Hace tiempo leí en alguna parte que todos somos terroristas. Todos salvo, claro está, quienes de verdad ejercen tan innoble tarea y se lucran del chantaje y el terror a golpe de tiro en la nuca o bomba lapa. Todos tenemos que pasar -o al menos eso pretenden- por las horcas caudinas que tratan de imponernosuna serie de arribistas logreros que no pretenden otra cosa que colocar al estado en almoneda, en un ejercicio de deslumbrante cinismo político, orlado por la mas abyecta de las hipocresías: la de lo políticamente correcto, según ellos.
Todos somos terroristas, si no de hecho, al menos "in pectore", cuando permitimos que unos pocos desalmados intenten impunemente hacer añicos aquello que tanto añoramos durante la larga noche de la "oprobiosa", y al
fin logramos, a lo que se ve, inmerecidamente: la Democracia.
Llegar esta y empezar toda clase de maniobras arteras, invocando para ello toda suerte de sacrosantos derechos, extraídos de no se donde,con la decidida intención de convertir la nación de todos en un repelente patio de
monipodio, fue todo uno. De esto todos somos culpables, si bien la disculpa favorita en boga consiste en echar la culpa de todo al anterior inquilino de la Moncloa, como causa primera y fundamental, epítome y paradigma de los
males que nos aquejan. Culpa puede que hayan tenido, y no poca, pero no son los únicos ni con mucho. Los hay tan culpable o mas y por ahí andan colocándose las medallas de salva patrias, mientras otros, unos pocos, tratan de recoger las nueces que la violencia a hecho caer del nogal de todos.
Es cierto, todos somos terroristas, salvo quienes se empecinan en permanecer en los albañales de la Historia. O quienes se consideran virtuosos del episteme al uso; integrantes en exclusiva de lo políticamente correcto,
aunque no pocos de ellos no hayan salido aun de la inclusa intelectual. Ellos no son terroristas ¡Faltaría mas.!.
Jesús Lavín Alonso
