Francisco Javier Álvaro, de San Sebastián, relata una relación figurada con un texto de gran calidad literaria y originalidad

"Carta de amor a un trapezoide" gana el IV certamen Los Novios del Mojón

El jurado del IV concurso de Cartas y Amor y Desamor Los Novios del Mojón difundió este jueves su fallo en el Palacio Spínola de Teguise y destacó la unanimidad en la selección de las cartas ganadoras. Fue elogiada la gran ...

24 de abril de 2008 (21:40 CET)
Carta de amor a un trapezoide gana el IV certamen Los Novios del Mojón
Carta de amor a un trapezoide gana el IV certamen Los Novios del Mojón

El jurado del IV concurso de Cartas y Amor y Desamor Los Novios del Mojón difundió este jueves su fallo en el Palacio Spínola de Teguise y destacó la unanimidad en la selección de las cartas ganadoras. Fue elogiada la gran calidad literaria y originalidad de "Carta de amor a un trapezoide", así como su "solidez" como texto epistolar y diferenciado del resto por su sentido figurado.

La segunda carta seleccionada, titulada "Limpieza general" con un contenido íntegro y muy emotivo, corresponde a Claudia Morales, quien envió su misiva desde Buenos Aires (Argentina). El tercer premio recaló en la carta "Quiero acercarme al mar", de Zaray Llamas, quien escribió desde Zamora.

El jurado de esta edición estuvo compuesto por Fernando Ruiz, de la Fundación César Manrique, y los periodistas Ruth Corujo y Carlos Inza. Los tres subrayaron que desde un primer momento coincidieron en las cuatro o cinco cartas que sobresalían del resto y entre las que se encontraban las ganadoras.

La dotación económica de los premios es de 500, 300 y 200 euros respectivamente. El Ayuntamiento de Teguise informó en nota de prensa de que prevé culminar a finales de año la edición del segundo libro de "Cartas de amor y desamor". Las obras que se presentan al certamen tienen una extensión máxima de dos folios, mecanografiados a doble espacio y escritas por una sola cara. Los textos ganadores pasan a ser propiedad del Ayuntamiento de Teguise y son publicados cada dos años en una publicación colectiva. De hecho, en el concurso se hace también una selección de las 15 mejores cartas presentadas.

Carta ganadora:

"Carta de amor a un trapezoide"

'Querido trapezoide:

Le sorprenderá que, por primera vez (supongo), alguien le haga una declaración de amor y ésta no provenga de una figura plana. Su pertinaz vivencia en el plano le ha mantenido siempre al margen de lo que ocurre por arriba y por abajo, enfrente o detrás. Se lo voy a decir claramente: yo lo conocí hace unos años pero usted aún no se había enterado, hasta hoy, de mi presencia. Por lo tanto, si me permite, voy a empezar desde el principio, explicándole cómo fue nuestro primer encuentro.

Ocurrió una tarde de otoño lluviosa. Una de esas tardes de noviembre en que llueve a mares; Usted estaba quieto en una página avanzada de un libro sumamente grueso que era nuestra pesadilla continua? Me acuerdo perfectamente de su ubicación; página 159, al final, a la derecha, como escondido en un rincón, tratando de pasar desapercibido. Fue al abrir esta hoja, siguiendo la orden directa de la profesora Paloma, cuando lo vi por primera vez. Allí estaba usted entre los miembros de su numerosa familia: un cuadrado, un rectángulo, un paralelogramo, un trapecio, un rombo, un romboide? y ¡el trapezoide! Un perfil grueso delimitaba sus desiguales lados y sus extraños ángulos. La maestra, según nos iba narrando las grandes virtudes de sus colegas cuadriláteros, más se entusiasmaba: Que si igualdades laterales, que si paralelismos, que si ángulos, que sidiagonales? Y así fue transcurriendo la clase sin que la maestra no sólo no hiciera un simple comentario en torno a usted, sino que ni siquiera lo mencionó. Como es lógico, pensé que se había olvidado, por lo que le pregunté:

- ¿Y el trapezoide?

- Es un cero a la izquierda. Ése es el que no tiene nada ?me respondió; dejándome perplejo.

- ¿Nada de nada? ? le volví a preguntar.

- - Sí, nada de nada ? me volvió a contestar.

Y sonó el timbre, indicador inequívoco de que la clase había llegado a su término. Las palabras de la profesora me dejaron anonadado: Usted era para la docente el patito feo de su extensa familia de cuadriláteros. Figuraba en la hoja, tenía su nombre, pero nada más. Por eso, a la mañana siguiente volví a insistir en el tema con doña Paloma:

- Debe ser muy sencillo trabajar con los trapezoides, ya que como no tienen nada de nada, tampoco se podrá calcular nada-

- ¡Al contrario! Son los más difíciles de calcular. Ya lo verá cuando sea mayor.

Durante aquella época yo creí intuir quñe matemáticas y sexualidad debían tener algo en común, porque siempre se nos pedía esperar a ser mayores para comprobarlo.

A usted no lo vi más, hasta que en Bachillerato, don Antonio nos obsequió con una fórmula muy larga para calcular su área: Esto me rompió todos mis esquemas. Resulta que usted pasó del "nada de nada" al "todo de todo".

Nuestro siguiente encuentro tuvo lugar en el paseo marítimo de la ciudad donde disfruté de mis últimas vacaciones. Fue al ocaso. Si le digo la verdad, perdóneme que le diga que lo primero que hice fue presenciar una puesta de sol de auténtica postal, donde el crepúsculo teñía el cielo de rojos-púrpuras inverosímiles, entremezclados con anaranjados, amarillos,? Pero, en un momento determinado, bajé la mirada al pavimento y descubrí que le estaba pisando. Di un salto y me quedé durante mucho tiempo contemplándolo embelesado. ¡Qué maravilla! ¡Qué emoción indescriptible! ¡Qué abanico de tonalidades! Después de toda la vida sobre monótonos mosaicos llenos de ángulos rectos, allí estaba usted. El "cero a la izquierda"de la profesora Paloma se me representó en el momento más inesperado en forma de loseta. Paloma sólo tenía razón en lo complicado que resulta tratarlo. Desde aquel día he dibujado aquel llamativo suelo de tan variados colorines en innumerables ocasiones, jugando a marcar puntos medios en sus lados, trazando rectas entre ellos, configurando pequeños triángulos equiláteros? Y, a buen seguro, mi querido trapezoide, que lo seguiré haciendo hasta el final de mis días. Este amor tan peculiar pero, al mismo tiempo, tan sincero, al menos, tiene la virtud de ser eterno?

Hasta luego, mi querido y entrañable cuadrilátero irregular que no tiene ningún lado paralelo a otro, ni lados ni ángulos iguales; y la verdad es que ni falta que le hace a usted, ya que no tiene por qué causarle ningún tipo de envidia.'

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