El Castillo de Santa Bárbara -o de Guanapay, como lo llaman muchos lanzaroteños- es un punto de referencia para los turistas que desean conocer la historia de la Isla. Esta fortaleza, que fue en su día el bastión defensor de los residentes de la Gran Aldea, actualmente es un fiel reflejo de la etapa emigrante lanzaroteña y acoge el Museo del Emigrante Canario (MEC). El centro recibió en los primeros siete meses de este año 13.430 visitas, incluidos el millar de escolares isleños que acudieron procedentes de 48 centros educativos.
Los primeros meses del año, coincidiendo con la exposición "Como agua"de Anneliese Guttenberg y Stefan Schultz, fueron los de mayor afluencia. Por nacionalidades, destacan en las entradas los españoles y alemanes.El domingo, coincidiendo con el mercadillo, es el día con mayor número de visitas.
El Castillo es una de las construcciones más antiguas de la Isla. Fue edificado en el siglo XIV por Sancho Herrera, primer señor privativo de la Isla; y fue reconstruida por Leonardo Torriani a las órdenes de Felipe II en 1588. A finales del siglo XVIII se levantó en la caldera del volcán un aljibe para recoger agua y a principios del XX fue palomar militar. La desaparición de los piratas trajo consigo su deterioro ante la carencia de funcionalidad durante décadas y volvió a tener protagonismo en los años sesenta, por su valor arquitectónico militar.El castillo se restauró en 1960 y volvió a restaurarse nuevamente en 1977.
A esta nueva etapa se añadió en 1991 su utilización como Museo del Emigrante Canario y en la actualidad acoge un archivo de documentos gráficos, actas históricas, cartas de navegación, contratos y fotografías, así como enseres de los emigrantes canarios;maletas, ropas, postales o cartas. También se encuentran algunos regalos de los emigrantes que pudieron volver de América. Un compendio de objetos y documentos que son un fiel reflejo de una etapa donde los isleños tenían que salir de su Isla para sobrevivir.