Camino a "Un Mundo Feliz"

Por Ricardo Flores Sánchez-Pastor No existe mayor retroceso para cualquier sociedad, que convertir el nivel cultural y educativo a términos económicos. Estamos llegando a un punto en el que determinamos la calidad de un producto en función de los beneficios que se ...

12 de septiembre de 2011 (14:06 CET)
Por Ricardo Flores Sánchez-Pastor
No existe mayor retroceso para cualquier sociedad, que convertir el nivel cultural y educativo a términos económicos. Estamos llegando a un punto en el que determinamos la calidad de un producto en función de los beneficios que se ...

No existe mayor retroceso para cualquier sociedad, que convertir el nivel cultural y educativo a términos económicos. Estamos llegando a un punto en el que determinamos la calidad de un producto en función de los beneficios que se obtienen de él. Relegando al último lugar de la fila todo aquello en lo que no se obtenga rentabilidad para la obtención de una victoria electoral.

Los recortes que se han producido en la enseñanza, son la mejor prueba de lo que digo. Se quiere una sociedad altamente cualificada, pero no se dan los medios para que esto se produzca, responsabilizando a las personas que imparten la enseñanza (que no la educación) del deterioro progresivo de la calidad de formación.

No soy profesor, ni nada vinculado a la enseñanza, pero sí soy una persona que ve cómo los profesores, después de sus horas lectivas, acumulan horas de trabajo en sus domicilios, robando horas a su vida privada, que no son valoradas, y mucho menos pagadas, para corregir exámenes, preparar lecciones e, incluso, preocuparse por algún alumno, que por diversas razones, va un poco más lento en su aprendizaje, con respecto al resto del alumnado.

Cuando un estado recorta en educación está bajando escalones en la escalera de su progreso y supone un verdadero peligro para la estabilidad social. La formación de calidad de un pueblo no es importante, ¡Es imprescindible! Baste decir que cuanto más se invierte en formación, investigación y enseñanza, más brilla el país que lo hace.

En "Un Mundo Feliz" se programaban los puestos destinados a cada individuo desde la cuna, en función de las necesidades de la sociedad, y no como individualidad única de cada ser humano. Cuando yo leí por primera vez ese libro, me impresionó y asustó la realidad que mostraba. Hoy soy consciente de que Orwell, no fue un visionario, sino un hombre adelantado a su tiempo, puesto que adivinó una sociedad dirigida en función de las necesidades productivas.

Realmente, ¿queremos eso para nuestros hijos? Si eso se produjera, con toda la seriedad de la que soy capaz, entono mi mea culpa ante el fracaso de sociedad que estamos legando a las nuevas generaciones. El ser humano es un ser libre, buscando siempre su autenticidad, procedencia y destino. Eso señores gobernantes es algo que con sus políticas económicas, nunca podrán cambiar, y que se volverá contra ustedes de la forma que sea.

Hoy no quiero formar parte de "Un Mundo Tan Feliz".

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