"Calonectris diomedea borealis". Ése es uno de los grandes tesoros del Archipiélago Chinijo. Tras este nombre científico están, al menos, 12.000 parejas de pardelas que han hecho de Alegranza la mayor colonia de cría de las islas Canarias. Para protegerlas, la organización WWF/Adena ha reclutado un ejército de voluntarios que han hecho de Alegranza, durante los últimos meses, su campo de batalla.
Sus armas no son otras que unos prismáticos y el respeto por un patrimonio natural que necesita atención especialmente durante esta época del año, en la que los pollos de pardela atraviesan una fase crítica en su desarrollo justo antes de su primer vuelo. Así, cuando termine la campaña a mediados de noviembre, 35 personas habrán contribuido a la conservación del Parque Natural del Archipiélago de Chinijo reforzando, entre otras cosas, la vigilancia sobre los cazadores furtivos. Y es que la pardela cenicienta está incluida en el Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias bajo la categoría de Interés Especial. Los pollos de esta especie han sufrido durante años, explican desde WWF/Adena, los desvastadores efectos de la caza ilegal.
La amenaza de los furtivos sigue presente aunque lo cierto es que la mirada atenta de los voluntarios se lo pone más difícil a aquellos que todavía no son conscientes de la necesidad de preservar la que es una de las mayores colonias de pardela cenicienta a nivel mundial.
Las jornadas de vigilancia deben ser de 24 horas y tienen un único objetivo: evitar el exterminio. Así lo explica Alexis Ribera, técnico de WWF/Adena: "Desafortunadamente el hombre es la principal amenaza de las pardelas. Alegranza, al ser uno de los santuarios de las pardelas, es como un supermercado para los furtivos. Es ideal para coger el mayor número posible en el menor tiempo posible sin que lo vean los vigilantes. Por eso tenemos que estar alerta. La población de pardelas se mantienen pero no podemos bajar la guardia. No se producen grandes matanzas pero sí hemos comprobado, este año otra vez, que los furtivos intentan cazas y a veces lo logran".
Todavía queda lejos el momento en el que esta ave marina pueda vivir tranquila. "En los dos últimos años hemos notado un rebrote de furtivos. Tras unos años, durante los que parecía que la población estaba concienciada y que se respetaba más Alegranza, está yendo gente a acampar ilegalmente pero también a pescar, mariscar y coger pardelas por la noche", relata Ribera.
Si bien es cierto que la caza de pardelas es una actividad que se realizaba de forma tradicional en la zona ?incluso, recuerda el técnico de Adena, ha habido quien ha justificado esta actividad- lo cierto es que, hoy por hoy, ya no tiene ninguna razón de ser. Al menos, así lo ven los ecologistas: "Antes era uno de los pocos recursos que había en estas islas tan pobres, pero ahora afortunadamente tenemos otros recursos para subsistir".
No es fácil, eso sí, intentar conservar esta importante colonia de aves. La campaña que WWF/Adena realiza desde hace diez años en el Archipiélago Chinijo ?y que está financiada por el programa de voluntariado del Organismo Autónomo Parques Nacionales, además de contar con la colaboración del Ayuntamiento de Teguise y el Cabildo de Lanzarote- se desarrolla durante varios meses y permanecerá en marcha hasta mediados de noviembre.
Para que sea realidad es fundamental el empeño no sólo de la ONG sino también de sus colaboradores: "Son voluntarios que intentan complementar la vigilancia del propio parque natural y la reserva marina. Intentamos cubrir los huecos que desgraciadamente deja la administración. Una de las cosas a mejorar, precisamente, es la vigilancia del espacio".
Los voluntarios ponen la vista en la costa pero fundamentalmente en los nidos. Eso sí, no es fácil. Las pardelas ocupan todo el litoral de Alegranza y también el interior. De hecho, en ocasiones, anidan en oquedades, entre piedras, en madrigueras? A pesar de eso, la voluntad suple la dificultad. La observación también ha permitido hacer una estimación acerca de la población, que está entre las 10.000 y 12.000 parejas de pardela en Alegranza.
Las labores de WWF/Adena no sólo se limitan a la vigilancia de esta ave. La estancia en el islote también se aprovecha para realizar labores de observación con los halcones de Eleonor. Y por supuesto los voluntarios realizan tareas de concienciación e información con aquellas personas que visitan el Archipiélago Chinijo y llevan a cabo limpiezas con las que erradicar los residuos, que en algunas ocasiones son devueltos por el mar a la costa. Porque la naturaleza, lo creamos o no, también sabe pasar factura.