Un algoritmo es una serie de pasos organizados que describe el proceso que se debe seguir, para dar solución a un problema específico. Si como parece, nos encontramos en el seno de uno de ellos, en el seno de un algoritmo ...
Un algoritmo es una serie de pasos organizados que describe el proceso que se debe seguir, para dar solución a un problema específico. Si como parece, nos encontramos en el seno de uno de ellos, en el seno de un algoritmo económico perverso en el que los regidores del sistema financiero se han propuesto no dejar de ser los amos del feudo, y no en una sucesión de pasos inútiles de una estructura política electa en apuros y dudosa bienintencioada, estamos realmente en un trance más difícil de lo que parece.
Tras los pasos organizados de este algoritmo, no nos está quedando ninguna herramienta para controlar al que inventa las pautas del proceso, y minuto a minuto, los tan alagados agentes sociales, que tanto esfuerzo están haciendo porque sus acumulaciones de capital y sus inversiones no pasen hambre, se están ocupando de quitarnos las posibilidades de control democrático de todo este montaje político y financiero, y todo esto mientras nos dormimos la siesta. Me refiero a las reforma del sistema electoral para suprimir a las minorías (aunque no es que hasta ahora el sistema electoral representara al pueblo), a la modificación de las reglas de negociación colectiva para favorecer los pactos de empresa frente a los convenios del sector, a la decena de reformas reduccionistas en el marco de los derechos laborales aprobadas sin cesar semana tras semana, a la precarización de los niveles educativos y formativos eliminando financiación y apoyo al sector público imprescindible, a la mercantilización de la salud, al abandono de la cultura y de los niveles respetables de calidad informativa en los medios de comunicación, al aumento de los niveles de represión popular a través de los cuerpos y fuerzas de seguridad, a los ajustes incesantes en el mercado financiero, a la introducción de conceptos indeterminados y cambiantes en la definición de la situación económica, entre muchos otros que seguro ya tienes en la cabeza.
En esta coyuntura, tenemos además que aguantar cómo a cada cuestionamiento incrédulo de tanto recorte social, se nos trate de dispersar con las frases de "no es el momento ahora de ...", "con dos centenares de personas en la calle no van a hacer nada..." o la tan manida de "con la que está cayendo...", para tratar de disuadir la protesta, o bien para ridiculizar o tachar de insolidaria la reclamación de derechos sociales básicos.
Desmontemos con nuestra actitud diaria los pasos de este algoritmo de extorsión económica, es un deber como criaturas humanas.