El cambio:de lo bueno a lo nefasto

Sigfrid Soria
2 de febrero de 2015 (09:30 CET)

La España que se encontró Aznar tenía un paro del 22,83% y un déficit del 5%. La que se encontró Zapatero tenía un paro del 10,74% y sin déficit. La que se encontró Rajoy tenía un paro del 22,85% y un déficit del 10%. En los 37 años de democracia, 21 ha gobernado el PSOE y 11 el PP, siendo el período de la alternancia de esos dos Partidos, 32 años, el último. En esos 32 años, el PSOE ha arruinado a España en dos ocasiones y el PP ha solventado la primera ruina y va camino de solventar la segunda.

La Constitución española ha sido el instrumento que ha mantenido a España fuerte frente a brutales embestidas como la del golpe de estado de 1982 o la de los más de 829 muertos por el terrorismo independentista de ETA. Pese a las enormes dificultades vividas en los 37 años de la democracia española, el progreso socio económico de los españoles ha sido espectacular.

Pero, el sufrimiento por la segunda ruina socialista, la de la etapa de Zapatero, ha sido especialmente severo y ha tenido dos consecuencias: la primera es un enorme impacto negativo en el propio PSOE, y otras formaciones de la izquierda, el cual se enfrenta a su propia desaparición como fuerza con opciones de gobierno. La segunda consecuencia es el surgimiento de un movimiento político revolucionario de ultraizquierda que ocupa el hueco dejado por los votantes del PSOE.

Tan es así lo que está ocurriendo que en la práctica ya se acepta que las dos grandes opciones electorales están circunscritas al PP y a ese Partido revolucionario: Podemos. 

De hecho, todos los análisis demoscópicos apuntan en ese sentido. Por tanto, la dicotomía electoral aparente va a ser entre la continuidad del PP y el cambio de Podemos.

Pero, ¿qué continuidad y qué cambio?

La continuidad que representa el PP es la del convencimiento constitucional. Sin embargo, el cambio que propugna Podemos es el de la ruptura de nuestra democracia. 

No es de extrañar la animadversión de este Partido antisistema por el orden constitucional y por la democracia pues ha nacido con los apoyos del corrupto narcoestado venezolano así como del régimen fundamentalista islámico iraní.

No obstante, lo más sorprendente es que el cambio que persiguen los antisistema es el de un gobierno aplaudido internacionalmente por haber cambiado positivamente en tres años a España por uno, el de ellos, con el esquema socialista populista bolivariano que ha devastado a Venezuela. Sencillamente, inaudito.

Es de esperar que los españoles valoren los méritos de cada cual en las encrucijadas electorales que tenemos a la vista a lo largo de 2015.

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