Nueve familias lanzaroteñas acogen en verano a niños saharauis

Una oportunidad para dar y recibir

Como cada verano desde hace nueve años en Lanzarote, un avión aterriza a principios de julio en Guacimeta con la ilusión de unos niños llegados del Sahara, para pasar las vacaciones en hogares de Lanzarote. Se trata del ...

1 de agosto de 2009 (19:44 CET)
Una oportunidad para dar y recibir
Una oportunidad para dar y recibir

Como cada verano desde hace nueve años en Lanzarote, un avión aterriza a principios de julio en Guacimeta con la ilusión de unos niños llegados del Sahara, para pasar las vacaciones en hogares de Lanzarote. Se trata del proyecto "Vacaciones de paz", que promueve la asociación de familias en apoyo al pueblo saharaui.

En su tierra, la vida no es fácil, y mucho menos en verano cuando alcanzan los 50 centígrados de temperatura, por eso, sus familias confían en que unos "desconocidos" les proporcionen por unos días la asistencia médica especializada y también las comodidades que difícilmente vayan a tener alguna vez en su país. En algunos casos, más que una ayuda estos niños reciben el amor y cariño de unas personas, que acaban convirtiéndolos en parte de su familia.

Sidhamed y Fatimetu, tienen siete años, y es la segunda vez que vienen a la isla, y todavía siguen encontrando "sorpresas" en un mundo que hasta hace poco les era ajeno, pero que, gracias a la solidaridad de este proyecto, ahora forman parte de su realidad.

Elisa y Esther, son las personas que han hecho posible su sueño. Para ellas, el principal objetivo es proporcionarles bienestar y con ello, unas posibilidades de futuro. Cuando se le pregunta a Sidhamed qué quiere ser de mayor, su primera respuesta es "camellero", porque su familia se gana la vida de esta manera, luego se lo piensa un poco mejor y responde que quiere trabajar en la madraza, el colegio saharaui.

Sus respuestas se ajustan a las posibilidades de futuro que puede encontrar en su tierra, y es que en realidad, no son mucho más amplias. Las mejores opciones con las que podría contar el pueblo saharaui estarían en Libia, Siria y Argelia, es decir, fuera de sus fronteras.

Más allá de un verano

Podrán venir hasta los doce años, pero las familias que los acogen, ni siquiera quieren plantearse el final. "Mi intención es que no lo haya. Cuando cumpla los doce años existe otro proyecto que les permitiría venir en invierno a estudiar y marchar en verano a su casa, eso sería lo ideal" explica Elisa.

Esther tampoco quiere que esta historia termine. Más de una vez la madre de Fati le ha propuesto la posibilidad de que pueda quedarse en su casa cuando cumpla los doce años, "imagino como debe ser su vida para que una madre que no me conoce de nada me pida que la acoja", explica Esther. Sin embargo, por su condición de refugiada, darle la nacionalidad española es casi un imposible, puesto que sería muy difícil conseguir que le otorguen un pasaporte.

El número de acogidas en Lanzarote dentro de esta iniciativa ha menguado en los últimos años. Elisa y Esther suponen que algunos de los motivos pueden ser el desconocimiento que existe de la cultura saharaui, el miedo de tener demasiada responsabilidad o que se tome como una carga económica.

Sin embargo, ellas han comprobado que los saharauis son personas hospitalarias y pacíficas con una cultura extraordinaria y enriquecedora, que tener a un niño ajeno en tu casa no es una carga sino una oportunidad para dar y recibir cariño. "El dinero no es ninguna barrera para ser solidario porque cada uno da lo que tiene, que para ellos es mucho", han asegurado.

"Es una pena que la gente se deje llevar por los prejuicios, o por lo que le diga la gente, yo aseguro que es una experiencia preciosa, que no se puede igualar a nada, estos niños te dan el mismo cariño que tú les das a ellos, pasan a ser parte de tu familia", asegura Elisa.

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