Cae el telón

Carlos Pérez.Cejudo
19 de abril de 2018 (12:31 CET)

Me gustaría volver al día en que anunciaron el cierre del Teatro Estudio Arrecife (TEA) y no ver la noticia.

Sin duda, algo difícil de digerir para los que tuvimos la oportunidad de pasar por sus aulas, y para todas y todos los que en cierta manera vimos en el teatro una forma de crecer.

Hace años que no piso el TEA, pero todavía tengo grabada la imagen viva de Salvador poniendo orden en los ensayos previos al final de curso, la risa contagiosa de Elena recorriendo cada esquina del escenario, la amabilidad de Óscar cada vez que cruzábamos la puerta, y las primeras clases cuando tenía pocos años con Heidi y Marga. Y por supuesto, a muchísimos de mis compañeras y compañeros con los que tuve la suerte de disfrutar de cada ensayo, de cada improvisación encadenada, de cada círculo de la confianza, de cada tarde. Sin duda son momentos difíciles de dispersar y olvidar, mucho menos cuando tienes que agradecer tanto a esas personas que directa o indirectamente te han ayudado en tu vida. 

Ojalá pudiéramos decir que el TEA se ha enfrentado solo a esta situación, pero lo cierto es que ha sufrido la desidia y la dejadez de la clase política de Lanzarote. Aún recuerdo cuando las clases se hacían en lo que hoy es el Teatro Insular, recuerdo el cómo nos quisieron sacar de allí a cambio de nada, sin importar si éramos niños o adultos con una afición, sin importar que éramos gente en una isla que pedía respeto a la cultura. Recuerdo cómo en más de una ocasión se retrasaron en el pago de la subvención, y como a pesar de eso nuestros profesores iban cada tarde porque les importaba lo que hacían y sabían que nosotros éramos su verdadero impulso. Resistimos, con cambio de domicilio a Altavista y seguimos, de la mejor forma que nos habían enseñando, sacando el teatro a la calle buscando obras que nos hicieran disfrutar, reír, emocionarnos y sobre todo reflexionar. 

Hoy el teatro cierra, cierra porque nunca fue amigo de políticos, porque nunca tuvo un trato preferente en la isla de los imputados, cierra harto después de haber aguantado durante años y peleado contra lo poco ético y estético de los que se hacen llamar servidores públicos, servidores incapaces de gestionar lo de todos y mucho menos responsabilizarse de sus actuaciones porque casualmente, sea el año que sea, esté quien esté, siempre son herencias recibidas. 

Con el TEA se irá parte de lo que hemos sido, se irá parte de nuestro pasado y por desgraciada se perderá un futuro brillante para todas esas personas que podrían tener la oportunidad de aprender de manera excepcionalmente distinta en un sitio como el TEA.

Laurence Olivier, actor británico, decía que en una pequeña o gran ciudad, un teatro es el signo visible de su cultura, hoy el Ayuntamiento de Arrecife lo asfixia y le da sepultura. 

Hoy cae el telón, ojalá nunca lo olvidemos.

 

Por Carlos Pérez-Cejudo Gónzalez, exalumno del TEA

 

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