Doña Margarita Barrera, natural de Haría, cumplía la semana pasada 101 años de edad, celebrándolo en un restaurante del municipio norteño rodeada de sus familiares y amigos. Al evento acudieron también el alcalde de Haría, Marciano Acuña, y la concejala de la Tercera Edad del Ayuntamiento, Auxiliadora Fernández.
Se trata de una mujer a la que le ha tocado vivir todo tipo de situaciones, tanto positivas como negativas. Sin embargo, a pesar de las dificultades económicas sufridas, se siente afortunada de haber podido crear una estupenda familia y un hogar, así como de llegar a los 101 años de edad conservando todos sus recuerdos y disfrutando de una buena salud. "Todos quieren la receta y no tengo para todos", afirma jocosamente Margarita.
De joven fue panadera con su padre, con quien recorría las calles de Haría, Máguez y Yé con una cesta para vender el pan. Con 17 años se quedó huérfana de madre y tuvo que encargarse del cuidado de sus cuatro hermanas -es la única de todos sus hermanos que vive actualmente-. Posteriormente, con 22 años de edad, se casó con Julián, también natural del pueblo de Haría, quien tuvo marchar a la Guerra Civil en 1936.
Durante ese período de conflicto, Margarita vivió en Las Palmas de Gran Canaria, donde se encontraban sus hermanas. Mientras duró la guerra, Julián solo vino una vez de vacaciones y únicamente pudo pasar un día con su mujer. "Recuerdo que ese día estaba en mi casa y por la noche se lo llevaron, para no tener que ir las mujeres a lamentarse al muelle", señala esta hariana centenaria. "Se pasó mucha hambre; para ir a buscar un cuarto de kilo de azúcar teníamos que ir al Puerto de Las Palmas en fila, y ahora tienen de todo y les parece poco", añade.
Tras la Guerra Civil, Margarita estuvo viviendo entre Gran Canaria y Lanzarote, hasta que decidió volver a su isla natal. Cuando su hijo mayor tenía ya 14 años, decidieron instalarse en las "casas baratas" por debajo de la antigua Conservera de Garavilla. Julián comenzó a trabajar de vigilante en el muelle de Los Mármoles y posteriormente también en el Islote del amor. "En aquella época yo iba por la noche caminando a llevarle la cena y a acompañarle", comenta la homenajeada.
A pesar de que sus viajes a Gran Canaria eran frecuentes, la pareja decidió construir una habitación en Altavista, en contra de la opinión de la gente, que le decía que esa casa "sería para los cuervos", pues no había nadie por aquel entonces. No obstante, decidieron seguir con su idea y construirla, aunque ellos continuaron viviendo en las "casas baratas" con esteras y sin agua, pues Margarita iba a lavar las mantas a las antiguas salinas de Arrecife. Una vez sus hijos fueron creciendo decidieron continuar construyendo en Altavista y comenzaron a vivir ahí hasta el día de hoy, cuando ya han pasado 60 años.
A pesar de que residía en Arrecife, la pareja iba esporádicamente a la casa de Haría, herencia del padre de Margarita, en la calle San Juan. Ambos se dedicaban a cuidar el terreno y los animales, pues antiguamente se buscaba la manera de ganar dinero a través de ello. "Julián tenía un camello que lo utilizábamos para ir a buscar batatas y luego venderlas", explica nuestra protagonista.
Actualmente Margarita es viuda, pues Julián falleció a causa de una grave enfermedad. Sin embargo, a pesar de las adversidades, considera que no le ha faltado nada por vivir. "Me ha ido muy bien y mis hijos me cuidan mucho".
La concejala de la Tercera Edad del Ayuntamiento de Haría, Auxiliadora Fernández, considera "maravilloso poder conocer la historia de Margarita, una señora que nos puede dar a todos lecciones de vida; la primera y la más importante, tener ganas de vivir". Y es a que a todos sorprende la vitalidad y la habilidad mental que aún conserva esta mujer, así como su destreza física.
Desde el Ayuntamiento de Haría le desean a Margarita Barrera que "cumpla muchos años más y que conserve la fortaleza con la que ha vivido todos estos años".