Una Vox municipal

Raquel Jiménez Martagón
15 de mayo de 2019 (18:06 CET)

Las elecciones municipales constituyen un mundo aparte dentro del amplio espectro que abarca la democracia en cualquier país civilizado.

Se equivocan aquellos que piensan que lo que el ciudadano vota en las generales es casi lo mismo que hace en las Autonómicas y en las locales, si bien es cierto que, en lo que respecta a la elección de parlamentarios autonómicos, el sentido del voto es más parecido.

Son muchas y autorizadas, las voces que apuntan que unas elecciones municipales tienen un carácter que difiere mucho de lo que se plantea en la generales. La política municipal no entiende de ideologías salvo en aspectos muy puntuales como podría ser el plan general, no porque la elaboración de dicho plan tenga un carácter ideológico sino porque el enfoque que una corporación determinada le puede dar, varia si la influencia en su redacción la tienen los empresarios o se prima mas el interés social y ciudadano.

Mas allá de esta circunstancia, que una farola funcione, que las calles estén bien asfaltadas y limpias o que se atienda correctamente a las personas más necesitadas no es cuestión de ser rojo, azul, naranja o morado, sino de demostrar capacidad de trabajo y seriedad en la gestión, algo que falla en demasía en nuestro ayuntamientos.

De la misma forma que ni los millones de votantes del PP son todos de la Gürtel, ni los del PSOE se han beneficiado de los ERES, ni los de Podemos tienen todos un Chalete en Galapagar, los votantes de VOX no somos peligrosos terroristas fascistas, ni resucitadores de Hitler, ni ningún otro extremo que se nos pueda calificar. Somos tan normales como todos los demás, con la diferencia que vemos la vida de otra manera diferente, tan licita como las de los demás por una cuestión de principios, desde el momento en el que la verdad absoluta no existe, la que me asiste a mi o la que yo puedo defender en un momento determinado es tan válida y respetable como la de los otros ciudadanos.

Los que nos presentamos al Ayuntamiento de Arrecife somos ciudadanos normales, ni peligrosos terroristas de extrema derecha, ni fundamentalistas religiosos, ni nada que se le parezca. Lo hacemos con el convencimiento de que las cosas se pueden hacer de otra forma, más eficiente, clara y transparente y, sobre todo, sin poner excusas a lo que no se ha hecho hasta ahora.

La política local se basa en parámetros de eficiencia, de seriedad, de transpariencia, precisamente de todo aquello que, en nuestra modesta forma de ver la política, se ha prescindido en los últimos años en la gestión de la tercera capital de Canarias.

Queremos poner a Arrecife en el lugar que le corresponde en función de su importancia en el contexto insular canario, no queremos ni más ni menos, solo lo que en justicia nos corresponde.

Yo soy una mujer canaria, siento los problemas de los canarios porque son los míos y, siendo fiel a ese pensamiento, intento que las cosas funcionen, algo que, a tenor de los visto en los últimos años, ha brillado por su ausencia en la gestión del Ayuntamiento de Arrecife, ayuntamiento por el que han pasado todos, PP, PSOE, PIL Y CC, sin que su actuación haya redundado de una forma eficiente en el beneficio de los Porteños.

No me considero ni mejor ni peor que nadie, pero lo que si tengo claro y por eso me presento en la lista de VOX, es que las cosas se pueden hacer, no ya mejor o peor, sino hacer que ya es mucho.

A la hora de poner excusas, los partidos políticos son unos expertos, aunque todavía no se han dado cuenta que de lo que hoy es Arrecife son responsables todos sin excepción.

Tengan por seguro que, si no fuera porque estoy convencida de que otra forma de hacer política municipal es posible, nunca intentaría esta aventura, no necesito la política para vivir y aunque soy plenamente consciente de que me van a demonializar por cuestiones ajenas a mí y a lo que quiero para Arrecife, no voy a dejar de intentarlo.

 

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