¿Qué nos pasa?

Sigfrid Soria
5 de noviembre de 2018 (11:52 CET)

En España, en muy poco tiempo, nos hemos olvidado de la concordia pactada en la Transición mientras abrazamos una ley llamada Memoria Histórica, cuyo objetivo es revisar ideológicamente el pasado para eliminar lo inconveniente y ensalzar monográficamente lo conveniente, más allá de los verdaderos hechos ocurridos. Asimismo, hace nada podías ser canario y hablar y escribir español, como español que eres, utilizando la segunda lengua más hablada en el mundo después del chino, y opositar en Vascongadas y Cataluña como vascos y catalanes lo pueden hacer en la actualidad en Canarias, como españoles que son. Ahora ya no.

Cierto es que había machismo y que era necesario corregirlo para ser más perfectos, pero en ese empeño estamos en el punto de que ser varón heterosexual implica ser inferior, primitivo y potencialmente peligroso. Por el contrario, ser mujer, gay, lesbiana o transexual imprime un plus evolutivo en un ambiente hostil a todo lo tradicionalmente establecido, ahora denominado heteropatriarcado. La ideología de género es un agujero negro en el que caen fondos públicos que son utilizados para condenar sumarísimamente a lo masculino, para arrancarle la presunción de inocencia y conferirle una permanente y antidemocrática presunción de culpabilidad.

La corrección política se está tornando antitaurina, vegana, anticapitalista, pro palestina y anti patriota de España. La coletilla España es importante remarcarla porque sin embargo el patriotismo relacionado con Cuba, Venezuela, Palestina y Nicaragua se acepta ampliamente en esa nueva corrección política, de tal manera que llevar una camiseta con una bandera de un país bajo una dictadura socialista denota un estadío evolutivo muy superior, mientras quienes llevamos un cinturón, pulsera o gemelos con la rojigualda somos gente retrógrada, inmovilista y heteropatrialcal.

El virus del populismo se ha instalado en nuestra sociedad y su buenismo ha arrastrado a todos los partidos políticos hacia sus falaces posiciones. Ahora se habla de Pueblo, con mayúscula, dotado este de una supuesta conciencia supraindividual metafísica con olor a marxismo leninismo, teniendo en todo este contexto mucho valor e impacto mediático positivo las coletas, las camisetas, los vaqueros medio caídos y las sandalias. Los shows en las altas instituciones del Estado, como las Cámaras Legislativas o las recepciones oficiales del propio Jefe del Estado, cotizan al alza. Lo importante es reventar visualmente los códigos establecidos para significar diferencia, aunque quienes realizan todas esas indignas puestas en escena abandonen sus barrios de procedencia, de los que prometieron no salir jamás, trasladándose a vivir a zonas de la élite que tanto denuestan.

Nos acercamos a que el piropo a una mujer sea delito, pero quemar una bandera de España, o sonarse los mocos en ella, sea un acto reivindicativo que hay que tolerar. Invadir el espacio público con plástico amarillo es una señal democrática envuelta en libertad de expresión, aunque lo que represente sea la mentira de que en el Estado español hay presos políticos. Que no falte la infinita invocación al diálogo frente a quienes quieren dialogar absolutamente nada porque su único objetivo es liquidar España. Cuando el derecho a la propiedad privada comienza a desvanecerse porque la "okupación" lo corroe, o el presidente del Gobierno filtra el posible indulto masivo a delincuentes condenados por rebelión para asegurarse unos cuantos meses más como presidente, cuando todo eso ocurre y todo ello se percibe como normal en un ambiente de relativismo moral absoluto, es cuando hay que preguntarse, ¿qué nos pasa?

El nauseabundo caos que sufre España, descrito cual punta del iceberg en los párrafos anteriores, no es en modo alguno fruto de la casualidad. El caos siempre conlleva inestabilidad y cambios, siendo precisamente eso lo que le sucede a la España de 2018, los cambios. Además, todo acontece a un ritmo jamás visto, ritmo y velocidad que aturden a los españoles a los que no les queda más remedio que permanecer anestesiados por el buenismo tolerante imperante. Dichos cambios de paradigma son liderados por fuerzas mundialistas como la ideología de género, pilotada por el lobby LGTB, como las Primaveras Árabes que han derivado en la invasión musulmana de Europa, gestionada por ONGs, y muy concretamente en España como el separatismo o el populismo. Que a nadie le extrañe lo que expongo puesto que es sabido que George Soros financia tanto el independentismo como financió el movimiento 15M que desembocó en PODEMOS, sin olvidar que dicho magnate financiero fue recibido por Pedro Sánchez en Moncloa. Huyendo de posiciones conspiranoicas, lo que sí afirmo sin lugar a dudas es que el beneficio de los especuladores internacionales está en el desequilibrio de las sociedades, por lo que las sociedades inmersas en grandes cambios o fuertes crisis son los escenarios ideales de la especulación financiera globalista. A río revuelto, ganancia de pescadores. Y el río de España está más revuelto que nunca.

 

*Sigfrid Soria del Castillo Olivares, afiliado a VOX

 

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