"Con la Iglesia hemos topado". Esto es lo que pensarán muchos socialistas después de escuchar o leer el discurso que pronunció el obispo de la diócesis de Canarias, Ramón Echarren, en la misa en honor a la Virgen del Pino, ...
"Con la Iglesia hemos topado". Esto es lo que pensarán muchos socialistas después de escuchar o leer el discurso que pronunció el obispo de la diócesis de Canarias, Ramón Echarren, en la misa en honor a la Virgen del Pino, patrona de la diócesis Canariense, que tuvo lugar este jueves en Teror. Ya sabemos que este hombre no se ha caracterizado precisamente durante su mandato por morderse la lengua, más bien al contrario, mandato que por cierto y si no nos falla la memoria ya habían anunciado que se iba a terminar. Incluso creemos recordar que hubo una carta de despedida. Pero lo importante no es eso. Lo importante es su discurso. En él, Echarren afirmó que la Iglesia es incomprendida y "tantas veces denostada y calumniada", arremetiendo contra "el odio y la incomprensión de no pocos poderosos, acaso debido a sus frustraciones personales o colectivas, que vuelven su agresividad contra la Iglesia, con el deseo de destruirlas y de eliminar los mensajes del Evangelio".
Ante todas las autoridades civiles y militares de Gran Canaria, incluido el presidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín, que participó en la fiesta en representación del Rey, el obispo también pidió que se denuncie "a los que legislan, apoyando con leyes injustas, a los grupos de presión que sólo buscan su propio poder y crecer en su bienestar".
Pues sí, muy poca o ninguna gracia le tiene que hacer a los socialistas las palabras de Echarren, quien evidentemente se estaba refiriendo a las medidas que ha tomado el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, medidas como permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo o eliminar la Religión como asignatura obligatoria.
Sin juzgar el contenido de las palabras del representante de la Iglesia, que está en su derecho de expresarse con absoluta libertad y de decir lo que piensa, está claro que su cometido no es meterse en la política. Pueden tener razón los socialistas para estar molestos, porque a un representante de Dios se le tiene que presuponer la imparcialidad ante los temas de la administración de lo público.
Sin embargo, también es verdad que desde hace años se está reclamando a la Iglesia una mayor participación en los temas que preocupan a la sociedad. Y estos asuntos, se quiera reconocer o no, también preocupan a mucha gente. Por eso es difícil juzgar si estuvo bien del todo o no que Echarren fuera tan duro en su homilía.
La propia Iglesia ha sido la responsable del distanciamiento con muchos de sus fieles, como ya han reconocido. Está a tiempo ahora de recuperar parte de lo que han perdido, aunque también nos es difícil saber si el camino emprendido por personas como Echarren es el más adecuado.
Por cierto, que no ha sido Echarren el único que ha echado un buen rapapolvo a los políticos. El párroco de Yaiza también se despachó a gusto esta semana y cuestionó que se vaya a misa sólo cuando hay fiestas y cuando se quiere salir en las fotos.