COMIENZA LA ÚLTIMA SEMANA PARA PRESENTAR OBRAS, HASTA EL 31 DE AGOSTO

Casi una veintena de nuevas historias se suman al Certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote

Esta es ya la última semana en que los aficionados a la literatura pueden participar en el concurso, cuyo plazo de recepción de obras concluye el 31 de agosto...Lea aquí las historias

26 de agosto de 2016 (21:48 CET)
Casi una veintena de nuevas historias se suman al Certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote
Casi una veintena de nuevas historias se suman al Certamen de Microrrelatos de Radio Lanzarote

Un total de 18 nuevos relatos han llegado esta semana a la redacción de Radio Lanzarote-Onda Cero para incorprarse al Certamen de Microrrelatos. Se incorporan así a esta sexta entrega, cuyo plazo de participación ha llegado ya a la última semana. Y es que el periodo para enviar obras participantes concluirá el próximo 31 de agosto. 

Hasta entonces, quienes deseen participar podrán enviar sus relatos, un máximo de 5 por autor, al correo concursorelatos@lanzarotemedia.net . En esta ocasión, el tema de las obras habrá de ser el amor o el desamor y, al igual que en las anteriores ediciones, la radio tendrá que aparecer en la historia. Las obras tendrán un máximo de 100 palabras, incluyendo el título si lo llevaran. Los microrrelatos pueden ir firmados con seudónimo, siempre y cuando vayan acompañados del nombre real y los datos de contacto del autor. 

En cuanto a los premios, el ganador se llevará un fin de semana en el hotel Natura Palace de Playa Blanca para dos personas, mientras que el segundo clasificado recibirá un Mezze para dos personas en el restaurante Sebastyan, de la misma localidad turística. Por último, el tercer clasificado se llevará dos entradas para el cine 6D del Centro Comercial Biosfera de Puerto del Carmen.

Estos son los relatos recibidos entre el 19 y el 25 de agosto:

 

Tu llegada


Así de inesperado llegaste, cuando aún pensaba que quizás podría salvar lo imposible.

En el corazón nadie manda, pero sí el amor.

Vi como te apoderaste de mi, y ya con sólo verte me estremecía de Amor y mi corazón palpitaba desbocado sin poderlo amainar.

Supe que mi lugar era el tuyo.

¿Cómo lo iba a decir?.

Tendida en la cama, en compañía de la radio, comenzó una melodía que tu entonabas. Cerré los ojos, solo existías tu y yo.

Ya lo pasado, pasado no me interesa...

Pido un aplauso para el amor que a mi ha llegado.

 

Oportunidades perdidas 


Acababa de terminar su jornada laboral. Sólo deseaba llegar a casa. De repente la vio y sintió que su corazón se encogía. Tras la parálisis inicial, recobró el sentido y cruzó a toda prisa la calle. Tanto, que a punto estuvo de ser atropellado. Esta vez se lo diré, pensó para sus adentros. Corrió hasta alcanzarla. Cuando por fin lo logró, se dio cuenta de su error. Qué estúpido soy -murmuró-, hay trenes que sólo pasan una vez en la vida. Volvería a casa, donde la radio sería la encargada, como cada día, de acompañarle en su soledad."

 

Amor a primera vista


Aquella radio siempre colocada en su sitio, en el alfeizar interior de una ventana de un séptimo piso, de espaldas a la calle, hablando y hablando…, ajena a lo que ocurría tras ella.

Hasta aquel día en el que la chacha en un descuido la dejó descolocada, mirando hacia la calle. Primero fue vértigo lo que sintió al descubrir aquella realidad, después arrebatador amor por la autenticidad de lo que descubrió tras aquellos cristales.

Desde aquel momento la radio decidió serle fiel a la veracidad y tratar con honestidad a su amante, la vida tal cual.

 

Náufragos 


Algunas personas encienden la luz para espantar la noche, pero ella no. Ella enciende la radio, cierra los ojos y se deja arrastrar por el vaivén infinito de las ondas. Imagina que es una experta marinera y que sale a navegar en busca del futuro que aquel apuesto capitán tiró por la borda.

Acurrucado a su lado, un niño duerme. Sueña que de mayor será un viejo lobo de mar.

 

Dentro de mi siempre vivirás 


Me despierto y te busco, pero no estás; la mañana es fresca, dócil y tranquila; una suave bruma marina llega hasta mí, me acaricia el rostro y te siento; la radio entona nuestra melodía, mis emociones se desbordan; lloro porque te fuiste, lloro porque no estás, pero la radio y mi corazón siempre me recuerdan que dentro de mi Amor mío tú estás...

 

El contrato 


Se trataba de hacer otro contrato. Ella pensaba que tampoco sería tan complicado . Había más tipos, además del modelo que le habían enseñado. Quedó con ellos para tratar las nuevas cláusulas en un bar del centro de la ciudad. Era un sitio neutro y acogedor.

Cuando llegó ya estaban sentados , esperándola.

- Tenemos un problema. Lo acordado ya no sirve: los amo a los dos. Cómo nos organizamos?

De fondo, en la radio, aquella antigua canción de Aute…

 

Prohibido decir te quiero


Se levantó del catre sin fuerzas y se sentó en el quicio de la puerta a escuchar la radio. Sonaba Rock and roll en la plaza del pueblo. Luego consideró quién de los dos tuvo la culpa. Recordó cómo él le llevaba el desayuno a la cama.

Pasaron los años. Le borró de su smartphone. De los nidos de su cerebro. Le culpó. Él pidió más años. La quería. Le olvidó. Se consoló pensando que aquí siempre es verano. Un perfume de heliotropos recorrió de nuevo las ondas.

 

Celos


Estaba segura, había otra. Muchos años dando excusas por llegar tarde o por desaparecer durante horas los fines de semana.

El fantasma de los celos se le aparecía cada momento. Ponía la radio y todo eran canciones de infidelidades y desengaños.

Iban los dos en el coche, llegaron a la playa, él aparcó delante de unos apartamentos, sacó unas llaves y se las dio: Toma, tu sueño, dijo.

Una vez arriba, en el apartamento, mientras le besaba, lágrimas de alegría y culpabilidad rodaron por sus mejillas. Ahí tenía el resultado de las horas en las que se sintió sola.

 

Amor, ondas y final infeliz


La radio fue el origen de su historia de amor. Tan pronto como oyó su voz a su través se enamoró de ella. Llamo, averiguó y un par de canciones dedicadas después ya eran novios. Aquel pequeño transistor vivió con ellos su particular romance y siempre junto a él, en la mesita de noche, fue envejeciendo y desgastándose, como su pasión.

Aquel fatídico día ella sin pensárselo lo agarró con furia y lo lanzo contra la pared quedando hecho mil pedazos. Así terminó, repentina e imprevistamente como comenzó, hoy firman su divorcio.

 

Sin título


En siete años Ondina y Marino crearon un mundo a su medida, lo disfrutaron y desmantelaron.

Les conectó afín frecuencia: la armoniosa voz de locutor profesional de él y la olimpiada verbal de ella. Utilizaban al unísono ondas cortas y largas, intercaladas de modulaciones ristoleras.

La paraselene fugaz de un día emitió en favor de la libertad creativa. Fue el principio del acoplamiento de señales lo que disminuyó el volumen y los hertzios de sus sintonías. El pentodo quedó en nada. Un segundo en clave Morse les transmitió rispos eclipses de polaridad negativa.

Quedaron apenas sustancias invisibles de resonancias inaudibles.

 

Sin título


Celine ama su aparato de radio con vida propia. Se enciende y apaga a su antojo. Le salen palabras salpicadas de océano, raudas, pero como atrapadas en redes. Ella rueda al ritmo que el transistor radiotransmite. Con lo dicho de delante hacia atrás, rodea su árida soledad acompañada del único radar que se le antoja amable.

Desde su rada oscura su reducto sonoro parece rosado. Así vence el rudo asedio. Como el rodio, Celine es blanca, apenas fusible por la pena de tuno que la ronda.

Celine también vive al revés. Con el resplandor de su ceguera ama al mundo.

 

Capítulo 142 


¡Que no Don Cervantes, que no! Que si hizo hablar a dos perros, no me voy a conformar yo, siendo el protagonista de la primera de sus novelas ejemplares, quien se quede compuesto y sin novia. Así que lo dicho, que me voy siguiendo el curso del tajo, en busca de mi Galatea amada, y ya le iré contando…

Acaban de escuchar ustedes, el capítulo 142 del serial radiofónico "Galatea y Elicio" amores junto al Tajo. Interpretada por la compañía de actores de Radio floritura.

 

Algo más que magia


Héctor, como cada noche, oía a través de las ondas aquella voz cálida y sensual, que conectaba con los oyentes ávidos de comunicación. Sin saber el por qué, encendía su aparato de radio a las 01:30 horas y se dejaba llevar por Luisa, que conducía de forma magistral su programa.

Aunque no la conocía personalmente, se sentía atraído por ella. Quizás todo radicaba en la magia de la radio.

 

¡Te quiero!


Héctor recordaba con emoción la primera vez que tuvo a Irene cerca de él, sin duda son sensaciones y sentimientos difíciles de explicar.

Han sido muchas vivencias a lo largo de los años, en los que la veía crecer. El tiempo pasa y esa niña ya convertida en mujer la siente muy cercana a él.

Sin saber el porqué existen esas vibraciones, ese "feeling" que hace que permanezcan próximos el uno al otro, y al igual que las ondas de la radio, surja en el aire un permanente ¡TE QUIERO!

 

Una incierta espera 


Las mejillas de Héctor se humedecieron, estaba prestando atención a un programa de radio donde se entrevistaba a Behira una judía casada con Adif que estuvo en Auschwitz casi cinco años.

Le comunicaron que su marido había muerto, aunque no le pudieron dar muestras de ello. Behira, no volvió a rehacer su vida con la esperanza de ver algún día a Adif. Quince años después, al coger el metro se vieron y a pesar de haber cambiado se dieron un cálido abrazo y desde entonces no se han vuelto a separar.

 

Sin prisas 


Héctor bajó lentamente la cremallera del vestido de Irene. Él se desnudó muy despacio observando la piel sonrosada de ella y unos pechos turgentes ávidos de pasión. Sonaba en la radio Silhouette.

Una vez en la cama, sin prisas, las caricias brotaban de sus manos y los besos recorrían todas las partes de sus cuerpos. Casi sin darse cuenta Héctor se encontraba dentro de ella y ambos vibraron para pasar a una quietud, Irene lo miró a los ojos y le obsequió con una cómplice sonrisa.

 

Amor por la música 


Héctor, gran aficionado a la música, conectó su aparato de radio y comenzó a disfrutar de las audiciones sobre música clásica. Empezaba a sonar el Adagio de Albinoni, y ya en las primeras notas la piel de Héctor se erizó y no pudo evitar que sus mejillas se humedecieran. Siempre le pasaba cuando algo le llegaba muy hondo.

Su mente se dejó llevar y estuvo unos minutos abstraído ante tan maravillosa melodía. Sin duda esto era un verdadero amor por la música.

 

Sombra compartida


Aquellos días de verano que disfrutábamos junto al río ya no volverán.

Hace un tiempo atrás que algún cazador furtivo,  te arrebató de mi lado.

Ahora aquí en el jardín de un vecino viudo cómo yo, los dos solos, disfrutando de los favores de un árbol.

Yo sobre sus ramas comiendo higos y el bajo su sombra, escuchando la radio.

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