Canarias está de luto. Este miércoles una mujer fallecía en Arucas, Gran Canaria, presuntamente a manos de su marido, que tras estrangularla se suicidó arrojándose por un precipicio en Gáldar. Al mismo tiempo, una mujer en Tenerife era apuñalada por su pareja, resultando gravemente herida; y en Lanzarote, una vecina de Playa Honda acudía al Hospital General con heridas propiciadas presuntamente por su pareja sentimental. Son tres casos de violencia de género en Canarias en un solo día.
Las tristes circunstancias provocaron que la asociación Mararía adelantara su cita mensual en contra de la violencia doméstica, un Foro en el que también participan sindicatos, asociaciones y los ayuntamientos de la Isla. "Esto es un problema que no sólo atañe a las mujeres, se trata de un problema de conciencia social", explica Mamen, miembro de Mararía. Desde comienzos del 2006, en Canarias, cuatro mujeres han muerto a manos de su pareja, mientras que la cifra a nivel nacional asciende a 63 mujeres. "Son cifras alarmantes, y a éstas hay que sumar las muertes colaterales, por ejemplo, de hijos que iban a nacer, como el caso de la muerte de una mujer embarazada, el pasado 31 de junio en Ciudad Real", añade Mamen.
Mararía continúa luchando contra la violencia doméstica y, en general, contra la desigualdad. La educación en valores y la concienciación de los ciudadanos es su principal arma en esta difícil batalla. Desde la Asociación han puesto en marcha varios proyectos. Uno de ellos, en colaboración con el Ayuntamiento de Arrecife, se basa en el trabajo con diferentes colectivos, como vecinos o incluso policías, que se extenderá a los Institutos de Educación Secundaria a partir de septiembre. También cuentan con equipos itinerantes que facilitan en todos los municipios un programa de asesoramiento jurídico, psicológico y social de forma gratuita y confidencial.
"Somos hijos de una sociedad basada en el patriarcado", explica Mamen. "En casa seguimos pensando en rosa y azul, en balón y muñeca; la discriminación se produce desde pequeños, y es difícil que la gente cambie. Por eso no sólo trabajamos con mujeres, sino que también lo hacemos con los maridos, los hijos, las personas mayores...".
Según Mararía, uno de los obstáculos para solucionar este problema social se encuentra en los propios maltratadotes. "Creen que no tienen ningún problema y así es difícil ponerles en tratamiento", explica Mamen. "En algunos casos en los que se les conmuta la pena por psicoterapia, terminan abandonando las sesiones ya que prefieren la pena asignada que seguir con esta psicoterapia".
