Entre el idealismo y la verdad del turismo.

Alejandro Pérez Opray
28 de abril de 2020 (18:13 CET)

Lo más llamativo de las crisis profundas como la que aborda nuestra sociedad, y el mundo entero, en estos momentos, es que siempre son un caldo perfecto y adecuado para dar voz al intelecto más insulso, nocivo y demagógico. Esas mentes brillantes no desperdician la mínima oportunidad para hacerse notar, aunque en el fondo sus propuestas sean meras elucubraciones vacías de contenido y carentes de la forma y estructura necesaria para alcanzar ese objetivo que tanto predican.

¿Cuántos habéis escuchado estas últimas semanas que hay que aprovechar para cambiar el modelo productivo de Canarias? ¿Cuántos habéis leído que hay que afrontar con valentía el futuro y desterrar ese turismo de masas del que tanto dependemos? ¿Y cuántas de estas propuestas han ido acompañadas de planes reales para afrontar esa más que noble idea? La respuesta a esta última pregunta es: cero.

Digamos que Canarias se plantea desterrar el turismo como principal sector económico para no sufrir la dependencia que, en situaciones como la actual, nos vuelve vulnerables y nos coloca en una situación de riesgo, tanto a nivel económico, como político o social. ¿Qué ideas habría que implantar? Si acudimos al sector industrial que con tanto ahínco y esmero postula la izquierda, ¿qué industria vamos a implantar en Canarias? La dependencia en la importación de materias primas haría inviable cualquier tipo de industria pesada, y no menos otro tipo de industrias de menor calado. Por tanto, el sector industrial es imposible que se encargue de asumir la responsabilidad de dar empleo y trabajo a todos los perdedores de esta "renovación". Además, hay que recordar ciertas implicaciones como, por ejemplo, que, a parte de un pequeño número de empresas con tirada más allá del mar, la gran mayoría de la industria canaria produce para cubrir las necesidades del sector turístico. Dígase de hormigón, cemento, bloques, etc. No menos hay que tener en cuenta las implicaciones medioambientales, tan de moda en estos días. Por tanto, no todo tipo de industrias serían "moralmente aceptables" dada la actitud de los canarios ante la protección y defensa de su medio natural. Algo más que respetable.

¿Y las energías renovables? Esta propuesta también ha sido más que solicitada y defendida. Pero nos encontramos con sus dificultades. Primero, en ciertos casos los mismos demandantes han puesto el grito en el cielo argumentando que la construcción de generadores eólicos supondría una merma y destrucción del paisaje natural. Irónico dado que la protección de ese paisaje natural tiene implicaciones derivadas del sector turístico, dado que son un reclamo para los visitantes extranjeros. No me imagino la cumbre del Teide completamente llena de paneles solares. Además, tampoco es que este sector vaya a dar empleo a muchos trabajadores del sector servicios, por no decir que, en la mayoría de los casos, requiere un nivel de cualificación bastante elevado. Por tanto, también tenemos que descartar esta opción. Y es que, además, la producción solo tendría una función basada en la sostenibilidad y la eliminación de la dependencia energética externa. Esta idea sería más rentable de cara a ahorrar coste de importación energético y mejorar la imagen de las islas, nada más.

¿Y la explotación del sector primario? Esta idea es más que descabellada. Si los propios productores del continente tienen problemas de coste y su exportación no requiere el transporte por vía marítima, ¿qué creen algunos que pasará cuando la producción sea elevada aquí en Canarias y haya que exportar? Que los costes se harán insostenibles. Otro sector que, como mucho, se puede fomentar de manera interna en un claro interés por desarrollar una economía autóctona dependiente de los productos locales. Aún así, recordemos que muchos productos importados del continente tienen precios inferiores en comparación a los de aquí, ya sea por razones de economía de escala o por el exceso de producción y la escasa demanda.

¿Y la explotación de nuestros recursos naturales? Aunque hace unos años los políticos tuvieron sobre la mesa la explotación de recursos energéticos frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura, la movilización de la sociedad canaria demostró que este aspecto es inviable. Algo que choca con la crispación ante las decisiones del país vecino si analizamos que, las pretensiones de Marruecos en la ampliación de su ZEE se deben principalmente al interés que tienen por explotar una fuente de metales raros ubicado al sur de la isla de El Hierro. ¿Lo vamos a explotar nosotros? Tampoco.

Por tanto, la cuestión aquí es la siguiente: ¿Qué mercados o puestos de trabajo piensan desarrollar todas esas mentes brillantes que hoy en día hablan de abandonar el turismo y apostar por un cambio en el modelo económico de las islas? Esta es la gran cuestión. No podemos implantar una industria eficiente y capaz de alimentar al pueblo canario debido, principalmente, al hecho insular. No podemos vivir de nuestro sector primario. No podemos explotar nuestros recursos naturales debido a la concienciación medioambiental existente en la sociedad canaria. Concienciación defendida por muchos de los que ahora piden una renovación del tejido económico (A ver quién entiende esto). Entonces ¿qué propuestas plantean todos estos intelectuales vestidos de traje y, muchas veces con cargos públicos, que apuestan contra el único y exclusivo sector del que podemos vivir en estos momentos?

El problema es que muchas de estas voces han sido firmes defensores del medioambiente, el desarrollo sostenible y todas esas propuestas que, con un objetivo económico, buscaban mantener a Canarias como una localización llamativa para el turismo. Se lleva inculcando durante años la idea de que el medioambiente es intocable y el pueblo canario la ha asumido como una idea característica de su sociedad y su idiosincrasia. Lo cual hay que aplaudir. ¿Y ahora pretenden compaginar medioambiente con algo que no sea turismo? De ahí mi definición de "intelecto más insulso, nocivo y demagógico". Hay que ser realistas.

Los canarios deben entender que se puede diversificar la economía de las islas hasta cierto punto, pero si no explotas tus recursos naturales, si no puedes ser competitivo a nivel industrial, si no puedes ser la "huerta de Europa", el turismo será el principal motor de nuestra economía insular sí o sí. Porque somos las afortunadas. Islas para lo bueno y para lo malo. Y unas veces nos hace dependientes en materia económica y en otras nos mantiene aislados de crisis sanitarias.

El problema es que muchos canarios infravaloran al turismo porque, hasta hace un mes y medio, nunca había dejado de regar con dinero a las islas. Y esta cómoda postura de "bienestar" intocable ha hecho que se desarrolle la creencia de que la riqueza y el trabajo caen de los árboles. Y no es así.

 

 

Alejandro Pérez O'Pray , Ciencias Políticas y de la Administración, UNED.

 

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