El inspector de Patrimonio envía su opinión

Manuel Perdomo responde a las acusaciones del concejal Ubaldo Becerra

[Becerra acusa a Patrimonio de "extorsionar" al Ayuntamiento->24447]

9 de febrero de 2009 (07:45 CET)

LA INCONTINENCIA DEL CONCEJAL

Por Manuel Perdomo

La verbal, la que nos muestra que las declaraciones públicas atribuidas al concejal y teniente de alcalde, Don Ubaldo Becerra, deberían ser objeto de análisis, tanto por el contenido como por el tono empleado, y que hacen referencia al personal del Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote.

El concejal desconoce los hechos sobre los que opina, muestra una falta de respeto digna de tener en cuenta, por impropia de un representante público, al igual que manifiesta muy poca instrucción en los procedimientos que competen a las administraciones.

Pero la ira, la rabia que envenena a la persona y que le hace descender varios escalones en la dignidad que debe asistirle, es esa la que suscita una reflexión.

El concejal escenifica lo que lleva urdiéndose largo tiempo en esta comunidad, y que no es más que fiel reflejo de falta de ética y respeto, y de la frivolidad con la que se manejan los asuntos públicos y privados. Una debida falta de contraste, llamativos titulares, y la desviación de la atención sobre otros asuntos, conforman esta nueva sociedad canalla que tenía sus exponentes en determinada prensa y medios televisivos, y que ha calado en la población, barriendo toda posibilidad de reconducir situaciones.

El Servicio de Patrimonio es el enemigo a batir, manifestándose con enorme éxito, a la vista de sus declaraciones, la campaña de acoso, medias verdades, e intereses de todo tipo, que han ido haciéndose fuertes allá donde han tocado, quizá, porque los depositarios de la basura que se vierte, quieren creer que las cosas son como se cuentan y no cómo realmente son.

Algunos medios locales ceden con pasmosa facilidad a las rotundas "verdades" de sus entrevistados, y los presentadores incorporan sus propias perlas para azuzarlos, intentando acaso subir sus índices de audiencia. De forma proporcional, desciende su categoría profesional y veracidad del medio. Pero eso gusta y vende, prensa, radio y televisión.

Podría resultar pretencioso afirmar que existe realmente una campaña de acoso, pero si no lo es, se asemeja esto de lo que son objeto las personas de un servicio público. Servicio que funciona amparado en la Ley, haciendo uso de las facultades que ésta otorga para emitir sus informes, y ejerciendo las atribuciones que se les reconoce para realizar sus propuestas. Es de esa forma, como lo es el que las decisiones últimas siempre son de orden político.

Conocemos el origen de las descalificaciones que en esta ocasión florecen en boca del concejal, sabemos de sus vericuetos, por las mesas de qué bares pasa, quiénes participan del reguero que dejan detrás y que, con inusual sorpresa, se multiplican en un terreno abonado de intereses propios y ajenos, amistades y simpatías políticas o personales y, según en qué sectores, de un, mal entendido, corporativismo profesional. Pasa, igual, por oficinas técnicas como por colegios y estudios profesionales, y, sorprendentemente, deja un profundo rastro por algunos despachos de instituciones públicas, incluso al más alto nivel. Es en esas mesas donde algunos se hacen recibir con el propósito de minar cualquier atisbo de crédito del Servicio. Del éxito de la incursión, deberán ser otros los que den respuesta, aunque los hechos parecen indicar que va calando. La contaminación lo tizna todo y le podemos poner la cara de muchos a quienes miramos cada día. Caen, como lo ha hecho el concejal, porque si por algo se caracteriza el contaminador es por la "certeza" de los hechos que narra. El concejal podría haberse limitado, como tantos otros, a hacer correr la bola y ganar adeptos a la causa, pero le pilló un micrófono por el camino.

La incontinencia verbal del concejal quedará para el recuerdo, del que aspiro que no se extinga, pero, desgraciadamente, sus expresiones no sólo son de él, pues se convierte, como tantos otros con parecida falta de estilo, en una herramienta de unos pocos, que les utilizan para difundir basura como una verdad absoluta sobre la que tomar partido. Confunden, perturban, mienten, e interpretan los hechos a conveniencia, para que todo les sea favorable. Por una vez, resulta tan democrático, que los comentarios que se vierten les igualan a todos aquellos tal que si los realizaran a la entrada de la misma cloaca.

A todo ello, no hay tiempo de responder más que con la continuidad de la tarea que cada uno tenemos encomendada.

LO MAS LEÍDO