El miércoles de esta semana pasará a la historia por varias cosas. De momento nos quedamos con una, con una noticia infame que pone de manifiesto el calado de determinada clase política. Cinco miembros de las Juventudes de ERC, que ...
El miércoles de esta semana pasará a la historia por varias cosas. De momento nos quedamos con una, con una noticia infame que pone de manifiesto el calado de determinada clase política. Cinco miembros de las Juventudes de ERC, que es la Esquerra Republicana de Cataluña, vestidos con monos amarillos y ocultos tras máscaras se han encadenado en la puerta de la sede de la Cadena Cope en Madrid para pedir el cierre de la emisora. Junto a ellos han estado los diputados Joan Puig y Joan Tardá. El incidente, como informaron los sorprendidos medios de comunicación que cubrieron la noticia en directo, tuvo lugar en torno a las 11.15 horas, cuando este grupo se encadenaba a escasos metros de unas 40 personas que iban a dejar su firma de apoyo al manifiesto presentado en el Parlamento Europeo por nueve periodistas. En este texto, denuncian una "operación política" puesta en marcha por la Generalitat, "con la complicidad de parte del Gobierno español", para "arrebatar definitivamente" a la Cope sus emisoras en Cataluña.
Resulta llamativo y sorprendente que en pleno siglo XXI, en una sociedad tan demócrata como es ya la española -al menos en lo superficial-, se produzcan actos de este tipo patrocinados nada más y nada menos que por el partido político que gobierna la Comunidad Autónoma más importante y que de algún modo dirige los destinos del resto del país por su imprescindible apoyo al PSOE en las Cortes Generales.
Con la excusa de luchar contra un medio de comunicación que entienden que está fomentando la crispación entre los habitantes de la piel de toro, estos demócratas se han plantado por la cara en Madrid nada más y nada menos que con la idea de que se cierre un medio de comunicación. Demócratas de este calado son los que querrían para sí cualquiera de los regímenes dictatoriales que todavía subsisten en el globo.
Independientemente de la línea editorial que puede tener la Cadena Cope, que es obvio que no es precisamente partidaria de la política que siguen Carod Rovira y compañía, no se puede consentir que se produzca una provocación semejante contra el Estado de Derecho sin que suceda nada.
Da la sensación de que los integrantes de la Esquerra se creen con el derecho y el poder suficiente para hacer lo que les venga en gana sin sufrir consecuencias: su líder se puede reunir con dirigentes de ETA como el que se reúne un domingo con la familia para comer un sancocho sin que nadie le diga una palabra más alta que otra; uno de sus diputados nacionales puede entrar en una propiedad privada del director de El Mundo y hay que reírle la gracia; y lo que es peor, se pueden plantar en Madrid para solicitar nada más y nada menos que el cierre de un medio de comunicación mantenido con dinero privado y tampoco pasa nada...
Lo bueno de esta historia, al menos lo bueno para los dirigentes de la Cope, es que entre unos y otros están dando una publicidad impagable a la emisora que está provocando, como efecto inmediato, una más que notable subida de su audiencia. Y no sólo son los responsables políticos los que están haciendo la campaña. También desde la competencia, más concretamente desde el Grupo Prisa, se promociona la radio con sus constantes ataques.
Es una vergüenza que cosas así sucedan en un país donde su Constitución consagra como derecho fundamental la libertad de expresión. Si alguien no está de acuerdo con lo que dice la Cope, si le molesta lo que dicen sus locutores, que cambie de sintonía. Es mucho más fácil que encadenarse frente a la sede central o que intentar cerrar todas las emisoras de Cataluña.