata de un espacio que se ha echado a perder y difícilmente se podrá recuperar.
"El espíritu de César cada vez está más difuminado, más maltrecho. Es una pérdida patrimonial extraordinaria. Si seguimos creciendo en plazas y banalizando el destino, uniformando la isla con campos de golf, parques temáticos y muelles deportivos, se acabará definitivamente con el espíritu de César". Estas palabras son de Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación César Manrique, que ha hecho balance de los 20 años de historia de esta entidad. Y desde luego, analizar lo que ha sucedido en la isla en estas dos últimas décadas, es la mejor forma de entender los errores que se han cometido.
Y criticar eso no es cosa de ecologistas o "radicalistas verdes". Lo que se ha puesto en juego con determinadas acciones es la calidad de vida de los vecinos de esta isla, y la economía de Lanzarote. La que hoy se está viendo aún más castigada por la crisis precisamente por esos errores, al haber creado un sistema ficticio.
Y todo ello, de la mano de muchos políticos que han primado los intereses de unos pocos, que sí han logrado hacer lucrativos negocios durante este tiempo, a costa de los intereses de la mayoría. Y lo peor es que, mientras tanto, ni siquiera les quedaba un poco de tiempo para cuidar lo más elemental. Para mantener al menos lo que no iban a llenar de cemento.
Afortunadamente, Lanzarote sigue teniendo muchos encantos que la siguen manteniendo como un destino privilegiado, tanto por su paisaje como por la propia herencia que dejó Manrique en los Centros Turísticos. Pero mientras los representantes públicos sigan ocupados en Dios sabe qué (en algunos casos es la Justicia quien lo sabe o lo investiga), y en seguir viviendo y enchufando a gente a costa del dinero de todos, la isla seguirá perdiendo poco a poco lo que un día le convirtió en un destino de bandera.