"Yo tengo hecha con el cielo
una escritura perpetua
de no marcharme de este mundo
hasta que la muerte no venga."
Augusto Ferrán.
Hace más de cien años que aparecieron los primeros anuncios de aguas milagrosasy de sortijas para combatir todos los padecimientos.
El carácter psicosomático de ciertas dolencias y la comprensible ansia de curación de los pacientes explican en buena parte el auge adquirido por estas soluciones fantásticas o milagrosas.
En algunas ocasiones -las menos- nos encontramos ante técnicas curativas no ortodoxas o no validadas científicamente, que juegan con la credulidad de las personas asegurando que pueden llegar donde la medicina oficial no llega.Pero existen también sustancias que pueden provocar graves efectos secundarios y agravar las dolencias que teóricamente curan. E, incluso, supuestos "remedios" que, aun siendo inocuos, acaban siendo mortales para el enfermo al engañarle y apartarle de las soluciones médicas.
Tanto los colegios profesionales como las jerarquías sanitarias son tardos en responder a este tipo de curaciones milagrosas. No entendemos que existan normativas muy exigentes para la introducción de una nuevo fármaco o la realización de ensayos clínicos en nuestro país, mientras permanecen indiferentes ante remedios en los que no existe ninguna evidencia documentada de su utilidad.
La obesidad es uno de los problemas que más preocupa a la población actual en los países desarrollados, por razones sanitarias como puramente estéticas. Este último aspecto ha sido decisivo en el desarrollo y proliferación de falsas técnicas de adelgazamiento casi milagrosas. Son muchos los anuncios que diariamente contribuyen a engañar a miles de personas que no son capaces de reconocer que "comen más de lo que necesitan"y que hacen una vida muy sedentaria.
Recientemente se han multiplicado las ofertas terapéuticas que se anuncian como eficaces en algunas enfermedades crónicas, sobre todo en aquellas en las que los resultados de los tratamientos de la medicina actual distan de ser satisfactorios.
Estos remedios milagrosos se ofrecen con un cierto ropaje "científicos"y se anuncian profusamente, atrayendo a unos colectivos de enfermos ávidos de alcanzar una solución más eficaz para sus síntomas.
Se hace necesario que se cumpla al máximo la legislación que existe en nuestro país sobre la publicidad sanitaria. LaLey General de Sanidad obliga a la veracidad de la publicidad referida a los productos sanitarios y limita la publicidad que puede constituir un peligro para la salud. Y es que, como dijo el poeta: "La mentira corre tanto / para alcanzar la verdad, / que en el impulso que lleva / siempre se la deja atrás".
Francisco Arias Solis