por LORENZO LEMAUR SANTANA
Las salinas fueron todo en Arrecife, tanto como para que Félix Hormiga escribiera: "En Arrecife las salinas llegan a tener tanto protagonismo territorial que casi podría decirse que el mismo era un municipio líquido." (Mito y realidad del Puerto del Arrecife). También nos dejó escrito Félix Hormiga que "El Puerto del Arrecife, gracias al ciclo de la marea, tenía dos rostros, el de la pleamar con sus posibilidades de entradas hasta casi tocar el firme y el de la bajamar, un laberinto de cristalinas aguas destellando bajo el sol y haciendo refusilar la plata viva de la ingente cantidad de peces. Islotes, isleos, rocas, amarillas y negras ensenadas y tierra bermeja poblada de vegetación del salitre, iban dando testimonio de cómo sería la tierra interior.". Claro que por ese entonces Arrecife, donde vivía gente, no llegaba más adentro de donde hoy es la Vía Medular, salvo algunas casitas sueltas de pastores.
Pues bien, siendo así, dicho queda que en Arrecife las salinas fueron mucho. Yo, particularmente recuerdo, pues de camino me quedaba pasar por ellas o verlas, cada día, cuando desde La Bufona iba y venía a la escuela, "los grupos" (Colegio Generalísimo Franco), las salinas de don José Miranda, (alcalde de Arrecife 1938-1948), en La Bufona, de las que aún hoy, aunque abandonados, se conservan dos molinos, y las de La Vega "Salinas de los Betancores", donde hoy se asienta el moderno, por cercano en el tiempo y por diferente en su idiosincrasia, barrio de Las Salinas, apropiándose y por ello perpetuando para el conocimiento de Arrecife ese término.
Salinas había, hubo, muchas, ya lo decía Félix Hormiga, parecía un municipio líquido. Yo conocí, pues por ellas pasaba todos los días, las ya citadas de La Bufona y las de los Betancores, ésta última propiedad de Juan Betancort; pero muchas mas existieron en Los Mármoles, Naos, Rocar y Lloret, como popularmente son recordadas. Claro, así la afirmación de que Arrecife parecía ser liquido.
Escribe Carmelo García Cabrera, así lo citan Montelongo y Falero en El Puerto del Arrecife, que durante la I Guerra Mundial, imposibilitados algunos países de efectuar sus faenas habituales de pesca en los bancos del norte de Europa, llega hasta el banco sahariano gran número de pescadores, lo que supuso un aumento de las capturas y grandes beneficios para las compañías canarias. Lanzarote aún no cuenta, entonces, con grandes industrias de salazón, pero desarrolla de manera complementaria la actividad salinera, en concreto las salinas del Janubio, las de bajo el Risco de Famara y las que se construían en Arrecife. A finales del siglo XIX, por iniciativa de Antonio María Manrique (que hablando con el bueno de Pedro Cesar Quintana, que mucho ha investigado sobre el agua en Lanzarote, nos documento que fue un majorero nacido en Tetir, venido a Lanzarote a finales siglo XIX como notario, precursor del suministro de agua a Arrecife. Si sabía yo que da nombre a una calle en Titerroy) se construyeron unas salinas situadas en el Pasadizo, cerca de la baja de Viñoly y la playa de los Pobres (entre El Charco de San Ginés y el islote del Francés). El agua del mar era expulsada mediante un molino movido por velachos de lona (1888). En los años veinte se inicia en Arrecife la actividad de las factorías de salazones, que llevan aparejadas sus respectivas salinas.
Haciendo más historia sobre las salinas en Arrecife, dentro del contexto de éstas en Lanzarote, según escriben Alberto Luengo y Cipriano Marín en su libro El jardín de la sal, hasta el año 1775 no existe constancia de la creación de nuevas salinas. En ese año se constata que el Coronel Manuel de las Armas Scorcio Bethencourt solicita la aprobación real para instalar una industria salinera en el Charco de San Ginés en Arrecife. Así hasta finales del XIX cuando se inicia el desarrollo de Puerto Naos, zona que se especializa en el abastecimiento de sal a las embarcaciones que faenaban en la costa africana, se construye la última salina antigua de barro conocida, obra realizada por la familia Santos, hacia 1806.
En el Arrecife de antes hubo salinas en todo sitio, recuerden "municipio líquido". Unas de gran superficie, construidas hacia 1920, hubo en la zona de Punta Grande. Llegaron a producir 2.500 toneladas de sal en un año. Estas desaparecieron al instalarse la potabilizadora insular en sus terrenos. También se construyen unas salinas nuevas de gran tamaño hacia 1930, situadas justamente en la Punta Chica junto al Puerto de Los Mármoles, que fueron construidas por el popularmente conocido como El Cabo Pedro.
En el Islote del Francés, hacia 1920, junto a la Rocar, existieron otras pequeñas salinas, ligadas históricamente a la conservera. Precisamente tomándolas como referencia, el polémico documento en debate del nuevo Plan General de Ordenación para Arrecife propone crear en ellas el Parque Municipal de la Sal que, como escribiera el autor del libro que nos documenta, les posibiliten tras su rehabilitación, un futuro objeto turístico y cultural.
En la zona de Puerto Naos hubo muchas salinas. Unas de las primeras en construirse fueron las conocidas como salinas de Lloret, construidas hacia 1920, que pertenecieron originariamente a Rafael Perdomo, luego a Juan Betancort y finalmente fueron adquiridas por la conservera Lloret y Linares en los años sesenta. Fueron paralizadas hacia principios de los setenta y el desarrollo del suelo industrial colindante las condena a desaparecer en un breve periodo de tiempo, si no son protegidas antes.
Hacia 1920, Antonio Vera, conocido como El Herrero, construye las salinas que surtían de sal a la fábrica de Garavilla, abandonadas luego a principio de los años setenta. También, desaparecidas a mediados de los años setenta a causa de la construcción de las naves industriales de Agramar, hacia 1920 la familia Fuentes construye otras salinas en Puerto Naos, estas disponían de un interesante salón de sal, de obra de fábrica de piedra con contrafuertes y cubierta de dos aguas.
También en Naos, en el suelo actualmente calificado urbanizable industrial, donde hoy se ubica la zona de naves industriales, estuvieron las salinas conocidas como de Antonio Santos,construidas a mediados del siglo XIX y que fueron remodeladas en 1920 al añadirle el foro de piedra, convirtiéndolas de esta manera en salinas nuevas de tajo compuesto. Aún se mantiene un interesante molino de torre de madera de arriostre.
Otras salinas en Puerto Naos, y de similares características al resto del conjunto, fueron construidas hacia el año 1930 por la familia Fuentes. A partir de los años cincuenta se completa el bombeo con un motor de explosión. Fueron abandonadas al principio de la década de los sesenta. También, en torno al año 1935 Tomás Toledo construye unas salinas que originaba un gran sistema de terrazas con alturas hasta de cinco metros. Se paralizaron a principios de los años setenta.
Las conocidas como las Salinas de El Reducto o de los Betancores, fueron construidas a principios de la década de los cincuenta con la tipología propia de Lanzarote. Estaban situadas en la playa de El Reducto. Englobadas por el desarrollo urbano de Arrecife, han desaparecido a causa de la construcción del moderno y populoso barrio de Las Salinas, ¡qué honor!
En general, las salinas de Arrecife, captaban el agua mediante pozos y la elevaban con molinos de estructura de madera, bien de viento o de motor, dotados de rotores y multipala de chapa. Solían disponer además de una casa y de un gran salero. Todas ellas se adaptaban a la orografía del terreno con concederos construcciones de fábrica de piedra.
En memoria de ese "Arrecife líquido" que ya no conocemos, como recuerdo de la importancia tenida para el Arrecife de entonces de las salinas, sería deseable mantener los molinos de viento sobrevivientes así como otras construcciones y sus cocederos, además de, obligatoriamente, construir el Parque Municipal de la Sal ya reclamado por la Sociedad Torrelavega, amén de conservas las salinas de Naos.