Ha inaugurado las jornadas de Mararía con una conferencia que ha titulado "Elogio a la lectura". Pero ¿a cualquier lectura?
Yo creo que la lectura va creando criterio y desarrollando facultades y cuanto más leemos más nos damos cuenta de que hay lecturas a las que ni siquiera merece la pena acercarse. Otra cosa es que si no hemos desarrollado criterio nos digan lo que tenemos que leer. De la misma manera que creemos lo que nos dicen que tenemos que creer y hacemos lo que nos dicen que tenemos que hacer. La lectura nos hace más libres, más justos, nos hace tener más criterio y en consecuencia es siempre beneficiosa. Aparte de que es lo más divertido que hay.
Como lectora, ¿se decanta por algún género literario?
Yo leo las cosas que están en torno a los intereses que tengo. Lo que varía en mi vida son los intereses. En un momento determinado estaba muy interesada por la filosofía, en otro en la historia. En este momento me interesan todas aquellas cosas que se refieren al mundo en el que vivo: violencia de género, pobreza, globalización, pero también siempre la literatura.
¿Y como escritora, alguno se le resiste?
Sí, la ciencia ficción. Ni he escrito ni he leído. Tengo amigos muy queridos que intentan convencerme pero cuando llego a la página diez me cuesta creerlo. Si lo único que le pedimos a un libro es que sea coherente y creíble, si no es coherente, ya lo dejamos.
Comenzó a estudiar Filosofía después de haberse casado y de haber tenido dos niños. Hasta los 50 años no escribe su primer libro. ¿Cualquiera diría que se piensa mucho lo que va a hacer?
Nada, nada. No pienso nada. Yo soy como dice el poeta: hago el camino al andar. Yo voy haciendo lo que la vida me va ofreciendo y lo que en aquel momento consiste en cumplir una expectativa que de repente se ha puesto de manifiesto.
¿Le preocupa lo que digan de usted?
No. Bueno depende de quién lo diga. Si lo dice la extrema derecha más bien me parece un elogio, y si lo dice alguien que respeto intento ver qué hay de verdad en lo que dice e intento cambiarlo. Pero las críticas brutales han venido siempre de personajes de extrema derecha. Lo que no sería natural es que les pareciera bien lo que yo hago. Ni para ellos que tienen esas ideas ni para mí que no lo respeto.
Tiene todo tan claro Rosa Regás como parece
No. No lo tengo tan claro. Yo creo que me pasa lo que a todo el mundo. Voy intentado compaginar lo que me dicen, con lo que leo, con lo que pienso. Le doy muchas vueltas a las cosas y sobre todo tengo muy claro la defensa de las ideas de justicia, libertad e igualdad. A partir de ahí defiendo el laicismo, la cultura, que es lo que hace cambiar la sociedad, porque la economía no lo hace. Nos hace más ricos y nos hace tener más coches pero no nos cambia. Si horteras cuando éramos pobres, horteras seguimos siendo cuando somos ricos. Lo que no tengo claro es algo que ocurre en el mundo, una actitud de algún gobernante. Todas estas cosas las tengo que pensar y procuro intentar desglosarlas.
En agosto dimitió como directora de la Biblioteca Nacional. ¿Se ha arrepentido en estos meses?
En absoluto. No me arrepiento en primer lugar porque el ministro de Cultura me obligó a dar una noticia a la prensa que a mí me pareció una irresponsabilidad. En segundo lugar porque recibí una reprimenda no sólo exagerada, sino injusta, brutal y polémica y no estoy dispuesta a que nadie a la edad que tengo me pegue estas broncas, habiendo trabajado como he trabajado. Y en tercer lugar si yo no hubiera dimitido me habría echado como ha echado a cinco o seis directores generales más.
¿Fue una amarga despedida, que el ministro de Cultura, César Antonio Molina le dijera que "no había trabajado" en los tres años que ocupó el cargo?
Eso me dijo entre otras muchas cosas. Siempre es un desencanto comprobar que el Gobierno en el que crees pone unos ministros con una manera de comportarse zafia e injusta.
¿Ha vuelto a hablar con él, desde entonces?
Ni he vuelto a hablar, ni volveré.
Usted es un personaje comprometido con lo social, pero ¿es posible ese compromiso sin hacerlo políticamente?
Todo lo que hacemos es política, y dentro de la política está lo social. Si yo defiendo lo social y lo defiendo bien habrá grupos políticos que estén de acuerdo y otros que no lo estén. Política es la cosa pública y en la cosa pública estamos todos.
Dijo ante la polémica que desató su marcha como directora de la Biblioteca Nacional que "con un hombre no se hubieran atrevido" porque "haga lo que haga una mujer siempre está mal". ¿Tan poco hemos avanzado entonces?
Vamos muy despacio. Estamos haciendo una revolución incruenta, no violenta y muy profunda porque se dirige al fondo mismo de la sociedad. Ni todos los hombres, ni todas las mujeres están de acuerdo con esta igualdad. Ni tampoco lo están las iglesias, todavía hoy una mujer no puede ser ministra de Dios. Todo esto está dentro de la sociedad desde hace muchos siglos y cuesta mucho. Las mujeres tenemos que aprender a movernos por un mundo que lleva siglos siendo de los hombres.
El año pasado en estas mismas jornadas se cuestionó el tratamiento que daban los medios a las informaciones sobre violencia de género
Lo tratan como si no tuviera ninguna importancia, desde luego. Han
muerto este año 70 mujeres por violencia de género e imagínese lo que hubiera pasado si las setenta personas fueran víctimas de terrorismo. ¿Me lo quiere explicar? ¿Usted ha visto alguna vez a algún ministro o alguna autoridad que haya ido a la cabecera de una manifestación contra la violencia? Hasta ahora, con María Teresa Fernández de la Vega, no he visto a ningún ministro de ningún partido que fuera a los funerales y al entierro de estas víctimas. Los medios lo cuentan como si fuera un número: ¡Ya tenemos 69! ¡Ya tenemos 70! Pero nada más.
El medio ambiente es junto a la mujer el eje de estas jornadas. Dos realidades que copan muchas de las informaciones y que son bandera de los programas políticos.
No de todos, porque el propio Mariano Rajoy ha dicho según le había contado su primo que lo del cambio climático no tiene importancia.
¿Están de moda o hay un verdadero cambio de mentalidad?
Yo no creo que haya un cambio de mentalidad. La ministra Narbona sí lo tiene, pero todavía tenemos que insistir mucho más en todo y castigar a los culpables que son las fábricas que lanzan sus desechos en los ríos; la construcción que se está cargando las costas y no hablemos del malgasto y del consumismo, todas estas barbaridades que hacemos los humanos, que nos han enseñado que sólo consumiendo seremos más ricos, más poderosos y mejores.
Las jornadas de Mararía de este año se enmarcan en el título "cambio y equilibrio". ¿Son estados compatibles?
Tienen que serlo. Siempre que utilicemos la inteligencia y sepamos renunciar a una serie de asuntos absolutamente inútiles que los consideramos como fundamentales.
¿A qué se dedica ahora Rosa Regàs?
Trabajo lo mismo que trabajaba antes. Intento recuperar el ritmo que tenía antes de entrar en la Biblioteca Nacional. Intento volver a ponerme a escribir y reanudar una novela que tenía entre manos. Estoy tomando nota de todas las cosas que me han ocurrido para no olvidarme nunca de las brutalidades a las que puede estar sometida una mujer. Una mujer que si es catalana, todavía más en Madrid, y además si no es de ningún partido, nadie le va a ayudar ni defender. Y estoy intentando colaborar en todas las cosas que suponen un compromiso. Esta tarde voy ? el pasado lunes - a Granada para hablar de la laicidad en la educación, en Granada Laica.