"Mire, estamos trabajando por las tardes sin cobrar y por ahora no podemos atender su caso por la falta de personal". Así me decían desde la Policía Nacional ante la problemática que yo les planteaba. Llevo seis meses aguantando los ruidos que mi vecino hace tanto de día como de noche. He ido a hablar dos veces con él pero alega que en su casa no se oye nada. No trabaja, prácticamente no sale de su casa y además suelen venir muchos coches por aquí. No hace falta dar más datos para saber a lo que se dedica, quizás sí, la casa es de alquiler para más pistas.
En su momento me informé y llegué a la conclusión de que una denuncia no iba a resolver el problema, al contrario, esta especie de mafia podría emprender represalias contra mí o mi familia. Así, en mayo de este año y por medio del Director Insular, Marcial Martín, me entrevisté con el anterior Comisario Jefe, el señor Consuegra, para explicarle mi caso. Salí ilusionado, pero con el tiempo me he dado cuenta que no se ha hecho absolutamente nada.
El martirio de los ruidos siguen. He vuelto a insistir a la Policía Nacional para resolver este problema de forma discreta pero me han dicho que la sección de estupefacientes está saturada de trabajo y que falta personal. Eso sí, me han asegurado que mi caso se tomará en consideración. En este momento mis únicas armas son mi aguante mental y el de mi familia y la posibilidad de denuncia pública. Lejos de enfocar esta Carta al Director como una denuncia, quiero mostrar mi admiración por el grupo de estupefacientes de la Policía Nacional de Arrecife, su labor callada y mucho más allá de sus posibilidades merece todo mi respeto. Por mi parte, como dije antes, sólo me resta tener confianza en sus palabras y mucho aguante.
Quisiera instar a Marcial Martín, uno de los pocos políticos que enfoca la política como una acción de servicio al ciudadano, a que ponga todo su empeño en ampliar los recursos humanos de la comisaría de Arrecife. No hace falta ser muy observador para darse cuenta que la capital en estos momentos está pasando por un período crítico; muchos son los problemas que están tocando en sus puertas. Si nos preguntamos el porqué y el para qué de muchos delitos actuales, encontraremos como respuesta la droga. Es precisamente este problema el que hay que atajar con urgencia y el que merece el mayor número de recursos humanos posibles.
Hace poco, por cuestión de estudios, estuve en Tenerife. En las bibliotecas universitarias habían estudiantes que se pasaban casi dieciséis horas delante de los libros, además, algunos tardaban unos quince minutos en almorzar para no perder tiempo de estudio. Me gustaría que esa mentalidad de lucha, de sacrificio para conseguir objetivos, de servicio al ciudadano de a pie, se instalara en nuestros responsables políticos.
Juan, vecino de Arrecife
