No cree que su padre la matara. "Los maltratadores eran mi madrastra y sus hijos"

José Luis, el hermano de Verónica: "Gracias a Dios estoy vivo. Si no hubiera salido de ahí, habría acabado como ella"

No siente odio, ni rabia. Siente impotencia. No entiende por qué le ha tocado vivir una vida tan cruel y menos por qué su hermana no está junto a él. José Luis, el hermano de Verónica, la joven desaparecida en ...

24 de febrero de 2013 (00:28 CET)
José Luis, el hermano de Verónica: Gracias a Dios estoy vivo. Si no hubiera salido de ahí, habría acabado como ella
José Luis, el hermano de Verónica: Gracias a Dios estoy vivo. Si no hubiera salido de ahí, habría acabado como ella

No siente odio, ni rabia. Siente impotencia. No entiende por qué le ha tocado vivir una vida tan cruel y menos por qué su hermana no está junto a él. José Luis, el hermano de Verónica, la joven desaparecida en Tinajo en una vivienda donde se han encontrado huesos humanos, ha querido explicar a La Voz de Lanzarote su historia. En una entrevista realizada el viernes por la noche y sin fotógrafo para preservar la identidad del joven de tan sólo 24 años, José Luis relata la pesadilla que vivió en esta casa de Tinajo, donde sufrió "malos tratos y vejaciones" por parte de su madrastra y hermanastros durante "nueve años". Está seguro de que a su hermana le han asesinado, pero también de que el autor no ha sido su padre.

José Luis llevaba nueve años sin saber de Verónica, aunque había intentado buscarla en varias ocasiones. El lunes a las 20.15 horas recibió una información de la Policía Nacional, en la que le comunicaban que habían encontrado huesos en la casa familiar de Tinajo, pero todavía no habían determinado si eran humanos. El hermano había denunciado la desaparición de la joven hacía tres semanas, después de pasar meses intentando localizarla para comunicarle que habían recibido una notificación sobre una herencia de la abuela materna.

"Estoy muy mal, no sé ni cómo me siento", afirma José Luis, tras el espeluznante hallazgo en esta vivienda de Tinajo. José Luis da las gracias por haber podido estar alejado de su casa, aunque ha tenido que malvivir en la calle desde que tenía tan sólo 18 años. Su padre renegó de él, ya que pensó que habían sido sus hijos los que le acusaron de ser un maltratador ante los servicios sociales. "Yo intenté convencerle una y otra vez de que no teníamos nada que ver, porque nosotros no pusimos denuncia y jamás le habíamos puesto a él como maltratador. Los maltratadores eran ella y sus hijos", señala José Luis.

"Gracias a Dios estoy vivo. Si no hubiera salido de ahí, habría acabado como ella. Gracias a dios pude evitar la última fuga del centro de menores porque si no estaría como ella. Esa mujer y sus hijos tienen la misma mentalidad, su forma de vida es hacer daño, más daño y más daño", asegura.

Este joven quiere que sus familiares "paguen lo que tengan que pagar" por la muerte de Verónica, aunque insiste en que su padre "nunca, jamás, les puso la mano encima". "A mi hermana no me la van a devolver. Me han hecho mucho daño a mí y a mi hermana hasta que la asesinaron de tal manera. Yo creo que la han matado, porque hemos recibido malos tratos siempre. Incluso, me parece que falta gente por detener, porque hay mucha familia que creo que podría saber algo", indica.

José Luis duda de la autoría de su padre en la muerte de su hermana. La Policía cree que pudo haber matado a la joven para ocultar que la había dejado embarazada y el juez le ha imputado un delito de homicidio. "Yo creo que mi padre no lo haría, no lo ha hecho en todos los años que hemos vivido con él, no creo que haya sido él. Nunca me llegó a pegar y a mi hermana tampoco. Creo que encubridor puede ser, pero autor jamás. En caso de que se compruebe que fue violada puedo sospechar de los hijos de mi padre. Mi padre, no pudo hacerlo, porque no, totalmente no", manifiesta.

Pese a que exculpa a su padre de la participación directa en la muerte de la joven, cree que tenía que haber cuidado de ella. "Me parece repugnante lo que ha ocurrido. La única obligación que tenía mi padre era proteger a mi hermana y no lo ha hecho. Yo, estando en el centro de menores, me podía arreglar, porque no tengo una discapacidad ni nada. La que tenía discapacidad era mi hermana, por lo tanto a la que tenía que proteger era a ella. Yo soy mayor de edad, y no me fugué, gracias a Dios, con la mujer de mi padre en la última ocasión, como sí hizo mi hermana", relata.

La dura infancia de José Luis y Verónica

José Luis y Verónica nacieron en Madrid. Su madre falleció cuando tenían uno y tres años, respectivamente, y se mudaron con su padre a Mondragón, en el País Vasco. En esta localidad guipuzcoana, vivieron "bien" con su padre, hasta que éste conoció a Carmen Delia, su madrastra.

"Entonces, él se vino para Lanzarote durante dos años. Nosotros nos quedamos con mi tío y con mi abuela. Un día vino a buscarnos cuando estábamos en el colegio. Nos quería traer para Lanzarote. Llegamos a la isla, yo con seis años y ella con ocho. En esa época, no hubo malos tratos", explica. Posteriormente, fueron enviados nuevamente a Mondragón para un tiempo después regresar a Lanzarote.

Fue entonces, cuando la vida de José Luis y Verónica se convirtió en una absoluta pesadilla. "Comenzaron los malos tratos, con palizas casi a diario", afirma José Luis, que siempre atribuye estas vejaciones a su madrastra. "Mi padre jamás me levantó la mano. No tenía prácticamente contacto con nosotros. Estaba manipulado por ella y nosotros también. Ella manejaba todo, era la titiritera", explica.

José Luis recuerda muchos conflictos y episodios crueles junto a su madrastra. "Nos dejaba en un llano en ropa interior, o en la playa. Un día nos llevó para Tenésara y me bajó del coche en medio del camino y me pegó una paliza con una piedra volcánica. Otra vez se me escapó un perro y me linchó a palos con la corrala de mi padre, que trabajaba en esa época de seguridad", cuenta apesadumbrado.

"Éramos como esclavos"

El día a día de José Luis y Verónica junto a su padre, madrastra y hermanastros comenzaba "con la limpieza de los perros antes que nada, antes de desayunar". "Mi hermana y yo éramos como esclavos. Estábamos siempre en casetas, alejados de ellos. Yo intentaba protegerla. A veces ellos comían una cosa y nosotros otra. Había veces que dormíamos con los perros o en el campo, en la playa de Tenésara, con lluvia y con frío", narra el hermano de la víctima de Tinajo.

Los hermanastros también humillaban a Verónica y a José Luis. "El mayor más bien eran insultos ofensivos o nos ponía como muñecos de prueba para sus juegos. La hija también nos insultaba y el pequeño, cuando yo tenía once años, me llegó a clavar un cristal en el brazo. Los maltratadores eran ella y sus hijos", exclama este joven.

Cuando José Luis comenzó el Instituto, el centro intervino y se puso en contacto con los Servicios Sociales de Tinajo. Tras realizar una investigación y celebrar un juicio, el padre perdió la custodia y los niños acabaron en un centro de menores. Varias veces se fugaron los dos juntos, siempre con "la ayuda de la madrastra". "Eran fugas concertadas con ella, ella nos estaba esperando fuera. Siempre nos decía que volviéramos para arriba. Estábamos manipulados". Las fugas nunca tuvieron demasiado éxito y a los pocos días los jóvenes regresaban al centro de menores.

Un día, Verónica se fugó sola y José Luis ya no supo nada más. "Les dije en el centro que ella estaba en Tinajo, porque cuando nos fugábamos íbamos siempre allí", insiste. Pese a ello, nadie la encontró. Un año después se celebró un juicio en el que la abuela materna reclamó la custodia del joven, que finalmente no logró.

"Me dijo que yo ya no era su hijo"

José Luis continuó en el centro de menores, ya sin su hermana. Cuando salió de allí trató de localizar a sus familiares en la península, pero no encontró a nadie y regresó a la vivienda de su padre. "Me dijo que yo ya no era su hijo, que sus hijos estaban dentro de la casa. Le dije: 'Si no me quieres como padre, yo lo siento mucho por ti pero reniego de ti'".

José Luis se quedó sólo y se trasladó a Madrid para intentar encontrar unos a tíos. Al no tener éxito, regresó a Lanzarote, donde estuvo "malviviendo en la calle" hasta que un amigo, un lanzaroteño, le "salvó" y le acogió en su casa, donde vive actualmente. Cuando todo se calmó en su vida y empezó a vivir junto a este amigo, regresó a buscar a su hermana. Nunca obtuvo respuesta, hasta las 20.15 horas del lunes, cuando recibió la dramática llamada de la Policía Nacional.

José Luis sólo quiere comenzar a sonreír. Espera que el proceso sea rápido y que "todo se solucione". "Después de tantos años sufriendo espero tener algo de vida, por lo menos", se resigna.

NOTA DE REDACCIÓN

Esta entrevista se dividirá en tres entregas, debido a la extensa información que aporta este joven. La Voz ha entendido necesario separar los temas principales de esta entrevista para poder abordar con claridad las claves de esta dramática historia.

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