La peste eléctrica

Ya se sabe que en cuanto caen cuatro gotas -insistimos en subrayar lo de cuatro gotas, no hace falta que sean grandes tormentas-, la maravillosa red que la empresa monopolística Unelco tiene instalada en la Isla se llena de fallos, de ...

31 de octubre de 2005 (20:04 CET)

Ya se sabe que en cuanto caen cuatro gotas -insistimos en subrayar lo de cuatro gotas, no hace falta que sean grandes tormentas-, la maravillosa red que la empresa monopolística Unelco tiene instalada en la Isla se llena de fallos, de ...

Ya se sabe que en cuanto caen cuatro gotas -insistimos en subrayar lo de cuatro gotas, no hace falta que sean grandes tormentas-, la maravillosa red que la empresa monopolística Unelco tiene instalada en la Isla se llena de fallos, de fallos de todo tipo, lo que provoca que la energía entre y salga de nuestros hogares, de nuestros lugares de trabajo, de forma caprichosa, prácticamente como en una especie de juego que maldita la gracia que le hace al que lo sufre. Estas líneas ilustraban el artículo editorial de LA VOZ de hace dos semanas, artículo que trataba de poner de manifiesto la sinrazón de un problema al que nadie le da solución. Lo de este fin de semana ha sido un auténtico escándalo, como expone este diario recogiendo los testimonios de sus lectores. La mayoría de los habitantes de la Isla se levantaron el domingo con la desagradable sorpresa de que no había luz en sus casas.

Poca gente se alarmó teniendo en cuenta lo habitual que son los cortes de la compañía que suministra un bien tan preciado y tan caro. La alarma fue cundiendo cuando fueron avanzando las horas y la luz seguía sin llegar. Fue entonces cuando la gente empezó a notar las consecuencias de estar tanto tiempo viviendo como se vivía en las cavernas. Luego se hizo la luz, no para todos igual, puesto que muchas personas siguieron sin suministro. ¿Por qué? Muy sencillo, esta vez no sólo se estropearon todo tipo de electrodomésticos, se echó a perder comida, esta vez también se rompieron las propias instalaciones eléctricas de empresas y particulares. En algunos casos, como sucedió en Radio Lanzarote, se produjeron pequeñas explosiones como consecuencia de la increíble subida de tensión. Tremendo, muy tremendo lo que está sucediendo.

Ya explicamos la semana pasada que la consejera de Industria del Cabildo, Lourdes Bernal, se está encargando de recopilar todos los desmadres que la mala gestión de la empresa Unelco-Endesa (todavía no sabemos cómo camina el proceso de Oferta Pública de Acciones (OPA) lanzada por Gas Natural contra esta enorme multinacional) está produciendo, aunque nos da la sensación de que no va a ser suficiente. De lo que se trata es de que la gente siga denunciando, que se acerque a la Oficina del Consumidor de la Primera Corporación insular y presente reclamaciones relacionadas con las pérdidas sufridas, por muy pequeñas que éstas puedan parecer. Eso como primera medida.

Lo verdaderamente importante, eso sí, es que los políticos lanzaroteños se pongan a trabajar de una vez por todas para intentar que se solucionen los muchos problemas que padecemos todos. No basta ya con las buenas palabras, se tiene que actuar con más contundencia por parte de la clase política, imitar lo que pasó en su día en Cataluña, donde le impusieron una sanción tan grande a su compañía suministradora de la energía eléctrica, que se le quitaron las ganas de no hacer lo posible para que no volvieran a producirse los problemas. Por tanto, la implicación en el tema tiene que partir de los ayuntamientos, llegar al Cabildo, de ahí al Gobierno de Canarias y de ahí al Gobierno central. No puede ser que continuemos con esta especie de peste eléctrica que nos está tocando padecer. Se paga mucho dinero por el servicio, no nos lo regalan, y los lanzaroteños no tienen por qué ser menos que el resto.

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