Inmenso bochorno

Sigfrid Soria
16 de abril de 2016 (10:12 CET)

Como afiliado al Partido Popular siento una enorme vergüenza por lo que José Manuel Soria ha demostrado en estos días.

Al leer el título de este artículo de opinión, y el primer párrafo, algunos habrán interpretado que dicha vergüenza que siento es por la gestión de Soria como Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, o por su gestión como Presidente del Cabildo de Gran Canaria, o por cuando fue Consejero de Economía y Vicepresidente del Gobierno de Canarias o por su balance como Ministro del Gobierno de España.  ¡Craso error!

Muy al contrario, estoy plenamente orgulloso por cómo cambió la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, por su gestión al frente del Cabildo de Gran Canaria, por su defensa de Canarias en su etapa del gobierno canario y por su indiscutible lucha por el interés general de los españoles y, por supuesto, por el de todos los canarios.  La rehabilitación del barrio de Guanarteme, la circunvalación de Las Palmas de Gran Canaria, la espectacular expansión hacia la zona alta de la capital, el saneamiento económico del Ayuntamiento, el impulso del patrimonio histórico y arqueológico de Gran Canaria, la apuesta insular por la atención social y sociosanitaria, la decidida política insular de atención a la mujer y a los mayores, la histórica prevención anticipada de la crisis económica en Canarias con su ejemplar viabilización financiera y presupuestaria, el comienzo de la reducción del déficit tarifario eléctrico español, el valiente fin de las insostenibles primas a las renovables, la acertada política energética nacional que incluyó las prospecciones petrolíferas, la eficaz política turística y el cambio de modelo industrial son solo algunos ejemplos de la magnífica gestión de la dilatada carrera política de José Manuel Soria.

José Manuel Soria siempre ha acomplejado a los políticos que le han rodeado por su extraordinaria capacidad de acierto en la gestión de sus responsabilidades.  Ese perfil solo lo presentan los gestores fuera de serie y él ha sido uno de ellos.

Yo he apoyado a José Manuel Soria desde 1999 en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, cuando me encargó la puesta en marcha del Instituto Municipal de Deportes, posteriormente como Alto Cargo del Gobierno de Canarias y también como Diputado.  Mi último apoyo, junto a mi mujer, fue el pasado lunes 11 en primera fila en el acto que organizó el Partido Popular de Lanzarote en Arrecife.  Ese día fue el día en que el asunto "Papeles de Panamá" saltó a la opinión pública y en el que Soria se prodigó en explicaciones que negaban cualquier participación y responsabilidad suya en el escándalo.  Acabé convencido de la pulcritud del político y no creo equivocarme al afirmar que conmigo acabaron convencidos buena parte de toda la familia popular y de españoles ajenos al Partido.  Su eficaz discurso y la prontitud de la respuesta fueron absolutamente convincentes.

José Manuel Soria ha hecho lo peor que puede hacer un político: pedir la confianza de sus compañeros de Partido, y de los ciudadanos en general, sabiendo que no es merecedor de ella e intentando exclusivamente salvarse sin medir el perjuicio causado.  Así como el médico que operó con éxito a 12.000 pacientes y el 12.001 fallece por negligencia severa aniquila su prestigio, la reputación como gestor de Soria se la ha cargado él mismo y pasa a la historia como el egoísta mentiroso que ha demostrado ser.  Al Partido Popular y a mí mismo solo nos resta pedir disculpas desde nuestra condición de engañados.

 

Por Sigfrid Soria

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