Un bazar con 16 años de antigüedad situado en El Golfo ve cómo su clientela se reduce cada día por la competencia de puestos ambulantes autorizados por el alcalde. Las piedras minerales de olivina consiguen retener a los turistas, que no llegan h

Piedras contra su bazar

Que el hombre tiene una gran facilidad para distraer su atención, es algo que cualquiera sabe, pero María Ángeles Díaz Reyes lo ha podido comprobar en los últimos tiempos, ella y la caja registradora del ...

6 de julio de 2006 (09:57 CET)
Piedras contra su bazar
Piedras contra su bazar

Que el hombre tiene una gran facilidad para distraer su atención, es algo que cualquiera sabe, pero María Ángeles Díaz Reyes lo ha podido comprobar en los últimos tiempos, ella y la caja registradora del bazar que regenta en la localidad sureña de El Golfo.

El Bazar Siroco lleva desde 1990 vendiendo souvenirs, toallas, helados y todo tipo de objetos atractivos para el turista que llega hasta uno de los parajes más pintorescos de la isla. La ruta que habitualmente siguen los visitantes que pasan sus vacaciones en Lanzarote, pasa por El Golfo, dónde llegan en las guaguas incluidas en los paquetes que contratan en las agencias de viaje de sus respectivos lugares de origen.

Normalmente bajo las directrices de un guía, los turistas bajan de las guaguas con el tiempo medido, no más de diez o quince minutos en los que tienen que disfrutar de la vista que proporciona el colorido de los estratos de la tierra y hacerse las preceptivas fotos con el "Charco de los Clicos", la famosa laguna verde, de fondo.

Justo al volver a las guaguas aparcadas al principio del camino que lleva al lago verde, como si de un imán se tratara, los turistas se arremolinan en torno a una pequeña mesa de plástico sobre la que se exponen distintos ejemplares de "olivina", el codiciado y decorativo mineral que puede encontrarse en medio de las rocas volcánicas y que se vende como churros entre los ávidos compradores de recuerdos de sus vacaciones.

El tiempo de visita en El Golfo ha terminado y los guías llaman a sus viajeros a subir a las guaguas, sin darles tiempo a fijarse en que, cincuenta metros más allá está el bazar de María Ángeles Díaz, que no ha recibido ni un solo cliente procedente de las guaguas y que con preocupación, ve como un puesto con piedras de "olivina" hace que su tienda no venda ni un solo recuerdo de El Golfo.

"Aunque esta señora sólo venda piedras en su puesto, la gente se queda durante los cinco minutos libres que les queda antes de irse, entretenidos en la mesa y no llegan a mi negocio" explica la dueña el Siroco, "el problema no es lo que esté vendiendo, porque ahora no tiene otras cosas, sólo vende collares que los saca a escondidas de vez en cuando. El problema es que me entretiene a los turistas".

La mesa con los minerales, lleva siete años instalándose a cincuenta metros del bazar. El alcalde de Yaiza concedió licencias para la venta con puestos ambulantes también al otro lado del Charco y en los Hervideros. "Los otros puestos molestan a todo el mundo pero no me afectan. Yo lo que pido ahora mismo, es que me quiten las mesas que tengo aquí delante de mi negocio ahora mismo", Afirma María Ángeles, que ha puesto varias denuncias al respecto y ha enviado escritos solicitando su petición al Ayuntamiento.

La dueña del bazar asegura que "este puesto lo llevaban unos niños, los hijos de la señora que tiene la licencia, que además es una empresaria del pueblo. Tiene un hotelito aquí cerca. Como los denuncié porque eran menores, ahora siempre viene la madre a vender",pero su denuncia no surtió el efecto deseado, es decir, la desaparición de lospuestos.

El alcalde del municipio, José Francisco Reyes en 2004, aseguró, según explica María Ángeles, que quitaría las licencias de venta ambulante en la zona el 30 de junio de ese año. Una vez cumplido el plazo prometido, los puestos seguían en el mismo sitio y ante la interpelación del Partido de Independientes de Lanzarote durante un Pleno municipal, por no haber cumplido con lo que había prometido, el primer edil, aseguró que no había quitado las licencias a los vendedores porque todavía tenían mucha mercancía que vender y les daba como nuevo plazo hasta el 30 de septiembre de 2004, momento en que los puestos desaparecerían de los estacionamientos del Charco de los Clicos. Pero al parecer no los quitó, "lo que hizo fue cambiar los puestos y situarlos al otro lado del Charco durante el año pasado" apunta María Ángeles, pero ahora los ha vuelto a traer aquí, dejando en los Hervideros y la otra parte de los Clicos algunos puestos".

La propietaria del bazar ha enviado varios escritos solicitando la retirada de los puestos, "pero no me ha dado contestación, no contesta a nada, él sólo "ordeno y mando" y como mucho, me dice que a ver que puede hacer". Pero ella no se dio por vencida yha acudido en varias ocasiones al Ayuntamiento de Yaiza para hablar con el alcalde. "La contestación que me dio en una ocasión fue que si yo quería todo para mí, pero yo le contesté que lo que buscaba eran mis derechos, me levanté y hasta la fecha" afirma María Ángeles. Hasta este mes de junio, no ha vuelto al Ayuntamiento, "no hubiera hablado más con él, hasta ahora que bajé la cabeza y fui a hablar otra vez con él, pero nada, aquí siguen los puestos por lo menos hasta el 30 de septiembre".

Pierdo entre 300 y 400 euros diarios

María Ángeles tiene dos empleadas en su tienda, una en el turno de mañana y otra en las horas de la tarde. Asegura que le cuesta un gran esfuerzo pagar los dos sueldos porque con "la distracción" que produce sobre los turistas las mesas de olivina, deja de ingresar en su caja entre 300 y 400 euros diarios, "antes de llegar a esta situación hacíamos unos 700 y 800 euros diarios de caja, ahora no pasamos de los 350 euros" afirma preocupada. Reconoce que los días en los que el calor aprieta, los turistas se acercan a su tienda para comprar agua y normalmente, se paran, miran y adquieren algún otro artículo,"esos días escapamos algo mejor y podemos llegar a los 500 euros, pero si no hace calor, no salimos adelante".

A lo largo de la mañana del pasadomartes, según explicaba una de las empleadas del bazar, sólo se habían acercado al establecimiento unas 20 personas, que habían hecho un gasto de no más de 100 euros. "Entre los sueldos, los impuestos que pago y la falta de clientes, no podemos" sentencia María Ángela

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