En los últimos años, tanto a nivel insular como local, especialmente en el municipio de Arrecife, la tónica imperante ha sido, de una parte del Gobierno de Canarias y de la otra del propio Ayuntamiento, el dictar la creación de ...
En los últimos años, tanto a nivel insular como local, especialmente en el municipio de Arrecife, la tónica imperante ha sido, de una parte del Gobierno de Canarias y de la otra del propio Ayuntamiento, el dictar la creación de zonas protegidas en lo que es el medio rural o litoral. O, después de no se sabe cuantos años en que se ha permitido cometer auténticas herejías en el casco relativamente antiguo de Arrecife, redactar una lista enorme de edificaciones potencialmente protegidas. En el primer caso se han delimitado toda una serie de zonas que se ha estimado deben gozar de la prerrogativa de tal protección, llámense espacios naturales protegidos u otros de diferente rango, y en todos los casos nos tropezamos con el problema de siempre, se efectúan y delimitan las zonas a proteger pero no se dedica ni un duro, ningún medio técnico ni humano, para garantizar que la tal protección funcione, con lo que se crea una incertidumbre de mucho cuidado y no se desarrollan adecuadamente las ordenanzas ni las directrices destinadas a consolidar y proteger adecuadamente tales espacios, hasta el punto de que en una de las más importantes, como es el caso del parque natural del Archipiélago Chinijo, Riscos de Famara, etc., aún no se han aprobado las normas legales de ordenanza para que tal protección sea efectiva y definitiva (eso si no las han aprobado en las últimas semanas o días, que creemos que no). Nos encontramos pues con una enorme contradicción, de una parte, ante la duda pues "toma protección", pero los afectados por tales disposiciones se ven maniatadas y desinformados a la hora de saber o conocer las normas y desarrollo de acciones encaminadas a garantizarlas.
En lo que a Arrecife respecta, después de la tira de años en que se han permitido o tolerado, o sancionado, desaguisados urbanísticos claros en edificios señeros e históricos, ahora optaron por una protección tan amplia que claramente se han pasado, todo ello agravado por las circunstancias urbanísticas de nuestro Plan que, en sus vaivenes políticos, han propiciado "agujeros" en las disposiciones proteccionistas, que han dado lugar al derribo de algunas de esos edificios por algunas legales confusas y contradictorias. Cuando a cualquier vecino le largan el confuso "sanbenito" de edificio protegido, se enfrenta al propio abandono del Ayuntamiento a la hora de ejercer esa protección, que ni siquiera exige al propietario la debida conservación del inmueble, ni tampoco la realiza el Consistorio haciendo uso de sus prerrogativas. Con lo que viene ocurriendo lo de siempre, esos inmuebles teóricamente protegidos, se vienen abajo de pura ruina y se llenan de bichos y detritos varios. ¿Es ésta la protección que se pretende? ¡Porque da la fundada impresión de que se está practicando la política del "Perro del Hortelano", que ni como ni deja comer!.