¿Nos implicamos. o no?

27 de octubre de 2005 (12:52 CET)
Actualizado el 1 de octubre de 2020 (15:38 CET)

por Santiago Daniel Catalán Olaria

Soy «maestro» aunque sólo llegue a «aprendiz» y de los últimos en relación con el «Maestro», el único verdadero. Trabajo en la Enseñanza y no soy sólo un «enseñante»: calificativo que el actual MEC se empeña en encasquetar a quienes hacemos de la docencia nuestro trabajo y nuestra vocación; trabajo en la Enseñanza y lo hago porque creo que este ámbito es el más idóneo para trabajar en la transformación de nuestro mundo: anunciando valores -no sólo tareas para casa-, promoviéndolos -no sólo ejecutando actividades académicas-, viviéndolos codo a codo con mis alumnos -no sólo predicándolos con la palabra-, tratando de ofrecer motivos de esperanza ante la avalancha de malas noticias con las que los Medios de Comunicación y el sistema que los maneja tratan de hacernos creer que «por más que hagamos... nada podemos hacer» y ayudando al alumnado a razonar analizando la realidad -pero TODA la realidad no sólo la que a algunos les interesa que conozcamos escondiendo la otra-, a buscar caminos alternativos y ensayando formas concretas de andarlos.

Sin embargo, nuestro actual Ministerio de Educación y Ciencia, con su exquisito «talante socialista», no sólo desampara y precariza la labor de los trabajadores de la Enseñanza sino que traiciona los principios más esenciales de todo sistema educativo que quiera ser coherente con el marco constitucional del Estado y con la Carta Universal de los Derechos Humanos (basta leer con detenimiento ambos documentos en relación con la Educación y todos podremos darnos cuenta de lo que afirmo).

Me refiero, para más señas, al simple principio de la «libertad de Enseñanza». En pleno verano, 22 de julio de este año, el Consejo de Ministros del Gobierno Socialista derogó la LOCE y volvimos drásticamente a la LOGSE, de hecho, pero con algunas variaciones aún más negativas:

1) Hacen casi desaparecer las materias de Humanidades: Artes, Filosofía, Historia,. que quedan como retazos en el marco general de otras o englobadas todas en una.

2) Se introduce, de nuevo, el interés por «adoctrinar» e ideologizar al alumnado a través de la asignatura «Educación para la ciudadanía» que, en principio aparenta ser muy atractiva y, quiero pensarlo así, fomentará el desarrollo de los valores humanos en el mejor de los casos; pero la pregunta del millón -porque lo es- dice lo siguiente: «¿Qué valores son ésos y desde qué prisma, desde qué orientación se presentarán?». No hay garantía alguna para las familias de que esa asignatura OBLIGATORIA (no hay opción para elegirla o no) sirva a los intereses reales de los padres y madres porque ni siquiera se ha abierto foro alguno para que la ciudadanía se exprese al respecto y pueda decidir sobre sus contenidos.

3) La enseñanza de la Religión pierde totalmente, de hecho, su carácter curricular: al actual MEC no le parece bien que las notas de Religión sirvan para que nuestros hijos puedan acceder a una beca ni que pueda computar en las notas de acceso a la Universidad. «El esfuerzo de nuestros hijos en Religión. no sirve para nada», según nuestro actual gobierno.

4) El Gobierno Socialista tampoco garantiza en modo alguno el respeto que se le debe al Art. 27,3 de la Constitución Española -en el que se habla expresamente y con suficiente claridad del derecho de los padres a elegir la formación en materia religiosa o moral que quieran para sus hijos- ya que en la LOE no se utiliza ya este texto para justificar la presencia de la Religión en la escuela sino que únicamente se hace mención a los «acuerdos entre las distintas confesiones y el Estado», guardando intencionado silencio sobre el contenido constitucional que la sustenta.

5) Pretenden hacer volver al profesorado de Religión a la situación anterior en la que eran los obispados los que contrataban al profesorado y luego debían pagarles con el dinero que al Estado le diera la gana entregar, en vez de actuar en coherencia con lo que este profesorado es (está tan capacitado como cualquier profesional de la Educación y su titulación no tiene nada que envidiar a la de cualquiera, cumpliendo como el que más con los requisitos esenciales y muchos otros para ejercer su trabajo en las condiciones que merecen, no en las que han sido condenados a sufrir hasta la fecha).

6) Se elimina o deja sin efecto también la «oferta obligatoria de la asignatura de Religión para los centros». Es decir, que si un centro público se niega a ofrecer esta materia para quienes la quieran. pues podrá hacerlo y el que la quiera. tendrá que irse a otro centro público (si es que la zonificación se lo permite) donde sí le ofrezcan esa posibilidad.

7) Dejan sin efecto los acuerdos Iglesia-Estado en materia de «Alternativa» a la Religión: los que no quieran la asignatura de Religión para sus hijos se van a ver con que «sus hijos, como mucho, tendrán alguna hora más de estudio a lo largo de la semana o de refuerzo escolar». si no acaban jugando a barquitos, parchís o sencillamente sin saber qué hacer en esas horas. No hay Alternativa en Primaria. No hay interés real del Ministerio por la Educación en Valores, es evidente.

 

8) O mucho me equivoco o, lo que pretenden en el fondo es atribuir al Estado la plena autoridad de «EDUCAR» a nuestros hijos e hijas a su antojo, olvidando, con toda su intención, que «somos los padres y madres los primeros y principales educadores de nuestros hijos e hijas» y es nuestro derecho fundamental, no el de los partidos políticos y sus honorables señorías, el elegir la formación que queramos para nuestros jóvenes y niños y niñas no sólo en la enseñanza privada sino también y sobre todo en la pública porque la estamos pagando entre todos.

Es decir, prácticamente se puede llegar a esto: «El Estado es el sabio pedagogo y los padres, las Iglesias, las instituciones, los educadores, los alumnos, son los que tienen que someterse. Resultará un sistema de escuela en el que se utilizarán a los agentes educativos a su servicio y capricho o antojo».

Nos usurpan un derecho, a efectos reales, lo hacen solapadamente y sin opción real a que podamos participar y decidir sobre lo que queremos de verdad. Independientemente de que creamos en Dios o no, o seamos más o menos cristianos o de otra religión,. la realidad es que para el actual gabinete socialista «España es un país laico o laicista ya y, por lo tanto, no cabe posibilidad alguna de plantearse que pueda existir una educación en valores que contemple la existencia del hecho religioso y, por lo tanto, legislan como si nosotros no tuviéramos nada que decir u opinar al respecto».

No respetaron ni tomaron en cuenta, para nada, el hecho de que hubieran más de 3.000.000 de firmas que apoyaran, a finales del año 2004, la presencia de la asignatura de Religión en la escuela en exacta igualdad de condiciones que el resto de materias curriculares aunque con la particularidad de que fuera «optativa», como ya lo era hasta la fecha desde hacía ya muchos años, y que se estableciera por ley una asignatura «Alternativa» a la Religión con esa misma dignidad igual a las otras materias para quienes no quisieran la asignatura de Religión.

Otras iniciativas se elevaron a rango de ley, aunque fuera en detrimento de otras ya existentes, tuvieron suficiente con sólo una quinta parte de esos 3 millones. ¿Cómo se entiende esto en un gobierno que, dice, «gobernar para todos, tener talante de diálogo, etc. etc.»?. Algo no cuadra ¿verdad?.

Datos como éstos, comprobables por cualquiera que quiera leerse con detenimiento la documentación existente al respecto (Constitución Española, Carta Universal de los Derechos Humanos, LOE,.) y analizarlos son los que me hacen dudar, como mínimo, de la «buena intención» de este gobierno que se apresuró a redactar el anteproyecto LOE mucho más por razones políticas que por razones educativas y de servicio a la sociedad, cosa más que evidente.

Nos quejábamos de ciertas cuestiones expuestas por el anterior gobierno en la LOCE (cuya aplicación hubiera dado razones de su eficiencia o no) pero lo que tenemos a la vista. no es avance ni política progresista alguna sino de auténtico retroceso y negación indiscutible de la LIBERTAD DE ENSEÑANZA que no podemos dejar de reivindicar.

Esto es lo que nos jugamos todos en el terreno educativo, ya, a corto plazo. Hay una manifestación prevista para el próximo 12 de noviembre en Madrid, para defender este derecho que se ve, en esta LOE, gravemente amenazado para un amplio sector de nuestra sociedad. Lo que espera nuestro gobierno es que no tenga eco y, como siempre, van a decir que «fueron la mitad de los que realmente hubieron» y que «los del PP estaban detrás, además de algunos grupos ultraderechistas»; ésas estratagemas son muy propias de determinado partido que «ni sabe contar firmas ni sabe distinguir la velocidad del tocino». pero ése es su problema, no el nuestro.

Nuestro problema, nuestra «papa caliente», es la EDUCACIÓN que desde los órganos públicos llegue a nuestros hijos e hijas y. algo tendremos que decir y/o hacer, si no queremos que el rodillo nos aplane a todos. Nuestro problema, y vuelvo al título de este artículo, es «si nos implicamos o no». No hace falta ir a Madrid para eso (quienes puedan y quieran. háganlo, no digo lo contrario) pero sí hace falta que «nos documentemos, que leamos esta LOE, nos reunamos con otros, la analicemos y debatamos sobre ella, nos pongamos en contacto con las comunidades educativas de los centros escolares y propongamos algún foro al respecto,. hace falta que leamos también la Constitución Española y la Carta Universal de los Derechos Humanos y reclamemos, a quienes hemos elegido democráticamente, la aplicación de las medidas necesarias para que esos derechos fundamentales no queden al arbitrio del político de turno o partido que se apoltrone en La Moncloa ni queden en simple agua de borrajas o papel mojado.

Nuestro problema es que nos hemos llegado a creer que «por más que hagamos. nada va a cambiar» o creemos que «no hay nada que hacer». cuando en realidad habría que decir: «todo está por hacer». ¿Existe APA o AMPA en nuestro colegio?, ¿acudimos a sus reuniones y participamos en ellas?, ¿hay algún otro espacio de encuentro y diálogo: Escuela de Padres/Madres, etc. en esos centros y participamos activamente en ellos?,. Eran sólo algunas ideas.

Democracia no es sólo «votar cada 4 años» -aunque, por desgracia, ésa es la única forma de expresar nuestra opinión en muchos casos- a unos u otros sino participar y expresar nuestra voz allá «donde se cuecen las habas» y éstas. éstas ya están casi en la mesa.

 

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