Durante toda la tarde me sollamé vivo sobre la ardiente azotea, no es de extrañar pues, que al ponerse el sol sintiera ganas de dar un largo paseo por la playa. Cuando llegue al Rincón ya era de noche cerrada, pero aún así, la impresionante silueta del Risco se dibujaba con claridad en el cielo ligeramente enrojecido por una tenue calima. Terminaba la bajamar y antes de que empezara la virazón, busqué una zona de arena seca en donde tenderme un rato a descansar.
Y allí en aquella hermosa soledad, en aquel regalo de la naturaleza, pensé en ti Patricia. Obvié el rumor de las olas, las estrellas, la quietud y poesía del ambiente y pensé en ti y en tu vida, Patricia.
Sé que te encantaba la música y el baile, el cine, que eras simpática y vital, que todos te querían y que a pesar de tu enfermedad y fragilidad física eras un reducto de fortaleza. Chalo me habló de ti, pues yo apenas te conocía. Sólo te vi una vez y recuerdo solamente tus ojos; grandes, negros, profundos y llenos de alma. Toda tú estaba en ellos.
Acaso por delicadeza, porque no vieras en mí ningún morbo, apenas me fijé en tu carita estragada por la enfermedad, en cuanto vi tus ojos penetré en ellos y será ilusión pero creo que en los instantes que duró tu mirada, hablándonos desde dentro nos hicimos amigos; tú me hablaste de las ilusiones que llenaban tu corazoncito de catorce años, de tu lucha, de tu esperanza y de tu amor por todo y por todos, y yo, para no enfriar tu entusiasmo, sonreí alegremente y no te conté mi pena.
Nunca sabremos por qué , Patricia; más de una vez te preguntarías, ¿ por qué yo, Señor?. Nunca hubo respuesta. No hay respuesta, querida niña. Pero al menos tú no te desesperaste, es mas, recibías dolor y dabas amor. Y eso pequeña, sólo lo hacen las almas grandes. Por eso, Patricia y porque eres mi amiguita, desde el fondo de mi corazón y con todas las fuerzas de mi alma, deseo que haya un dios justo y poderoso que pueda premiar tu bondad. Amén.
Me empiezan a pesar los años y tengo una rodilla mal, pero mientras vaya aFamara , siempre pasearé por la playa y cuando llegue al Rincón me tenderé sobre la arena y pensaré en ti, Patricia. Y si también pienso en mi hijo, tú mitigaras mi pena. Y cuando vea una ola encrespada embestir contra las Bajas, sabré que tú estás allí, fresquita como dijo tu padre. Y me alegraré por ti porque sé que ahora, sí podrás correr y saltar con entera libertad sobre las olas. Un beso. (1)
(1).- En memoria de la niña Patricia Toledo Arocha que se fue a jugar con las olas, el día 22 de julio del presente año.
J.P. PARRILLA