Ni confeti, ni serpentinas, ni turutas, ni gorritos
iridiscentes de ninguna clase; que nadie, se deje
arrastrar por ilusión alguna porque, en aspectos
fundamentales relativos a los derechos humanos,
comienza un año en España idénticamente igual de
nefasto que el que acaba de concluir en el calendario.
Y el que diga lo contrario, miente.
Los medios de comunicación se encargarán de intentar
ocultar con cuidadoso celo, como han hecho hasta la
fecha, que sin salir de nuestro país, y durante los
trescientos sesenta y cinco infames días venideros,
centenares, si no miles, de niños van a resultar
violenta y secretamente mutilados en sus partes con el
único objeto de reprimir y mortificar irreparablemente
su sexualidad.
Hoy como ayer, jueces, fiscales, policías, médicos,
enfermeras, maestras, asistentes sociales, monitores,
psicólogos, políticos, antropólogos, familiares,
amigos y conocidos, colaborarán con su confusión
ideológica, con su actuación irresponsable y con sus
silencios culpables, si no con su participación
directa, en la sanguinaria circuncisión no terapéutica
de menores, por ejemplo, de origen magrebí, que quizás
soñaban encontrar entre nosotros un respeto por el
individuo desconocido en sus respectivos países de
origen.
De los quince millones de criaturas sanas e inocentes
son implacable e innecesariamente mutiladas en sus
genitales en este mundo cada año. ¿Cuantos cientos o
miles de individuos en esta escalofriante estadística
constituyen la cuota que corresponde a España?
Justicia, Sanidad y Educación, ni saben, ni contestan.
¿No hay represión policial alguna contra el terrorismo
organizado de los torturadores profesionales y
organizados de menores? Mientras los burócratas del
Estado y los partidos se afanan en perseguir el humo
del tabaco, por mí y por mi hijo quisiera
sinceramente, olvidar todo, apretar el botón del
hiperespacio, y poderme recomponer como árbol, que es
apenas sensitivo...
José Francisco Sánchez Beltrán