El cansancio se asoma en sus rostros mientras hablan de las presiones a las que, aseguran, les someten estos días las autoridades marroquíes. Tratan de no perder, sin embargo, la sonrisa. "Son demasiados años de espera y sufrimiento", dice Bachir Lejfani, compañero de Aminatu Haidar.
Lejfani no puede evitar cambiar la expresión y fruncir el ceño cuando habla de España. "No dejan de decepcionarnos". Y se pregunta dónde está el Gobierno de Zapatero. "Nunca tendrían que haber dejado entrar sin pasaporte a Aminatu, ahora son ellos los que tienen que solucionar esta crisis" afirma al tiempo que asegura que precisamente esto es lo que más le asusta. "Están plegados a los intereses de Marruecos, no hay duda".
Pegados al televisor y al teléfono todo el día, siguen de cerca las noticias sobre la salud de la que definen como "el alma de nuestro pueblo". Si muere, dice la joven activista Sultana Jaya, la culpa será de los españoles.
Jaya, que perdió el ojo derecho tras "una brutal paliza" de la policía en una manifestación en 2007 en Marrackeh, se presenta como una muestra más de la escalada de represión "que ha puesto en marcha Marruecos después del discurso del rey del 6 de noviembre con motivo de la Marcha Verde".
Hace justo hoy dos meses que a esta saharaui le sustrajeron sus papeles cuando se disponía a viajar a Barcelona para una revisión de su ojo. "Ahora me duele mucho, la visita que tenía que realizar a la clínica era urgente; la membrana que recubre el ojo de cristal que me pusieron necesitaba ser revisada y corre riesgo de infectarse".
No es la única saharaui que se ha quedado sin pasaporte en los últimos meses. "La expulsión de Aminatu marca un punto de inflexión, pero desde octubre las autoridades marroquíes nos han requisado los documentos a una decena de saharauis para evitar que salgamos del país a recibir tratamiento o a exponer las violaciones de Derechos Humanos que se comenten en el Sahara Occidental".
Años de plomo
Encontramos en su casa a Galia El Jimi, vicepresidenta de la Asociación de Víctimas de Violaciones Graves de los Derechos Humanos (Asvdh). "Los saharauis tienen mucho miedo, temen por sus familias y por sus trabajos, saben que las cosas están cambiando; estamos volviendo a los Años de Plomo de Hassan II".
A la retirada de pasaportes y la expulsión de Aminatu, cuenta, se une el encarcelamiento el pasado 8 de octubre de siete pesos pesados del activismo saharaui tras viajar a los campamentos de refugiados para exponer en el exilio la situación que se vive en el Sahara Occidental. A la espera de juicio militar, advierte Jimi, podrían ser condenados a pena de muerte.
Todos los activistas, en bloque, piden ayuda a la comunidad internacional e insisten en el débil papel desarrollado en todo el conflicto por España. "Son los únicos ?dicen- que jamás se han dignado a viajar en misión diplomática al Sahara Occidental, nunca ha pasado por aquí su Embajada". Sí lo han hecho Estados Unidos, Francia, Suecia, Holanda o Gran Bretaña.
Advertencias y elogios
Las autoridades marroquíes mantienen un discurso totalmente opuesto. Desmienten las presiones que dicen sufrir los saharauis y definen a España como un gran socio, al que sin embargo advierten de los peligros que podrían amenazarle si se tambalean sus relaciones con el vecino Marruecos.
"Nosotros luchamos contra muchos de los males que afectan a España como la inmigración clandestina y el tráfico de drogas; es España la que debe posicionarse y decidir si está con un Marruecos que lucha por controlar estos fenómenos o no", aseguran fuentes oficiales. Las mismas que afirman que "ni diez Aminatus conseguirán dar al traste con la historia común y la amistad que unen a nuestros dos pueblos".
"Queremos que vuelva nuestra mamá"
La casa de Aminatu Haidar, en el barrio de Casa Piedra de El Aaiún, está sitiada por la policía las 24 horas del día. Ninguno de los miembros de la familia puede abandonarla sin que los agentes les pisen los talones, cuentan los activistas. "Les están presionando para que no se reúnan con la prensa y tienen miedo, sobre todo por los dos niños".
No pueden encontrarse con los periodistas, pero asustados por el estado de salud de su madre, Hayat Kassimi, hija de Aminatu Haidar (15 años), escribía este lunes una carta en su nombre y el de su hermano (13 años), Mohamed, dirigida a todos los niños del mundo.
También a todas las madres, "para que apoyen a la nuestra; una madre que sostiene a sus dos hijos y que se encuentra en huelga de hambre desde hace 23 días, para que ella pueda volver a nuestro lado y vivamos juntos de forma estable".
"Es doloroso para mí y mi hermano recibir la mala noticia de que nuestra querida madre ha tomado la decisión de dejar de tomar sus medicamentos, es peligroso para ella. Ayuden a nuestra querida mamá", escribía en la misiva la pequeña al tiempo que rogaba para que se evite "esta tragedia que va a repercutir negativamente sobre nuestra situación psíquica y psicológicamente". Su carta, un grito desesperado, termina con la petición de los dos pequeños: "¡Queremos que vuelva nuestra mamá!".
ACN Press
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