Afirmó que la isla era "otra madre y otro padre" para él, pero su espíritu crítico también le hizo encontrar duros detractores

Saramago, una huella de dos décadas en Lanzarote

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25 de junio de 2010 (14:49 CET)
Saramago, una huella de dos décadas en Lanzarote
Saramago, una huella de dos décadas en Lanzarote

"Siempre es bueno tener otra madre y otro padre y Lanzarote es, en estos momentos, otra madre y otro padre para mí". Son palabras de agradecimiento a la isla de José Saramago. Fueron pronunciadas el 22 de diciembre de 1997, cuando el Cabildo le declaró "Hijo Adoptivo" de esta tierra, en un acto en Los Jameos del Agua. Saramago había llegado cuatro años antes a Tías, donde se refugió junto a su mujer, Pilar del Río, después de la polvareda que levantó su libro "El evangelio según Jesucristo" en Portugal, que incluso fue vetado por el Gobierno luso.

El escritor decidió afincarse en la isla, que ha podido disfrutar durante 17 años de su activismo y de su inteligencia. [El pasado viernes, día 18, Lanzarote perdió a un referente,->41016] aunque siempre permanecerá en la mente de muchos conejeros, que se resistirán a olvidarle, al igual que se resisten a olvidar a César Manrique.

Muy vinculado a la Fundación César Manrique desde que se asentó en Tías, José Saramago ha defendido durante todos estos años los mismos valores que en su día enarboló el artista lanzaroteño. Su lucha por el respeto al paisaje y las características únicas y privilegiadas de la isla y su claro posicionamiento sobre la clase política reinante despertaron tanto elogios como duras críticas.

Lo cierto es que el escritor portugués no eligió Lanzarote como lugar de descanso, como tierra de sol y playa. Saramago escogió la isla, pero decidió participar activamente en ella, denunciando sus excesos, su crecimiento desmesurado, su corrupción. Decidió no vivir de las mieles del Premio Nobel de Literatura, que recibió en 1998, y prefirió implicarse.

Porque el literato portugués participó en manifestaciones, en coloquios y en presentaciones. Así, encabezó una concentración contra el racismo en octubre de 2000, inauguró unas jornadas de la mujer en contra de la violencia de género o pronunció un contundente discurso en contra de la guerra de Irak, entre otros muchos actos. "Le puso voz al sentimiento de Lanzarote contra la guerra", indicó el secretario general del PSOE en Lanzarote, Carlos Espino, que recuerda este acto con especial emoción.

Amenazó con marcharse

Y en todos estos eventos, el escritor opinó y fue duro con la isla. Esto no sentó nada bien a ciertos ámbitos políticos y empresariales, pero a Saramago no le importó y siguió defendiendo lo que creía justo.

El escritor alertó sobre el incipiente nacionalismo canario y llegó a declarar que "hablando de raza canaria se empieza, como en Alemania, aunque espero que aquí no haya ningún Hilter en embrión". Incluso, amenazó con marcharse: "Soy un guiri, y si dicen 'godos fuera', no tendré más remedio que hacer las maletas e irme de aquí", dijo en septiembre del año 2000.

Saramago advirtió de que el crecimiento desmesurado de localidades como Playa Blanca iba a desembocar en el desastre paisajístico y turístico. Trató de despertar conciencias en 2003, sacando a relucir el nombre de César Manrique, e indicó que la isla cada vez se alejaba más del destino que para ella soñó el artista conejero. "¿Qué vamos a hacer con la obra de César? Conservarla, respetarla? Está la Fundación como un Quijote rodeado, no de ovejas, porque la equivocación del Quijote fue imaginar que el rebaño de ovejas era un ejército, pero aquí, esta Fundación, está cercada de ejércitos que no la quieren nada", señaló en la presentación del libro "César Manrique. Pintura".

Algunos le trataron de oportunista, descalificaron sus palabras y aseguraron que estaba endiosado. Otros defendieron su postura y su lucha contra el deterioro del territorio. Todavía son muchos los que recuerdan los pronunciamientos públicos de Saramago y la polémica que estas denuncias despertaron. "José se comprometió con esta isla, acudió a manifestaciones, denunció la corrupción y el hormigón. Por no callarse ha sufrido críticas, pero en todo momento ha sido sincero, íntegro con nuestra tierra. En vida debió haber recibido otro trato y ahora esto se debe enmendar de alguna manera", exigió el presidente de la Fundación César Manrique, José Juan Ramírez.

"Sólo utilizó la palabra"

En este mismo sentido, se pronunció el alcalde de Haría, José Torres Stinga, que defendió el compromiso que Saramago adquirió con la isla. "Ni construyó hoteles ilegales, ni hizo la guerra fría, ni ocupó Palestina. Sólo utilizó la palabra. Pero para los que están en el poder esto es lo más peligroso y, por ello, se vieron reacciones tan absurdas, innecesarias e injustificadas. Aquellos que lo demonizaron tendrán que limpiar su conciencia", subrayó Torres Stinga.

Incluso, desde el Gabinete Científico Lanzarote Reserva de la Biosfera pidieron este mismo martes que los lanzaroteños no olviden a Saramago y que "den continuidad a sus compromisos ideológicos" y a su "lucha contra la mercantilización en boga y la explotación destructiva del territorio".

Pero más allá de todo esto, más allá de su profundo sentimiento crítico con Lanzarote, José Saramago amaba la tierra que le acogió, y a la que llamaba "mi balsa de piedra".

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