"Carta escrita con mucho retraso"

Por Bernard Gaziello "Esta mañana salí de mi oficina de Costa Teguise a las 11.00 horas; tenía que ir al contable a llevarle papeles. Al llegar a la entrada de la circunvalación, salida de Costa Teguise, una vez más he visto el triste espectáculo de ...

1 de junio de 2009 (14:03 CET)
Por Bernard Gaziello
"Esta mañana salí de mi oficina de Costa Teguise a las 11.00 horas; tenía que ir al contable a llevarle papeles. Al llegar a la entrada de la circunvalación, salida de Costa Teguise, una vez más he visto el triste espectáculo de ...

"Esta mañana salí de mi oficina de Costa Teguise a las 11.00 horas; tenía que ir al contable a llevarle papeles. Al llegar a la entrada de la circunvalación, salida de Costa Teguise, una vez más he visto el triste espectáculo de un accidente. El coche, seguramente, se había saltado el stop, y un camión no lo pudo evitar, dejándolo como una vieja lata de cerveza olvidada en el arroyo. Un niño de 9 o 10 años estaba sentado en el borde de la carretera llorando, consolado por un testigo; los padres no habían tenido la mismas suerte: ¿se le puede llamar a esto suerte? (cosas raras de lenguaje), de poder salir por sí mismos o con ayuda. Viendo el estado del vehículo había que prepararse para lo peor, y a esperar bomberos, SUC y Cruz Roja.

Llegué a esta isla en junio de 1.984, y la primera vez que quise entrar en Costa Teguise viniendo del aeropuerto por la circunvalación, la verdad que me costó mucho entender por dónde venía el tráfico, en vista de la complicada rotonda de acceso a dicho pueblo. Pero en esos tiempos había muy poca circulación, y el "guiri de turno" tenía tiempo para acostumbrarse a la verdadera ecuación de carretera que tenía que resolver en décimas de segundo.

En 1.987 me instalé en Lanzarote, y como se pueden imaginar he visto cambiar muchas cosas, muchas infraestructuras. He visto el crecimiento sostenible e insostenible de la Isla. He visto doblar y triplicar la población, he visto a políticos irse y volver de nuevo, pero lo que no he visto todavía es un cambio en esa dichosa intersección de acceso a Costa Teguise: sigue siendo igual que hace 20 años, a pesar del desdoblamiento de la vía de acceso, a pesar del aumento del tráfico, a pesar de todos los muertos y todas las vidas que se ha cobrado el maldito cruce.

Me vuelve a la mente esas dos hermanas del norte de la Península, que perdieron la vida en las mismas circunstancias. O este inglés que también terminó su vida en este lugar. O el español, de nombre Fernando, -supe cómo se llamaba por los gritos de su mujer-, que tampoco volverá nunca de vacaciones; y todas esas vidas que se esfumaron sin que yo ni ustedes no enterásemos, y que no llamaron la atención de los diferentes responsables del tráfico en las carreteras de la Isla, cuando hubiera sido tan sencillo hacer una rotonda normal y corriente, que hubiese evitado la mayor parte de estos siniestros.

Que no digan que es por falta de crédito; que no digan que están esperando el desdoblamiento de la circunvalación; que no den ninguna excusa; no hay excusa que valga cuando se trata de la vida. Ya sé que prácticamente todos estos accidentados se saltaron el stop, y que esto no debe hacerse, pero el castigo es demasiado caro y desproporcionado para un error de atención que todos hemos cometido alguna vez.

Si les mando esta carta es porque me siento culpable; culpable por no haberla mandado antes, a pesar de que también intuyo que seguramente nada va a cambiar. Pero rogaría que un responsable de tráfico se acercase a este fatídico lugar, para que así advierta cómo está hecha esta nefasta y anticuada intersección, que a la postre no es más que la demostración palpable de que, "lo difícil es de hacer las cosas sencillas, ya que cualquier imbécil las puede hacer complicadas". No digo que haya que condenar ahora al tipo que dibujó ese cruce de carreteras, pero, por favor y por sentido común, ya que es muy peligrosa: ¡¡¡cambiadla!!!

Pienso en este niño, sentado en el borde de la carretera, llorando, contemplando el desastre producido por los fallos de nuestra sociedad, sin que él tenga culpa alguna. Llora porque le duele el cuerpo y el corazón, y tiene miedo. Pienso también en el chofer del camión, que seguramente ha sufrido, sufre y sufrirá mucho tiempo, cargando con ese recuerdo. Y pienso en todos los que pudieron y debieron hacer algo para evitar ese rosario de muertes inútiles, a los que les pregunto: ¿ustedes pueden dormir bien? Seguramente, y si no lo hacen, será por el intenso calor que hemos sufrido estos últimos días.

En esta isla, donde para realizar cualquier cosas las autoridades se toman tanto tiempo, en menos de una hora no quedaba ya rastro del accidente; todo estaba limpio y bien arregladito, como si hubieran tratado de borrar o disimular lo acontecido. Aunque yo creo que pretendieron borrar las miserables huellas de nuestra insufrible impotencia".

Por Bernard Gaziello

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