Investigar sobre la cochinilla: mucho más que colorante

Por Cándido Reguera Díaz Las palabras de respeto y la actitud genuinamente democrática mostrada por el diputado socialista Miguel González en su artículo de opinión haciendo referencia a mi persona durante los diez años que he ocupado un escaño en ...

21 de febrero de 2010 (09:57 CET)
Por Cándido Reguera Díaz
Las palabras de respeto y la actitud genuinamente democrática mostrada por el diputado socialista Miguel González en su artículo de opinión haciendo referencia a mi persona durante los diez años que he ocupado un escaño en ...

Las palabras de respeto y la actitud genuinamente democrática mostrada por el diputado socialista Miguel González en su artículo de opinión haciendo referencia a mi persona durante los diez años que he ocupado un escaño en la Cámara Baja, más allá del agradecimiento que desde estas líneas quiero expresarle públicamente a nivel personal, son ejemplo y sin duda una lección de lo que debe ser el escenario público en una democracia consolidada que aspira a su propia madurez, donde al fin y a la postre uno termina comprendiendo que no existen enemigos, sino adversarios políticos que, cuando se cree en el juego limpio, fortalecen las instituciones democráticas y el debate ideológico.

Tras haber renunciado a mi acta de diputado, Miguel ha quedado ahora como único representante lanzaroteño en el Congreso y debe contar con todo el apoyo del conjunto de la clase política insular para empujar, todos a una, en la que es la única dirección válida por la que merece la pena superar los muchas veces sesgados planteamientos partidistas insulares: el progreso de Lanzarote.

Hay temas ineludibles que requieren abandonar la estrechez de miras y mirar más allá de nuestro propio ombligo. El propio parlamentario socialista ya apunta un ejemplo que no ha sido suficientemente entendido en el ámbito insular. Tiene razón cuando asegura que el asunto del Centro de Transformación de la Cochinilla, entendido como una cuestión propia de I+D+I, es una materia que "por desgracia en las instituciones lanzaroteñas ha disfrutado de poco recorrido".

La implantación en Lanzarote de ese centro debe ser valorado y entendido en sus verdaderas dimensiones, ya que se trata de algo de muchísimo más calado que un simple centro de visitantes donde los turistas curiosos puedan visitar esta forma de cultivo, o comprar un carmín made in Lanzarote como regalo souvenir para sus familiares.

El proyecto se enmarca dentro de lo que se denomina en el lenguaje de I+D+I un centro de alto valor tecnológico, que podría convertir a Lanzarote en foco de referencia a la vanguardia de la investigación aplicada, el conocimiento y la innovación, abriendo tras de sí un amplio horizonte de posibilidades insospechadas para la isla.

No se trata, como dije al principio, de un simple almacén, sino mucho más: abre las posibilidades de establecer convenios de investigación con las principales universidades no sólo canarias y españolas sino también europeas; puede suponer la dotación de infraestructuras de vanguardia destinadas a la investigación al más alto nivel, dotadas del personal mejor preparado, más cualificado y especializado, los denominados cerebros de obra, y puede suponer que los 18 euros del kilo de cochinilla recién recolectado se conviertan en un millón de uros después de haberle puesto mucho conocimiento, mucha investigación y mucha innovación a la materia prima para llegar a ser mucho más que simplemente ácido carmínico. Podría suponer además el establecimiento en la isla de toda una red de empresas surgidas al calor del centro de transformación de la cochinilla, atraídas por la consecución de productos extremadamente especializados, únicos en el mundo, en los cuales sólo nosotros seamos los mejores, y además cuyo peso, al ser muy bajo, no es en modo alguno obstáculo para que pueda ser transportado desde en este trozo insular y ultraperiférico de Europa.

Un centro de investigación de vanguardia supondría, si sabemos claro cuál es el objetivo, apostar por el desarrollo de productos, derivados de la cochinilla, altamente especializados y específicos, pensados y preparados ex profeso para productos concretos, cuyas patentes se generaran en y desde Lanzarote. Los nuevos descubrimientos procedentes de I+D+I corren como la pólvora y su valor añadido los convierte en patentes mundiales de referencia demandadas desde todos los puntos del planeta, desde China hasta EEUU.

El objetivo, por tanto, es convertirnos en los mejores. Y si además apostamos por la diversificación de la economía insular, es hora ya de emprender nuevos caminos, sin excluir el turismo como principal motor económico insular. No se trata de sustituir el modelo económico actual, sino de ampliarlo y complementarlo. Lanzarote no tiene por qué renunciar en ningún momento una aspiración legítima por parte de las sociedades avanzadas, que es ser los primeros y ser los mejores a través de la mano de obra más especializada y preparada. En principio se han destinado cerca de 1.300.000 euros para este centro. Pero este asunto es de largo alcance y se necesita mucha más inversión. Me consta que Miguel González es consciente de la importancia de este proyecto. Y debemos apoyarle en esta empresa. Conmigo, por supuesto puede contar.

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