Mientras el caso Aljarafe sigue demostrando que George Orwell no estaba equivocado con el espíritu del Gran Hermano, en Camas todos se siguen tirando los trastos a la cabeza. Algunos con más puntería que otros ya se han hecho grandes chichones. Por si acaso, permanecen «Encamados».
Orwell retrataba en 1984 un gobierno totalitario, todopoderoso, tiránico al que no se le escapaba una porque todo lo ve. Aquí, gracias al mismo principio se ha podido destapar una trama de negocios ocultos, alcaldes, empresarios, políticos aljarafeños y cintas de vídeo. Lo que no sabemos es si la prueba fílmica en cuestión tendrá escenas como las protagonizadas por cierto personaje de la prensa nacional acompañado por una señorita de color, aunque pensándolo mejor, preferiría que en esa cinta sólo hubiese eso:«un capricho exótico debido seguramente al exceso de estrés y a una imaginación desbordante» y no lo que parece ser que hay:«un capricho económico debido seguramente al exceso de interés y una cara dura impresionante».
Mal que nos pese, cada día cuesta más llevarse el jabón y las toallas del hotel, una cámara cabe en el hueco de una aguja, el lado malo de esto es que dependiendo del dueño de la cámara pasa un camello o pasa otro al reino del los cielos.
De todas maneras, en este caso presumiblemente se va a impedir que estos representables del pueblo de la cornisa sevillana se lleven algo más que dos toallas y un gorro de ducha. A no ser que en la declaraciones efectuadas (bajo secreto sumarial) digan que quedaron en el chalet del empresario Eusebio Gaviño, para ver el fútbol, porque tiene un televisor de esos grandes con pantalla plana. Todo es posible.
Yo ahora me quedo un poco preocupado y me pregunto también...entonces... ¿es cierto que desde ciertos lugares de la inteligencia nacional con unos satélites pueden espiarnos en cada momento del día estemos donde estemos?... ¿será verdad?... mmmmm...¡uy!...les dejo, voy a vestirme.
David Sergio