A treinta y ocho años del Ché (1967-2005)

Si el poeta eres tú, como dijo el poeta, y el que ha tumbado estrellas en mil noches de lluvias coloridas eres tú, qué tengo yo que hablarte, Comandante. Si el que asomó al futuro su perfil y lo estrenó con voces de fusil fuiste ...

11 de octubre de 2005 (13:36 CET)

Si el poeta eres tú, como dijo el poeta, y el que ha tumbado estrellas en mil noches de lluvias coloridas eres tú, qué tengo yo que hablarte, Comandante. Si el que asomó al futuro su perfil y lo estrenó con voces de fusil fuiste tú, guerrero para siempre, tiempo eterno, qué puedo yo cantarte, Comandante.

(Pablo Milanés)

Estás en todas partes. En el indio hecho de sueño y cobre. Y en el negro revuelto en espumosa muchedumbre, y en el ser petrolero y salitrero, y en el terrible desamparo de la banana, y en la gran pampa de las pieles y en el azúcar y en la sal y en los cafetos, tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron, vivo, como no te querían, Che Comandante, amigo.

Cuba te sabe de memoria. Rostro de barbas que clarean. Y marfil y aceituna en la piel de santo joven. Firme la voz que ordena sin mandar, que manda compañera, ordena amiga, tierna y dura de jefe camarada. Te vemos cada día y puro como un niño o como un hombre puro, Che Comandante, amigo.

Pasas en tu descolorido, roto, agujereado traje de campaña. El de la selva, como antes fue el de la Sierra. Semidesnudo el poderoso pecho de fusil y palabra, de ardiente vendaval y lenta rosa. No hay descanso.

¡Salud, Guevara! O mejor todavía desde el hondón americano: Espéranos. Partiremos contigo. Queremos morir para vivir como tú has muerto, para vivir como tú vives, Che Comandante, amigo.

(Nicolás Guillén)

Te han cubierto de afiches, de pancartas, de voces en los muros, de agravios retroactivos, de honores destiempo. Te han transformado en pieza de consumo, en memoria trivial, en ayer sin retorno, en rabia embalsamada.

Y quizás han resuelto que la única forma de desprenderse de ti o dejarte al garete es vaciarte de lumbre, convertirte en héroe de mármol o de yeso y por lo tanto inmóvil o mejor como mito o silueta o fantasma del pasado pisado; sin embargo tus ojos interminables, Che, miran como si no pudieran mirar, asombrados tal vez de que el mundo no entienda que treinta y tres años después sigues bregando dulce y tenaz por la dicha del hombre.

(Mario Benedetti)

Yo tuve un hermano. No nos vimos nunca pero no importaba. Yo tuve un hermano que iba por los montes mientras yo dormía. Lo quise a mi modo, le tomé su voz libre como el agua, caminé de a ratos cerca de su sombra. No nos vimos nunca pero no importaba, mi hermano despierto mientras yo dormía, mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida.

(Julio Cortázar)

Tu mano gloriosa y fuerte desde la historia dispara cuando todo Santa Clara se despierta para verte. Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia de tu querida presencia, Comandante Che Guevara. Seguiremos adelante, como junto a ti seguimos y con Fidel te decimos Hasta Siempre Comandante.

(Carlos Puebla)

Prohibido llorar sobre los vivos a ochenta años de la augusta gesta, frente a los de Bolívar y Camilo, a treinta del viraje hacia la estrella. Al pie de tus treinta años te decimos: préstanos tu morral y tu escopeta, tus focos, tus Vietnams y tus caminos, tu esperanza, ternura y arrechera.

Préstanos tu montaña, tus morteros, tu magia, soledad, naufragio y suerte, tus planos, tus trincheras, tus secretos. Préstanos tu escondite y taburete y tu diario y tus manos y portentos para empuñar fusiles nuevamente.

(Pablo Mora)

¿Treinta y tres años ya? ¿O sea que pudimos seguir sobrando treinta y tres años en un mundo en que no estaba él? ¿O sea que hay una generación que ha podido nacer, crecer y engendrar en un mundo en que desde hace treinta y tres años falta él? ¿Cómo concebir el mundo treinta y tres años sin él? Lo dejamos solo comandante sin ejército. creyeron que había muerto y anunciaron «el fin de la historia» como si ya todos pensáramos igual con la indócil excepción de Chiapas y de Cuba, pero yo sé, sabemos que la historia sí puede terminar antes de que regrese el hombre nuevo que él anunció, trayendo consigo como la más bella utopía de América y por eso lo espero para poder seguir vivo y poder seguir esperando lo que viene entonces, Che. ¿Hasta la victoria siempre?

(Jorge Enrique Adoum)

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