Por Jásminka Romanos / Ruth Nóvoa
¿A qué retos se enfrenta el cine en España?
Uno de ellos es la distribución. Aquí en Lanzarote lo veréis muy claramente porque si no hay una buena distribución y una buena exhibición es muy difícil que la gente pueda escoger lo que quiera ver. Tú cuando haces un producto, sea vino o sea lo que sea, sin no llega a las tiendas o a las estanterías, no puedes saber si a la gente le gusta o no.
Ha sido guionista antes que presidenta de la Real Academia, ¿cómo ha cambiado su visión del cine desde que ocupa el cargo?
Ha cambiado muchísimo. Alguien que se dedique a la producción, por ejemplo, quizás se fije más en las cifras, la audiencia o el público; pero quienes estamos en la creación estamos a otra cosa que en las cuestiones de marketing o de las circunstancias del mercado y las tendencias de la distribución. A mí todo esto me sonaba muy lejano y ahora veo esa otra parte del cine que no es la creación de una película con cierto pesimismo.
¿Por qué con pesimismo?
Porque estás más expuesta a más influencias negativas que positivas; es lo que ocurre con la prensa por ejemplo. Que la semana pasada "Mentiras y gordas", película española, desbancó a las demás en cartelera es algo de lo que no se habla a pesar de la importancia que eso tiene para el cine español. En cambio si escuchamos las críticas en los medios. Por eso es muy difícil desconectar. Pero, como en cualquier sector, tienes que abstraerte de estas cosas para poder crear algo.
En relación a la película que ha traído a la Muestra de Cine, "Una palabra tuya", ha dicho que la protagonista es esa clase de gente "que anda desengañada por la vida y corre el peligro de estancarse en esta actitud"; ¿cuál es ese grupo de personas?
Ese grupo somos un poco todos porque nos quejamos muy a menudo pero no hacemos nada por cambiarlo. Creo que vivimos mucho quejándonos pero muy poco asociándonos. La verdad es que nadie se molesta en dar la tabarra y a veces tendríamos que exigir más porque conseguiríamos lo que queremos.
¿Cómo ha sido adaptar la obra de Elvira Lindo?
Yo normalmente intento evitar las adaptaciones, aunque haya hecho muchas, porque me resultan mucho más complicadas porque ya tienes un pie forzado y hay cosas que no funcionan bien en el cine. Pero, en este caso, me leí la novela según salió y enseguida me di cuenta de que esta novela servía para el cine, algo que no pasa con todos los libros. Me gustó mucho su humor y su manera de ver la vida mezclando lo más trágico y lo más serio con esas pinceladas de absurdo. Además, también se fija mucha en lo cotidiano.
¿Cómo hizo para transformar el lenguaje literario en código de cine?
Evidentemente no se puede cambiar todo, por eso requiere mucho más trabajo. Pero, en esta ocasión, me pareció que había una manera de narrarla y que el truco era contarla en un orden distinto a cómo acontece en la novela. El centro de la película en la novela no son más que las diez páginas finales. Así que en el cine el espectador va siendo un poco detective, va uniendo las piezas que luego encajan. Hacemos trabajar un poco al espectador que creo que eso también le gusta.
¿Tenía claro cuando escribía que Esperanza Pedreño y Malena Arterio serían las protagonistas?
No suelo pensar en actores cuando escribo porque a veces es peor imaginarse que tal actor o tal otro va a hacer el papel. Y es que el tiempo del cinematográfico es muy largo y en esos años en que la película toma forma, el actor que te habías imaginado como ideal o perfecto no está disponible, y entonces te quedas muy en blanco. En el caso de "Una palabra tuya" encontré a Esperanza Pedreño a través de la directora de reparto en un proceso de casting.
En el libro el papel de Esperanza Pedreño es el de alguien muy "achuchable" y Elvira Lindo la describe como una mujer fornida, pero éste no es el caso de Esperanza?
Lo importante era el interior del personaje y cuando se lo comenté a Elvira Lindo, aunque ella había imaginado un personaje de características físicas diferentes, fue la máxima defensora de que el papel fuese suyo. Porque esa cualidad de ser un personaje especial lo tenía Esperanza: alguien muy extravagante por fuera y muy delicada por dentro.
