'EPÍLOGO" Y "TÚ", SE HAN LLEVADO EL SEGUNDO Y TERCER PREMIO

La VIII edición de Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote ya tiene ganadores

Ana María Doreste con "Sin título" se alzó con el primer premio. En esta ocasión, han concursado 228 relatos cortos consiguiendo récord de participación

14 de octubre de 2018 (11:49 CET)
La VIII edición de Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote ya tiene ganadores
La VIII edición de Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote ya tiene ganadores

El Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote, al que se presentaron 228 propuestas literarias, ya tiene ganadores. Ana María Doreste Ortega se ha alzado con el primer premio en la edición de este año, en la que se rendía homenaje al bicentenario de la publicación de la novela 'Frankenstein o el moderno Prometeo', de la escritora británica Mary Shelley, en quien precisamente se inspiró la vencedora, que podrá disfrutar de un fin de semana para dos personas en régimen de media pensión en el Hotel Vik San Antonio de Puerto del Carmen. 

El jurado del concurso ha decidido otorgar el segundo premio, consistente en una tablet Billow, con pantalla de 10, 1", 64 b, 1GBDD3, 16 G de memoria, Android 7.0 y wifi dual 2.40 de que Tiendas AHL informática al microrrelato 'Epílogo" de Ana Lidia Márquez Morales. El tercer premio se lo ha llevado Ana Rivero Bayona con "Tú, Mary" se ha ganado un pase familiar (hasta 4 personas) con comida incluida al Rancho Texas Lanzarote Park.

Además de los ganadores, el jurado ha seleccionado a siete finalistas, que son: "Sin título" de Ana María Doreste, "ALMA" María Bethencourt Campodarve, "REGRESO" de Ana Rivero Bayona,"El regreso" de María Carmen Caamaño López, "Frecuencia Modulada" de Sergio Simionato, "Un último aullido" de Javier de Miguel Cerrada y "Verdadera creación" de  Roningasa

Relatos ganadores


Primer premio: "Sin título", de Ana María Doreste Ortega 

Walton observada hipnotizado como el monstruo se fundía con el horizonte, dejando como única prueba de su encuentro una nota a los pies de Frankenstein;
He vivido bajo un cielo sin luz y a favor de las tinieblas he jugado,
en mi rostro va cosida aquella cruz que me empuja hacía el desprecio y al pecado.
Sin padre, sin suerte y sin nombre fui repudiado por mis apariencias,
siendo presa y castigo del hombre, por ser diferente firmé una sentencia.
Nos veremos pronto Víctor.
A lo lejos una ballena lloraba, como una radio en sintonía con la vida.

Segundo Premio: "Epílogo" de Ana Lidia Márquez Morales 

Mary apaga la radio en cuanto termina el relato. Se asoma a la bahía de Galway y suspira ante el recuerdo de esa historia de antaño.
Siente compasión por aquel monstruo al que no permitieron ser humano.
Cae el atardecer. Solo quedan ella en su ventana y un pescador de regreso.
Desea que alguien hubiera tendido la mano al monstruo, pues ella conoce cuánto pesa la soledad.
Como ahora, al estremecerse cuando el pescador no se desvía al camino del pueblo.
Toma el sendero hacia ella. Se hace grande, desproporcionado... y Mary pasa los cerrojos de su ventana.

Tercer Premio: "Tú, Mary" de Ana Rivero Bayona 

Con tus palabras envolviéndole, recién horneadas en la radio, su pluma cobraba vida propia.
Él pensó en ti, Mary.
Apenas se distinguía el rastro de aquella balsa, de aquel ser creado con retales de nuestra propia existencia.
No hay tal monstruo, solamente pedazos de miserias y temores.
Tú, Mary. Profunda garra interior del Romanticismo. Tremenda lucha por dirigir el timón de tu vida.
Tú, Mary. No detengas el cuento de terror, mientras la lluvia enloquece.
El paso de tus horas verá el brillante escampar en la Literatura Universal.

Finalistas


 

Sin Título, de Ana María Doreste Ortega

Prisionero de la rabia y el remordimiento decidió llevar a cabo su último crimen. Esta vez le arrancaría la vida a quien hasta entonces había sido la muerte.
Por fin, sería el héroe que debía ser en vez de un villano corrompido por la crueldad humana.
Dicho esto, clavó el extremo afilado de un remo en su pecho, atravesando un corazón demasiado humano para ser de un monstruo.
Aún se escuchaban distantes sus latidos, pausados y precisos, como una vieja radio que suena por última vez.


 ALMA, de María Bethencourt Campodarve 

Siento mi alma en pedazos.... ¿alma? en realidad no sé lo que es. Se supone que no debería sentir, soy un monstruo, un ser inacabado, un engendro...
Pero no me siento así, hay algo en mi que sufre, que lamenta los crímenes que cometí...ólo>


REGRESO, de  Ana Rivero Bayona

Después de que el monstruo creado por el Dr. Frankenstein "saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad".
Se fue...
Su voz serena, profunda, inquietante, tenía en vilo a todos los habitantes de aquel pueblo alejado de la urbe.
Se agolpaban en sus pequeños aparatos de radio para seguir sus narraciones al anochecer.
Esa noche, el fantasma de Mary y sus palabras envolventes entraban en cada hogar. En el silencio y sin dar tregua, un grito desgarrador alertó a los vecinos.
Él, el monstruo, había regresado. Envuelto en sangre, cicatrices y dolor anunciaba la cruda realidad convertida en el terror indeseado. El locutor lleno de pánico les alertó.


El regreso, de  María Carmen Caamaño López 

Estuvo varios días a la deriva. La crudeza del frío y el salitre acartonaron la piel de su rostro y manos.
Durante toda la travesía permaneció inmóvil y con los ojos cerrados, tumbado boca arriba sobre la balsa.
Para cuando la embarcación tocó tierra firme ya había decidido que moriría allí mismo y nunca se habría molestado en ponerse en pie si no hubiera sido por aquella radio, que a pesar de las interferencias y la distancia lograba retransmitir la noticia: el Sr. Walton había sido asesinado. Abrió entonces los ojos con brusquedad. «Tengo que volver», pensó.


Frecuencia Modulada, de Sergio Simionato 

Ni siquiera en aquel instante sus realidades pudieron separarse. Ni la muerte, ni la vida, fueron ya excluyentes.
De algún modo, tanto Víctor Frankenstein como la bestia por él creada, se sumieron en la oscuridad, a la deriva.
Ambos quedaron a merced de las tinieblas: uno recostado en las olas de la eternidad, el otro en una balsa sobre las olas de un océano embravecido.
Aunque sus almas habían quedado distanciadas existía un lazo que los uniría eternamente, como si se tratara de una frecuencia modulada que solo pudiera ser sintonizada por dos únicas radios.

 

Un último aullido, de Javier de Miguel Cerrada

La criatura estaba sola, a la deriva en un mar inmenso y helado, con la carga de los crímenes que había cometido a sus espaldas. De repente, la pequeña radio que había en la embarcación crepitó: 'Aviso de tormentas en la región norte'.
Fue como si una revelación hubiese golpeado su limitada mente.
Decidido, se encaminó allí donde el cielo se iluminaba bajo los relámpagos.
Se puso en pie y, sujetando el pequeño ancla sobre su cabeza, lanzó un último aullido antes de caer fulminado por un rayo. Fue así, casi como empezó, como esta historia terminó.

 

Verdadera creación, de Roningasa 

Irrumpió en el estudio de radio doscientos años más tarde.
- Grrr. Busco a Mary Shelley.

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