La especulación unida a la falta de competencia de los políticos que han gobernado esta isla las dos últimas décadas nos ha conducido a un callejón sin salida en el que nos vamos a asfixiar ...
La especulación unida a la falta de competencia de los políticos que han gobernado esta isla las dos últimas décadas nos ha conducido a un callejón sin salida en el que nos vamos a asfixiar lentamente, pero seguro. Uno se pregunta: ¿Cómo ha podido ocurrir todo eso? Bueno, en realidad se sabía en la calle todo lo que se cuenta hoy en los periódicos, pero sólo eran rumores, con nombres, apellidos y número, pero sólo rumores. Sin embargo, estábamos muy bien armados y preparados par hacer frente a todos los malos. Teníamos el Seprona, Patrimonio Histórico, Medio Ambiente, Costas, Parques Naturales, Reserva de la Biosfera, Fundación César Manrique, Unesco y más organismos que me dejo en el tintero. Pero estábamos equipados como nadie para luchar contra la especulación, la corrupción y todas las extravagancias que se le pueda ocurrir al ser humano.
¡Somos Reserva de la Biosfera! ¡Sí Señores! A pesar de que pueda parecer un poco prepotente, ¡lo somos! Como se lo digo, oiga: ¡Reserva de la Biosfera, un reconocimiento internacional! Ya sé que a muchosles suena más a centro comercial o a discoteca que a galardón medioambiental, pero no han faltado políticos ni politiquillos presumiendo de un título del cual no habían aprobado el examen, ni siquiera se habían presentado a las oposiciones.
Durante los años noventa, marchaban las cosas y el desarrollo tranquilitos; un día sí, otro no, pero más o menos todos éramos felices sin necesidad de comer perdices. El mercado se desarrollaba según la única ley natural en vigor en el mundo del negocio turístico y cualquier negocio en general, la ley de la oferta y la demanda. A esta ley no le hace falta legislador para controlar su cumplimiento. La sensatez, la lógica y el sentido común son los guardianes de su frágil equilibrio. Pero un día, o quizás una noche, unos iluminados decidieron erigirse salvadores del futuro de nuestra isla (que veían muy negro sin motivo alguno) e inventaron lo que ya es conocido como la "Moratoria".
Había que saber muy poco de marketing y de desarrollo comercial para inventar semejante imbecilidad que, además de tener una existencia jurídica bastante dudosa, sólo podía hacer tambalear nuestro frágil equilibrio social y económico. ¡Y lo han conseguido! Lo que más me ha sorprendido es que en debates con conocidos o amigos que abordaban este tema, siempre se me miraba como si fuera un extraterrestre, un pesimista y a veces se me preguntaba qué carrera universitaria había cursado para tener estas ideas y hacer previsiones de tal envergadura.
A mí me parecía muy claro, tan claro que tenía dificultades para explicarlo. Los Señores del Cabildo decían que esta ley iba a controlar el desarrollo, pero eso era una mentira como un piano porque ninguna medida, sea cual sea, puede pretender controlar algo auto-regulado por naturaleza, y menos si está elucubrada por unos políticos cuya única capacidad reconocida es el arte de la mentira y del engaño.
De hecho, se ha producido el efecto totalmente opuesto: en un periodo de tiempo muy reducido se ha construido una cantidad de edificios que normalmente se hubiesen construido en 10 años (lo que tenía previsto durar la moratoria). Esta moratoria, a parte de romper la ley sagrada de la oferta y la demanda, ha desequilibrado el mercado del trabajo, porque para elevar tantas construcciones se ha necesitado una mano de obra traída del exterior y que, con la llegada de la crisis, ha aumentado la gravedad del problema laboral al cualla sociedad lanzaroteña tiene que hacer frente actualmente.
El invento de la moratoria ha sido menos útil para proteger el desarrollo de Lanzarote que el invento del cenicero de moto para la limpieza de las carreteras ¿Entonces por qué? A lo mejor, y sólo voy a emitir una hipótesis, ya que se sabe que se cobraban comisiones posiblemente era para acelerar el proceso de distribución de licencias de construcciones y de todo lo que acompaña al negocio inmobiliario. Para encontrar al culpable, buscad a quien salió beneficiado del crimen.
Pero quizás eso no se puede decir, porque hoy en día, hay que ser políticamente correcto (expresión moderna que actualmente define la hipocresía) y seguir sonriendo con la tranquila apariencia de reflexión de las vacas que rumian en los verdes prados de Haría). La verdad, es que es muy difícil que consiga creerme que pueda haber otra explicación, pero si realmente uno de los promotores de la Moratoria se ha creído durante tan sólo un instante que esta genialidad iba a servir de algo, entonces, no se le podrá castigar. Será absuelto por deficiencias mentales profundas y por favor le ruego que vaya a suicidarse por el bien de la Biosfera y sus reservas. Una última cosa: a ver si alguien me ayuda porque pierdo la memoria y no recuerdo: ¿Cuál fue la coalición de gobierno que ha promovido la moratoria?