"No tenía ningún síntoma. No se le notaba. Con un año pesaba seis kilos. Cuando comía a la mañana siguiente se le ponía la barriga hinchada, después se le empezó a caer el pelo. Adelgazó mucho y se le ponían las venas azules. Dejó de caminar y de crecer y los médicos me decían que no tenía nada. Un día le traje casi muerto al Hospital General e insistían en que no le detectaban nada. Tiene dos años, tiene la barriga hinchada, ha adelgazado, se le ha caído el pelo y no camina, ¿cómo no va tener nada? Vino un doctor, miró la radiografía y le ingresaron. Estuvo quince días. Ahora está bien, come cosas sin gluten, que compro en una tienda especializada donde venden pan, macarrones y tarta sin gluten, aunque son productos muy caros. Los paquetes de pasta me valen siete euros, las galletas tres. Pero gracias a Dios tiene cosas que el niño puede comer"