Con más de 400.000 personas en esta situación, las islas superan la media estatal. Además, el 3,6 por ciento de la población canaria sufre niveles de pobreza severa

Más del 20 por ciento de la población de Canarias vive por debajo del umbral de la pobreza

Más de 400.000 personas viven en Canarias por debajo del umbral de la pobreza, según destaca el Informe de la Inclusión Social 2008, realizado por la Obra Social de Caixa Catalunya, que indica que un 20,3% de la comunidad ...

8 de septiembre de 2008 (22:24 CET)
Más del 20  por ciento de la población de Canarias vive por debajo del umbral de la pobreza
Más del 20 por ciento de la población de Canarias vive por debajo del umbral de la pobreza

Más de 400.000 personas viven en Canarias por debajo del umbral de la pobreza, según destaca el Informe de la Inclusión Social 2008, realizado por la Obra Social de Caixa Catalunya, que indica que un 20,3% de la comunidad canaria vive por debajo del umbral de la pobreza, superando incluso la media estatal que en 2006 hacía referencia a un 19,9% de la población.

El estudio resalta además que en la comunidad canaria un 3,6% de sus habitantes se ven afectados por niveles de pobreza severa.

Apunta que las comunidades de Murcia (21,2%), Casilla León (21,1%) y La Rioja (20,04%), también se sitúan por encima de dicho porcentaje, mientras que Cantabria (14,2%), Asturias (16,8%), Comunidad Valenciana (16,8%), Aragón (17,2%) y Extremadura (17,4%), son los territorios que presentan unos niveles de pobreza autonómicos más bajos.

POBREZA SEVERA

Atendiendo a la severidad de la pobreza, indica que existen diferencias considerables entre las distintas regiones del país. Mientras que con un 0,8% La Rioja es la comunidad que cuenta con la tasa de pobreza severa más baja, Castilla y León y Extremadura presentan la más alta de todas las comunidades, que en ambos casos afecta a un 4,7% de la población. En la comunidad canaria un 3,6% de sus habitantes se ven afectados por niveles de pobreza severa.

La Obra Social de Caixa Catalunya presentó hoy este informe, que se centra en el análisis de la exclusión económica y laboral por comunidades autónomas. Ha sido elaborado por un equipo de investigadores del Instituto de Infancia y Mundo Urbano (CIIMU).

En él han participado los profesores Marga Marí-Klose ?de la Universidad de Barcelona?, Lluís Flaquer ? de la Universidad Autónoma de Barcelona?, Cristina Sánchez ? de la Universidad de Girona? Lara Navarro y Laura Morató, investigadoras del Instituto de Infancia y Mundo Urbano (CIIMU), bajo la dirección científica de Pau Marí-Klose ? de la Universidad de Barcelona ? y la coordinación general de Carme Gómez-Granell, directora del CIIMU.

Según este informe de la Obra Social de Caixa Catalunya, existe una heterogeneidad considerable en cuanto a cifras macroeconómicas por autonomías, así como grandes diferencias en las medianas de los ingresos equivalentes de los hogares de las distintas comunidades.

En él, además de analizar los umbrales de la pobreza económica, también se identifican otros tipos de exclusión social como la laboral, la de vivienda, la de formación, la sanitaria y la que afecta a los derechos de participación.

Finalmente, se analiza la pobreza y la exclusión a partir del Ciclo de la Vida, que se entiende como las diferentes etapas biográficas de una persona (infancia, adolescencia, juventud, primeras etapas de la vida adulta, madurez y ancianidad) y trayectorias socio-económicas (la educativa, el ciclo familiar, la carrera profesional, entre otras).

POBREZA Y CICLO DE VIDA

El riesgo de exclusión económica se distribuye de forma desigual a lo largo de la vida. Las situaciones de exclusión económica en España se concentran en dos etapas vulnerables: infancia y ancianidad, siendo los grupos que presentan las tasas de pobreza moderada más altas (24 y 31 por ciento respectivamente).

Las formas de pobreza más intensa (pobreza alta y severa) son mucho más habituales en la infancia. Así, examinando la pobreza severa el Informe de la Obra Social de Caixa Catalunya destaca que las personas que presentan un riesgo más alto de sufrir pobreza son los menores de 16 años (5,4%).

Esta misma tendencia queda de manifiesto si se examina la pobreza alta, donde el grupo de edad con un mayor riesgo de pobreza continúa siendo el formado por los menores de 16 años (10,3%). Las tasas de pobreza severa y alta de las personas mayores de 65 años son mucho más bajas (se sitúan en el 1,9 y 7,5% respectivamente).

La vinculación del hogar con el mercado de trabajo y la composición del hogar son dos de los principales factores que explican los riesgos de pobreza infantil.

Así, el riesgo de pobreza moderada de los menores es mucho más elevado en los hogares en que sólo trabaja uno de sus progenitores (34%) que en los hogares en que trabajan los dos (8,6). Los datos también corroboran la delicada situación económica de los hogares monoparentales, especialmente si la madre no trabaja.

NIÑOS POBRES

El 52% de los niños que viven en un hogar monoparental donde la madre no trabaja son pobres. Cuando la madre trabaja, la tasa de pobreza se reduce al 27%, sólo ligeramente superior al riesgo de pobreza de la población infantil en general.

El Informe también destaca los riesgos de exclusión económica que afrontan los jóvenes en edad de emanciparse. Este riesgo se intensifica debido a los elevados costes de la vivienda a los que deben hacer frente para emanciparse.

El Informe presenta una simulación que calcula las tasas de pobreza de las personas de 26 a 35 años que viven con sus padres si optaran por emanciparse. El resultado de estos análisis revela que, si abandonaran el hogar de sus padres, las tasas de pobreza se situarían muy por encima de la tasa media de pobreza del conjunto de la población española.

POBREZA E INMIGRACIÓN

Los resultados del estudio evidencian que las condiciones de vida de la población extranjera respecto a la autóctona constituyen uno de los principales riesgos de fractura social. En este sentido, el porcentaje de pobreza de las personas inmigrantes es sensiblemente superior al de las personas nacidas en España, en todas sus tipologías.

Así, si la pobreza moderada alcanza al 17% de los hombres y al 21% de las mujeres nacidas en España. Entre los nacidos fuera de la UE-25, la tasa de pobreza moderada se sitúa en el 26% y el 24%, respectivamente.

Por lo que respecta a las tipologías más intensas de pobreza ? alta y severa ? la brecha se incrementa aún más. Así el 6% de hombres de origen español y el 7% de mujeres sufren pobreza alta; en el caso de las personas nacidas fuera de la UE, la pobreza es el doble (12 y 14%, respectivamente).

Finalmente sufren pobreza severa un 3% de los autóctonos/as, mientras que entre los nacidos fuera de la UE-25 esta ratio se triplica (10%). La situación económica es especialmente difícil para las familias de origen inmigrante con menores dependientes.

En torno a la mitad de los menores de origen inmigrante viven en situación de pobreza moderada (52%), proporción 2,5 veces superior a los menores pobres de origen español. Entre los menores inmigrantes también son muy elevadas las tasas de pobreza alta (32%) i severa (28%).

PROTECCIÓN SOCIAL

Finalmente, el Informe de la Inclusión Social en España 2008, analiza el impacto de los sistemas de protección social de los Estados sobre las situaciones de riesgo social. Así, el Informe muestra la capacidad de los Estados europeos de reducir la pobreza de dos grupos de edad (menores de 16 años y mayores de 65) a través del esfuerzo público en dos momentos en el tiempo (1999 y 2006).

Los resultados ponen de manifiesto que España es el único país en que, durante este período, empeora simultáneamente la capacidad para reducir la pobreza en los dos grupos de edad, a pesar de que se ha conseguido proteger las generaciones mayores de la posibilidad de experimentar las formas más severas de pobreza.

El sistema público de bienestar en España muestra déficits importantes en la protección social de menores, que explican en buena medida que en este país se registren las tasas de pobreza infantil más altas del entorno europeo próximo (UE-15).

EXCLUSIÓN LABORAL

El Informe examina diversas formas de exclusión vinculadas a la "baja calidad" del empleo, como son los trabajos de baja remuneración o los empleos sujetos a modalidades de contratación temporal.

Entre los trabajadores asalariados que trabajan a tiempo completo, la incidencia del empleo de baja remuneración es sobre todo muy alta entre los trabajadores/as de 16 a 25 años (27%) y disminuye drásticamente en etapas más avanzadas del ciclo vital.

Las diferencias según género, nivel educativo y lugar de nacimiento son más reducidas, pero estadísticamente significativas. La proporción de mujeres asalariadas que trabajan a tiempo completo con empleos de baja remuneración (14%) dobla a la de los varones (7%). La de trabajadores/as asalariados con estudios primarios (13%) dobla a la de los que poseen estu¬dios superiores (6,4%).

La proporción de trabajadores/as asalariados de origen extranjero extracomunitario con empleos de baja remuneración es también significativamente superior a la de trabajadores/as nacidos en España (16% y 9,2%, respectivamente).

BAJA REMUNERACIÓN

Además del empleo de baja remuneración, otro de los factores de exclusión laboral es la temporalidad del empleo. España es el país de la Unión Europea con tasas más altas de contratación temporal y donde la diferencia salarial entre el salario bruto por hora de un trabajador/a con contrato indefinido y un trabajador/a temporal es más acusada.

Los resultados de los análisis de Caixa Catalunya sugieren que los trabajadores/as temporales perciben peores salarios que los trabajadores estables, una vez se han controlado características individuales, del empleo y de la empresa en la que se desarrolla la actividad laboral.

Así, en igualdad de condiciones las mujeres con contrato temporal tienen salarios un 13% inferior a las que tienen contrato indefinido; en el caso de los hombres, el salario es un 14% inferior.

También puede observarse asimismo que, con independencia del carácter permanente o tem¬poral de su trabajo y de otras características individuales, del empleo y del entorno laboral, las personas más jóvenes tienden a percibir salarios más bajos que los trabajadores más veteranos. Así, en igualdad de condiciones, un hombre de 16 a 25 años percibe un salario un 23% inferior al de un hombre de 55 a 64 años.

ACN Press

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