por ANTONIO GUERRA LEÓN
No sé si los ciudadanos de las islas orientales se habrán percatado, esperamos que sí, del hecho singular, por lo escaso, de la decisión del Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife) de reprobar solemnemente la triste actuación del señor presidente del Gobierno, el ínclito y huidizo don Adán Martín Menis, por su lamentable actuación en los momentos cruciales de la llegada al Archipiélago del fenómeno atmosférico Delta.
La moción de la reprobación fue aprobada con los votos favorables de los concejales socialistas y "peperos" que, juntitos y amarraditos, suman uno más que los "nacionalistas" de CC, encabezados por la señora alcaldesa doña Ana María Oramas.
Este ha sido para nostros un acto de verdadero talante democrático, repleto de responsabilidad política y cariño por los ciudadanos. Todo, por la forma lamentable en que se ha manejado este especial asunto por parte de los inútiles gobernantes que por desgracia tenemos que padecer.
Personajes estos que desde el primer momento salieron a defender a capa y espada a sus "amos" capitalistas llegados del "godo" hace años para esquilmar a los canarios. Y que, días más tarde (todavía estando a oscuras casi medio millón de personas en Tenerife) cambiaron las formas y los modos contemporizadores con Unelco-Endesa para como viejas lloronas gemir, jeremíacamente y atolondrados, en todos los medios contra sus íntimos amigos eléctricos, que estaban acuciados, sin duda, ante la indignación incontenida de los habitantes de nuestras islas. La actuación de nuestros dirigentes se convirtió como todos hemos comprobado en un salto espectacular, digno de los artistas del Circo Chino (instalación que, por cierto, también se llevó el viento reinante en La Laguna).
Debemos de significar que la figura de la reprobación no contiene en sí misma ninguna pena política o penal, digamos, de tipo efectivo. Como por ejemplo la dimisión, palabra que no consta ni por asomo, como todos sabemos, en el "Diccionario de responsabilidades de nuestras autoridades, faltaría más. La moción aprobada consiste, así lo entendemos nosotros, sólo en una llamada de atención pública y notoria a la falta de decisión y responsabilidad que en su día no asumió, como era su deber, el presidente. Tampoco se debe dejar atrás a los "cucos" de los presidentes de los distintos Cabildos Insulares que, igualmente, se "lucieron" de forma espléndida en sus cometidos como gobernantes isleños, escabullendo el bulto y callados como "tusos" metiditos entre sábanas calentitas.
Se trata, por lo tanto, más o menos, de un castigo moral parecido a dar en el culito del presidente unas cuantas nalgaditas con una alpargata (lona en canario), poner virado frente a la pared a don Adán durante horas, dejarlo sin postre u obligarle a escribir en la pizarra mil veces: ¡mi deber es velar por la salud de mis ciudadanos y hacer menos turismo!
Al fin y al cabo, todo este aparataje político-recriminatorio puede parecer una gilipollada, y seguramente así se lo toman ellos, pero, ¡compadre!, menos da una piedra, por lo tanto, y para terminar, estamos discretamente contentos por esa reprobación municipal al Presidente Canario. ¡Que cunda el ejemplo!